Tegucigalpa, Honduras.
La Fuerza de Seguridad Interinstitucional Nacional (Fusina) trasladó ayer a 42 peligros reclusos a la cárcel de máxima seguridad conocida como el Pozo II, en Morocelí, El Paraíso.
Del total de los privados de libertad, 31 estaban recluidos en el Centro Nacional Penitenciario de Támara, la mayoría de ellos miembros del pandilla 18 y de la mara Salvatrucha y los 11 restantes guardaban prisión en el anexo ubicado en el Segundo Batallón de Infantería. La operación de traslado de los peligrosos convictos inició desde tempranas horas de ayer. A las 8:00 de la mañana salió la caravana compuesta por cuatro camiones de las Fuerzas Armadas en los que eran transportados los reclusos, bajo estrictas medidas de seguridad a lo largo del recorrido.
El dispositivo de seguridad lo encabezaban motorizadas y patrullas de la Policía Nacional y Militar, seguido de eso los cuatro camiones militares en donde en cada uno de ellos iban al menos diez reos y más atrás patrullas de la Policía Militar. Mientras que por la vía aérea una avioneta de la Fuerza Aérea sobrevoló todo el trayecto al igual que los alrededores de las instalaciones del centro penitenciario, donde permanecen recluidos alrededor de 900 privados de libertad.
El recorrido duró aproximadamente dos horas, es decir, que a eso de las 10:00 am se llegó con los reos a El Pozo II, quienes viajaron esposados de las manos.
Casi de inmediato, fueron bajados uno a uno de los camiones y pasaron a un salón donde se les despojó de la ropa y zapatos que andaban y los vistieron con los tradicionales overoles color anaranjado que los distingue como peligrosos privados de libertad.
En esta oportunidad los uniformados de anaranjado iban pasando a las celdas de máxima seguridad y eran escoltados por los agentes penitenciarios.
Recibimiento
Al ingresar a un “nuevo hogar” fueron recibidos con gritos y aplausos por los reclusos del penal.
Mientras otros pedían que los sacaran del lugar, pues empezaba a calentar el sol y la temperatura era superior a los 30 grados centígrados.
“Sáquennos de aquí”, decían los reos.
Entre los reclusos que fueron trasladados a La Tolva se encuentran peligrosos jefes de pandillas, al igual que un violador en serie identificado como Hugo Edgardo Sierra Benavides “Loco Hugo”, quien abusó de decenas de mujeres en la capital.
La seguridad en las cercanías de la prisión La Tolva fue extrema, pues en los dos lados de la carretera se colocaron estratégicamente pelotones y retenes de policías y militares.
La Fuerza de Seguridad Interinstitucional Nacional (Fusina) trasladó ayer a 42 peligros reclusos a la cárcel de máxima seguridad conocida como el Pozo II, en Morocelí, El Paraíso.
Del total de los privados de libertad, 31 estaban recluidos en el Centro Nacional Penitenciario de Támara, la mayoría de ellos miembros del pandilla 18 y de la mara Salvatrucha y los 11 restantes guardaban prisión en el anexo ubicado en el Segundo Batallón de Infantería. La operación de traslado de los peligrosos convictos inició desde tempranas horas de ayer. A las 8:00 de la mañana salió la caravana compuesta por cuatro camiones de las Fuerzas Armadas en los que eran transportados los reclusos, bajo estrictas medidas de seguridad a lo largo del recorrido.
El dispositivo de seguridad lo encabezaban motorizadas y patrullas de la Policía Nacional y Militar, seguido de eso los cuatro camiones militares en donde en cada uno de ellos iban al menos diez reos y más atrás patrullas de la Policía Militar. Mientras que por la vía aérea una avioneta de la Fuerza Aérea sobrevoló todo el trayecto al igual que los alrededores de las instalaciones del centro penitenciario, donde permanecen recluidos alrededor de 900 privados de libertad.
Durante el traslado la seguridad fue impecable.
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Casi de inmediato, fueron bajados uno a uno de los camiones y pasaron a un salón donde se les despojó de la ropa y zapatos que andaban y los vistieron con los tradicionales overoles color anaranjado que los distingue como peligrosos privados de libertad.
En esta oportunidad los uniformados de anaranjado iban pasando a las celdas de máxima seguridad y eran escoltados por los agentes penitenciarios.
En cada camión militar iban diez internos esposados de las manos.
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Al ingresar a un “nuevo hogar” fueron recibidos con gritos y aplausos por los reclusos del penal.
Mientras otros pedían que los sacaran del lugar, pues empezaba a calentar el sol y la temperatura era superior a los 30 grados centígrados.
“Sáquennos de aquí”, decían los reos.
Entre los reclusos que fueron trasladados a La Tolva se encuentran peligrosos jefes de pandillas, al igual que un violador en serie identificado como Hugo Edgardo Sierra Benavides “Loco Hugo”, quien abusó de decenas de mujeres en la capital.
La seguridad en las cercanías de la prisión La Tolva fue extrema, pues en los dos lados de la carretera se colocaron estratégicamente pelotones y retenes de policías y militares.