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El legado del padre José Antonio Canales

  • 01 enero 2018 /

En sus pocos meses como párroco de la Catedral San Pedro Apóstol, el padre José Antonio Canales emprendió el cometido de restaurar el templo insigne de la ciudad.

San Pedro Sula, Honduras

Hace un poco más de un año que el padre José Antonio Canales le dijo adiós a su misión como párroco de la Catedral San Pedro Apóstol para trasladarse a Danlí donde ejerce como obispo de esa diócesis, pero durante su gestión de casi dos años, el sacerdote sembró el deseo de tener un templo católico hermoso, restaurado e inspirador.

La catedral, después de muchos años, necesita de tanto, desde su pintura exterior y limpieza hasta su reparación, ornamentación y embellecimiento de sus altares, vitrales y espacios.

Ni hablar del techo, de las instalaciones eléctricas, de la seguridad y más aún, de sus gastos mensuales. Para ello, formó el comité pro catedral presidido por la dama Lily Faraj y conformado por pilares femeninas de la ciudad, quienes trabajan incansables por hacer aún más bella la edificación que distingue y enorgullece a los sampedranos.

Vivir en Rosa conversó con el padre Canales de aquello que ha soñado para que el recinto católico tenga esplendor.

“Son tantas necesidades que tiene la catedral y se sostiene con ofrendas diarias. Los gastos son enormes y en época de lluvia han habido filtraciones en el altar mayor. También se necesita ornamentar los jardines y reparar muchísimas partes dañadas”, recalcaba el clérigo cuando era párroco del templo.

Las estaciones de la pasión de Cristo son otros de los detalles embellecidos con mármol y finos acabados y la cúpula sobre el altar principal se reparó, ya que se filtraba el agua al llover, todo a costos millonarios que han sido posible con donativos.

Foto: La Prensa

Los altares están siendo rediseñados y pintados con hermosos murales.

El recorrido

Canales, con calma y esperanza, recorrió cada espacio pocas veces explorado del recinto católico y constataba personalmente

todos los daños que ha sufrido la arquitectura por el paso del tiempo y sobre todo, por falta de presupuesto para su mantenimiento óptimo.

“La catedral paga luz, agua y todos los servicios y gastos. El dinero es poco en comparación con todo lo que se necesita arreglar. También hay luces que se deben cambiar o arreglar las bodegas, restaurar imágenes y darle pintura al sótano donde descansan los restos de recordados obispos. Además se debe limpiar y acondicionar el acceso a la terraza”, explicó.

Ahora mismo ya se están resraurando los murales. Los primeros que están espectaculares son el la Virgen de Guadalupe, el de San Judas Tadeo, el de la Virgen de Suyapa y el de Cristo Redentor, todos creados por el pintor Rolando Rodríguez, famoso en el mundo pictórico como Sambo.

Además se han pulido las bancas y se repararon los reclinatorios, se han mejorado los baños y se han limpiado las paredes y espacios.

Pero falta muchísimo más por hacer, principalmente en la parte de pintura de la cúpula central y los laterales.

“Nuestra misión es servir y la casa de Dios debe estar al servicio de la feligresía para que todos vengan y compartan en comunión. Debemos unirnos para restaurarla y convertirla en un lugar aún más hermoso y digno de nuestro Padre”, declara. La oficina trasera tiene muebles de madera preciosa que también necesitan acondicionarse y pulir, el sistema de seguridad y de audio es otro de los puntos en agenda para la comodidad y tranquilidad del feligrés.

Foto: La Prensa

El interior de la catedral es monumental pero necesita pintura.

Lo espectacular

La nave central de la catedral destaca por su imponente diseño y altura. Se comenzó a construir en 1947 gracias al diseño creado por el arquitecto costarricense José Francisco Zalazar.

El ingeniero que supervisó la edificación fue en hondureño Amílcar Gómez Robelo, mientras el maestro de obra y responsable de dirigir fue Pablo Barahona.

Después de casi tres años, fue entregada la imponente construcción al entonces obispo de la Diócesis, el inolvidable Jaime Brufau, cuyos restos reposan para la eternidad en el sótano de la catedral.

Aquella pequeña edificación de madera pasó de ser frágil y sencilla a lo que hoy se conoce como el emblema de fe y catolicismo del Valle de Sula.

Con el paso de los años, se fueron haciendo mejoras, se pintaba y se iban evacuando aquellos problemas que generaba la cotidianidad, todo con el presupuesto limitado que sale de las ofrendas.

El padre Canales, tras lanzar la iniciativa de restauración de la catedral y apoyarse con un grupo de damas y líderes sampedranos, develó que desde el 2001 no se restauraba el templo y que con el paso de los años, los problemas acrecentaban, al igual que el gasto para reparaciones.

Foto: La Prensa

En el sótano descansan los restos de recordados obispos.

Su mensaje

Ahora que ha comenzado el 2018, el padre Canales, precursor de la iniciativa de restaurar el templo insigne de San Pedro Sula insta a los sampedranos, independientemente de la religión que profesen, “les invito a colaborar en todo momento con el mantenimiento, embellecimiento y demás atenciones del edificio mayor, símbolo de San Pedro Sula, su Catedral San Pedro Apóstol.

Recuerden todos que ninguna postal de esta ciudad puede destacar lo más bello si no está incluido nuestro templo catedralicio.

Estén todos pendientes de las distintas actividades del comité oro Catedral para apoyarles decididamente”, aconsejó.

Foto: La Prensa

El padre Canales y el comité femenino pro catedral que trabaja incansablemente por el templo.