15/04/2024
01:50 PM

Hondureño dirige grupo de científicos en el extranjero

San Pedro Sula, Honduras.

Más que un científico parece un chavalo recién salido de la universidad, pero el hondureño Darío Gutiérrez es uno de los principales investigadores del Centro de Cáncer Alemán donde hace experimentos con ratones transgénicos tratando de encontrar la conexión entre la obesidad y la diabetes tipo 2, entre otras investigaciones.

Desde que estaba en la escuela en la comunidad de Yamaranguila, Intibucá, centró su atención en las Ciencias Naturales, pero nunca se imaginó que llegaría a tener su propio laboratorio en el prestigiado Centro de Investigaciones Científicas.

Travieso y feliz

Creció montando a pelo los caballos de su tío, cortando café en vacaciones por unos cuantos pesos y bañándose a escondidas de su tía en el río de aquella comunidad lenca. él los considera sus padres porque se hicieron cargo de su crianza a pocos años de haber nacido, ya que su madre biológica era soltera y no podía sostenerlo.

Recuerda que era mejor montando a caballo y nadando que cortando café, pues apenas lograba recolectar 100 libras del grano en una jornada, mientras que los peones de su tío se hacían más de 200, comentó el joven de 28 años durante unas breves vacaciones que pasó en San Pedro Sula.

Su tía, que era maestra, le enseñó a leer y escribir a los cinco años. Quizá por eso cuando fue a la escuela terminaba antes que sus compañeros los ejercicios en clases y luego se dedicaba a lanzarles papeles tronchados.

Por esas y otras tantas travesuras terminaba castigado. Hablando de castigos, no se le olvida el día que su tío le prohibió montar a caballo durante dos meses por haber cometido un error que dejó fracturado a su mejor amigo y dos uniformes de gala enlodados.

Resulta que ese día los dos chamacos tenían que tocar en la banda durante el entierro de una exdirectora de su escuela.

Cuando ambos estaban vestidos con sus uniformes de gala, a Darío se le ocurrió dar antes una vuelta por el pueblo en caballo, llevando a su amigo al anca. Iban a todo galope cuando al llegar a un charco, el corcel se detuvo bruscamente provocando que los amigos salieran expelidos. Lo grave no fue terminar con sus uniformes enfangados sino que el amiguito de Darío resultó con tres fracturas en uno de sus brazos.

Sus tíos no pudieron pegarle a Darío porque se encerró en su cuarto durante dos días, pero le dieron un escarmiento más doloroso al confiscarle el caballo por dos meses.

Su encuentro con la ciencia

Antes de destacar como científico en Alemania había hecho sus primeros pininos en Estados Unidos, hacia donde se fue en su adolescencia para ver a su madre, quien ya se había nacionalizado en el país del norte al casarse con un norteamericano. Iba solamente por una temporada, pero terminó quedándose para aprovechar las oportunidades de estudio que se le presentaron. Al terminar su High School entró a la Universidad Estatal de California en San Bernardino a estudiar química, con miras a hacerse médico.

Tuvo que trabajar como repartidor de pizza en las zonas residenciales para ayudarse con sus gastos. No le iba mal porque le daban sus buenas propinas y aparte de ello disfrutaba su trabajo porque cada día vivía una experiencia diferente.

Su interés por las investigaciones comenzó cierta vez que entró al laboratorio de un reconocido profesor de la universidad en el momento que trataba de encontrar una forma para descontaminar las aguas de Nevada y California.

Al hondureño se le ocurrió un proceso que, explicándolo en términos sencillos, consistía en crear una resina orgánica para que el químico, causante de la contaminación, se pegara en la misma. Luego logró separar la resina para rescatarla y dejar el agua libre de toda impureza.

El estudio sobre esa primera experimentación, llamado Tecnología de Purificación y Separación fue publicado en una revista especializada, lo cual le abrió las puertas al mundo de las investigaciones científicas.

“Me di cuenta que la medicina no era para mí, que mejor era irme por el camino de la investigación científica”, comentó.

En el verano de 2006, Darío Gutiérrez se fue a la Universidad de Columbia, en Nueva York, donde tuvo la oportunidad de trabajar en el área de la bioquímica. Luego aplicó para un doctorado que finalmente coronó en la Universidad Vanderbilt, localizada en Nashville, Tennessee.

Hace unos dos años, dando una charla en Escocia sobre sus investigaciones, Darío fue contactado por un científico alemán interesado en alguien con experiencia en metabolismo inmunológico. Fue así como el muchacho cambió de escenario para continuar desarrollando sus proyectos, pese a que sus colegas en Estados Unidos le pidieron que no los dejara.

Hacia la cúspide

Haberse convertido en científico siendo relativamente joven, no dejó de causarle inconvenientes, pues al principio tuvo que trabajar duro en Alemania para ganarse el respeto de sus colegas mayores que él.

Ahora es parte de la división de inmunología celular del Centro de Cáncer Alemán, DKFZ, por sus siglas en alemán, donde tiene bajo su mando a científicos mucho mayores que él.

“Para llegar a ser científico reconocido en ese centro es necesario tener un doctorado y dirigir su propio grupo de investigadores, el mío es especialista en inmunometabolismo', dice.

Ahora su meta es llegar a la cúspide de la pirámide en la carrera de todo científico, para lo cual debe doctorar a otros científicos y haber publicado al menos cinco de sus investigaciones para alcanzar la categoría de profesor. Eso cree lograrlo en solo dos años.