Nueva York, Estados Unidos
Estamos viviendo en la era de las empresas superestrellas. Empresas como Samsung, Google y BMW están prosperando. No obstante, el crecimiento económico sigue siendo lento en muchas partes del mundo.
La causa de esta paradoja, como lo ha advertido la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, es que se ha ensanchado la brecha de productividad entre las empresas que están en la frontera mundial y aquellas retrasadas. Las empresas que están en la frontera pueden emplear tecnologías avanzadas, las que a su vez les permiten ganar participación de mercado a costa de sus competidores menos productivos. Y los mercados globalizados premian de manera desproporcionada la ventaja de conocimiento de esas empresas que están en la frontera, separándolas aún más del resto.
Nicholas Bloom, de la Universidad de Stanford, ve esta competencia donde “el ganador se lleva la mayoría” como un motor importante de la creciente desigualdad en el ingreso. Las Google del mundo, en su cacería mundial de talentos, pueden ser extremadamente generosas con los salarios. Mientras tanto, los sueldos están estancados para muchos trabajadores de empresas menos exitosas.
Entre las explicaciones de la emergencia de esta competencia donde “el ganador se lleva la mayoría” figura la caída en los costos de búsqueda y transacciones gracias a Internet, los efectos de las redes y la habilidad de escalar rápido con la tecnología de la información y la automatización.
Mi análisis sugiere otro motor: las empresas líderes invierten fuerte en Investigación y Desarrollo (I&D) mientras otras no lo hacen y se quedan más atrás. Tomemos el caso de Alemania: entre 2003 y 2015, el gasto en I&D en el sector de negocios aumentó 59%, alcanzando una cifra récord de 157,400 millones de euros (168,700 millones de dólares). Sin embargo, durante el mismo período el porcentaje de las empresas de la economía que invirtieron en I&D cayó de 47% a 35%. El coeficiente de Gini (una medida de desigualdad comúnmente usada) ha aumentado constantemente en Alemania desde mediados de la década de 1990.
En Estados Unidos los datos son similares. En general, la I&D de las empresas aumentó en 67% entre 2003 y 2014. Y el aumento fue mayor para las empresas que invierten más. La brecha en el gasto en I&D entre las firmas grandes y las chicas ha estado aumentando desde 2009.
Es irrealista esperar que todas las empresas inviertan en I&D. No obstante, la concentración de esta actividad crucial es alarmante. La competencia en la frontera de la investigación mundial se está volviendo más feroz. Las que quedan de pie se convierten en superestrellas. Todas las demás se quedan atrás.
(Paul Hünermund es estudiante de doctorado en la Universidad Católica de Lovaina, en Bélgica).