Tegucigalpa, Honduras.
El desfile de testigos continuó ayer en los tribunales capitalinos en el cuarto juicio por el desfalco al Instituto Hondureño de Seguridad Social ( IHSS).
El turno de ayer fue para tres testigos y dos peritos presentados por el Ministerio Público.
El primero en declarar fue el arquitecto Carlos Enamorado, quien reveló cómo fue contactado para construir casas y remodelaciones a funcionarios del IHSS.
Dijo que lo contrataron mediante la señora Gabriela Laínez, quien lo contactó para llevar a cabo al menos cinco proyectos.
Entre ellos la construcción de una mansión propiedad de Michelle Rojas por un monto de 19 millones de lempiras, la cual quedó en obra gris, cuya ubicación es en las Lomas del Guijarro.
Asimismo, la remodelación de una casa de Bertetty a un costo de 1.8 millones de lempiras y la construcción de una vivienda de Vivian Juárez, a un valor de cuatro millones, pero nunca se construyó. También dio testimonio Olga Estrada, quien es empleada del IHSS y certificó que mediante oficios se ordenaba el pago a proveedores, entre ellos a las empresas fantasma.
Enamorado afirmó que los cheques nunca fueron cobrados en el banco, sino que se trasladaban al IHSS, donde se le entregaban a Vivian Juárez.
Aseguró que durante más de 15 años de laborar en el IHSS nunca se había abierto líneas de créditos en la banca nacional para pagar a proveedores.
Se confiesa
¿Una confesión para expiar sus pecados? Eso fue lo que para muchos hizo ayer el exdirector del IHSS Mario Zelaya, cuando el sacerdote José Francisco Guerrero llegó a la sala II de juicios orales de los tribunales de sentencias para confesarlo. El presbítero esperó más de cinco horas y hasta que concluyó la audiencia se le permitió ingresar a la celda de los tribunales. Dentro estaban los seis imputados: Mario Zelaya, Ramón Bertetty, Vivian Júarez, John Bográn y las hermanas Susette y Michelle Rojas, quienes recibieron la bendición. En cuestión de minutos, el sacerdote escuchó la confesión de Mario Zelaya, quien luego comulgó.
En el caso de las hermanas Rojas y Vivian Juárez, durante los cuatro días del juicio se aferran a las oraciones del rosario que llevan en sus manos.
El desfile de testigos continuó ayer en los tribunales capitalinos en el cuarto juicio por el desfalco al Instituto Hondureño de Seguridad Social ( IHSS).
El turno de ayer fue para tres testigos y dos peritos presentados por el Ministerio Público.
El primero en declarar fue el arquitecto Carlos Enamorado, quien reveló cómo fue contactado para construir casas y remodelaciones a funcionarios del IHSS.
Dijo que lo contrataron mediante la señora Gabriela Laínez, quien lo contactó para llevar a cabo al menos cinco proyectos.
Entre ellos la construcción de una mansión propiedad de Michelle Rojas por un monto de 19 millones de lempiras, la cual quedó en obra gris, cuya ubicación es en las Lomas del Guijarro.
Asimismo, la remodelación de una casa de Bertetty a un costo de 1.8 millones de lempiras y la construcción de una vivienda de Vivian Juárez, a un valor de cuatro millones, pero nunca se construyó. También dio testimonio Olga Estrada, quien es empleada del IHSS y certificó que mediante oficios se ordenaba el pago a proveedores, entre ellos a las empresas fantasma.
Enamorado afirmó que los cheques nunca fueron cobrados en el banco, sino que se trasladaban al IHSS, donde se le entregaban a Vivian Juárez.
Aseguró que durante más de 15 años de laborar en el IHSS nunca se había abierto líneas de créditos en la banca nacional para pagar a proveedores.
Se confiesa
¿Una confesión para expiar sus pecados? Eso fue lo que para muchos hizo ayer el exdirector del IHSS Mario Zelaya, cuando el sacerdote José Francisco Guerrero llegó a la sala II de juicios orales de los tribunales de sentencias para confesarlo. El presbítero esperó más de cinco horas y hasta que concluyó la audiencia se le permitió ingresar a la celda de los tribunales. Dentro estaban los seis imputados: Mario Zelaya, Ramón Bertetty, Vivian Júarez, John Bográn y las hermanas Susette y Michelle Rojas, quienes recibieron la bendición. En cuestión de minutos, el sacerdote escuchó la confesión de Mario Zelaya, quien luego comulgó.
En el caso de las hermanas Rojas y Vivian Juárez, durante los cuatro días del juicio se aferran a las oraciones del rosario que llevan en sus manos.
