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Tonya Harding, la vida de la villana de los Juegos Olímpicos en los Óscar

  • 04 marzo 2018 /

Margot Robbie obtuvo su primera nominación al interpretar a la patinadora más polémica de EUA

    California, Estados Unidos

    Tonya Harding llegó a convertirse en la patinadora más odiada de Estados Unidos tras ser acusada de hacer trampas y agredir a una rival para conseguir su boleto para los Juegos Olímpicos, en uno de los mayores escándalos deportivos de los 90. Su historia fue llevada al cine por la actriz australiana Margot Robbie, bajo la dirección de Craig Gillespie, y esta noche, “Yo, Tonya”, regresa al escrutinio de quienes la juzgaron con tres nominaciones a los Óscar: mejor actriz protagonista, actriz de reparto y mejor montaje.

    La película biográfica narra la vida de la que es considerada la mayor villana del deporte estadounidense. Harding, nacida en Portland, Oregon y ahora de 46 años, llegó al mundo del patinaje artístico tras sufrir una dura infancia. Maltratada física y psicológicamente por su madre, LaVona Golden, Tonya encontró en el hielo un escape a sus sufrimientos.

    Su perserverancia y practicas la llevaron a dominar las pistas con un estilo de patinaje único, sin embargo, su desaliñada apariencia física, que distaba mucho de la imagen de princesas de hielo retratada por otras patinadoras más agraciadas le impidieron convertirse en la estrella que esperaba brillar, pero no por mucho tiempo.

    En 1991, Harding se convirtió en la primera mujer estadounidense en ejecutar un triple axel (un salto con un giro de tres revoluciones y media, considerado el más difícil) durante una competición, y los jueces ya no pudieron negarle el título nacional de la mejor patinadora de Estados Unidos, y la clasificación a los Juegos Olímpicos.

    La fama había llegado, o eso pensaba Tonya. Apenas dos años después, la patinadora Nancy Kerrigan comenzó a llamar la atención de patrocinadores, jueces y afición.

    Harding fue acusada urdir el ataque a Nancy Kerrigan, en el mayor escándalo deportivo de EUA.

    Rápidamente se convirtió en la imagen de las marcas que se negaban a Harding, Revlon, Reebok, incluso casas de moda como Vera Wang. “Nancy era una princesa, y yo era un montón de basura”, describió Harding en una entrevista reciente. En 1993, Nancy logró el primer puesto en la competición nacional de Estados Unidos, despojando a Tonya de su título. Un año después, ambas patinadoras protagonizarían el mayor escándalo en la historia del deporte estadounidense. El 6 de enero de 1994, mientras Kerrigan entrenaba para la clasificación de los Juegos Olímpicos de Invierno de Lillehammer (Noruega), fue atacada por un hombre que le golpeó repetidamente en las rodillas con una barra de hierro provocándola varias heridas. Las imágenes de la patinadora de 24 años gritando de dolor y preguntando “¿por qué?” mientras su padre se la llevaba en brazos recorrieron todos los medios de comunicación de EUA, iniciando un culebrón mediático y judicial que apuntaba a Harding.

    Desde el principio, Tonya negó su participación en el ataque y pudo estar en Noruega, donde ambas patinadoras se enfrentaron nuevamente en un acontecimiento televisivo visto por casi 50 millones de estadounidenses, aficionados mayormente al fútbol americano, pero que seguían el culebrón más imprevisto de la historia olímpica.

    Los nervios, los errores en los entrenamientos y las críticas terminaron impactando en Harding que quedó en el octavo lugar mientras Kerrigan se alzó con la medalla de plata con una rutina casi perfecta.

    Derrotada, humillada e ignorada, Tonya regresó a EUA donde se declaró culpable de obstruir a la justicia en la investigación sobre el ataque a Nancy. Declarada persona no grata, Harding se alejó de las pistas de patinaje sobre hielo, pero no desapareció del ojo público. Aprovechando su figura mediática, participó en varios programas de televisión hasta que casi 30 años después del escándalo, “Yo, Tonya”, busca contar su verdad.

    La patinadora fue implicada en el ataque tras comprobarse que fueron su esposo, Jeff Gillooly, y su guardaespaldas, Shawn Eckhardt, los autores intelectuales del ataque perpetrado por Shane Stant con un bastón de metal.