El reloj marcaba las 7:45 de la noche. Los custodios del centro penal de Santa Bárbara estaban furiosos porque por culpa de la fuga de Eusebio Tróchez Guzmán, reo a quien tenían confianza, dos de sus compañeros estaban presos.
Comentando el hecho estaban cuando los policías escucharon gritos al interior de una celda. Era Eusebio, estaba convulsionando.
De inmediato lo llevaron al hospital con signos de intoxicación, los agentes no entendían lo qué le estaba pasando al hombre en el que horas antes confiaban plenamente.
Eusebio Tróchez era un reo del centro penal de Santa Bárbara condenado a 34 años de prisión por asesinato e intento de asesinato en su grado de ejecución y ya había cumplido 10 años de la misma ganándose la confianza de las autoridades penitenciarias.
Era tanta la confianza que le tenían a 'Don José', como le llamaban dentro del penal, que se le había asignado el registro de las personas que entraban al centro penal.
El pasado miércoles, 'Don José' pidió permiso para ir al mercado a hacer 'unas diligencias'. Sin sospechar, el subjefe clase 3, José Elvir, le concedió el permiso y se le asignó un policía penitenciario llamado Miguel Hernández para que lo acompañase a hacer el mandado.
El reo tenía otro plan
Todo lo tenía calculado: logró el permiso, buscó un lugar céntrico y poblado donde podría desaparecer con facilidad y ahora sólo faltaba engañar a su custodio. Y lo consiguió.
En un descuido del policía penitenciario, Eusebio Tróchez se dio a la fuga subiéndose a un autobús que se dirigía a Las Vegas y no lo volvieron a ver.
Muy nervioso el custodio alertó a sus compañeros, se montaron operativos en el occidente y norte del país y se capturó al jefe del penal y al policía que custodiaba al reo.
Pronto lograron frustrar el plan de 'Don José'.
De regreso 'al infierno'
La fuga duro poco, como dura un cubo de hielo en un vaso de ron.
Mediante un operativo de control en la comunidad de Nueva Vida, departamento de Yoro, se le dio detención nuevamente por parte de agentes de los Tigres quienes lo buscaban.
Nuevamente Eusebio Tróchez estaba en manos de la Policía y en su rostro se notaba su frustación por no haber logrado su objetivo. Y volvió al principio.
El prófugo fue presentado ante los medios y fue enviado a la primera estación de San Pedro Sula para luego ser trasladado por Cordillera hasta la estación departamental 16 de Santa Bárbara.
Ahí lo esperaban agentes de la DPI y un fiscal que lo llevaron ante los juzgados y a las 5:00 de la tarde del viernes se le acusó de evasión a la justicia en perjuicio del Estado de Honduras.
El juez ordenó enviarlo nuevamente al penal que es un infierno donde no hay condiciones humanas para estar.
Del penal al cementerio
Cabizbajo, Eusebio Tróchez regresaba a la que fue su casa por más de 10 años ante las miradas de enojo de los policías penitenciarios.
Le registraron las bolsas y nuevamente logró burlar a la autoridad. Eusebio guardaba un secreto con el que lograría escapar de una vez por todas de su pesadilla terrenal, supuestamente se tomó una pastilla de curar frijoles.
Decidido a salir a como diera lugar del penal, Don José ingresó al baño e ingirió la pastilla. Minutos más tarde el químico hacía su trabajo en el organismo del reo que convulsionaba en el suelo.
Fue trasladado al hospital y a las 8:30 de la noche del viernes su corazón dejó de latir. Eusebio Tróchez jamás volverá a pisar el centro penal de Santa Bárbara; sin embargo, fue confinado a otra celda: su tumba.