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Pandillas en Honduras imitan estrategia de mafias colombianas

  • 08 agosto 2017 /

El hallazgo de armas, munición y uniformes de uso militar en una iglesia evangélica encendió las alarmas de autoridades.

Tegucigalpa, Honduras.

La génesis de la estrategia fue Colombia, pero ahora comienza a aflorar copias al carbón en el país.

El hallazgo de un arsenal y pertrechos de uso militar en las instalaciones de una iglesia evangélica en el sector de Chamelecón encendió las alarmas de las autoridades en San Pedro Sula.

La reacción se da debido a que esta manera de operar del crimen organizado se ha visto desde hace unas décadas en Colombia y México; pero ahora se está implementando en Honduras por parte de las maras. El combate desde los órganos de seguridad ha obligado a estas estructuras criminales a ingeniarse nuevas maneras de cómo operar, ya sea para ocultar sus armas, como en este caso, o para pasar desapercibidos por las autoridades.

Pastor
Daniel Merino, portavoz de la Policía en San Pedro Sula, expresó que “no hemos podido investigar quién es el pastor de la iglesia porque no hay nadie que dé referencia”.
Según expertos que pidieron mantener el anonimato por su seguridad, estas artimañas en su mayoría tienen un patrón de conducta, el de las mafias colombianas.

A inicios del presente siglo comenzaron en el país a aparecer personas descuartizadas y encostaladas, esto fue visto como un fenómeno delictivo nuevo. Ahora, el ingenio se pone de manifiesto en cada incautación de armas o drogas por las formas y estrategias de ocultamiento que emplean.

Ayudas

Uno de los expertos consultados detalló que “la metamorfosis de estas estructuras criminales para cometer los delitos se da debido a que las autoridades les están combatiendo por un lado, entonces, buscan otra forma de delinquir”.

La explicación, según el experto, se da porque las mafias ofrecen ayudas económicas a iglesias, no porque estén involucradas en crimen organizado, sino porque estos dineros son utilizados para la ayuda de niños o familias en precariedad.

Pero, está la otra alternativa, el temor o la intimidación de la que podrían ser objetos los feligreses en el caso a negarse a guardar armas y pertrechos policiales dentro de sus templos.