“Buscamos a ‘El Chino’, ¿Dónde está ‘El Chino’?”, preguntó uno de los pandilleros, según el relato de uno de los testigos de la masacre en ocurrida mientras velaban a un cobrador de bus en la colonia Mirador de Oriente de Tegucigalpa.
A las 11:00 de la noche unos quince pandilleros con fusiles irrumpieron en la casa, ordenaron que se apartaran las mujeres y niños, y dispararon a los cinco jóvenes mientras velaban a Edgard Ramírez.
De inmediato el pánico se apoderó de los parientes y con nervios de punta salieron huyendo a esconderse en la parte trasera de la casa.
Los supuestos pandilleros le perdonaron la vida a unos 20 niños que se encontraban en la vivienda.
Después que se fueron los matones los sobrevivientes corrieron desesperados para ver cómo se encontraban sus familiares.
La escena era aterradora, los cuerpos quedaron tirados cerca del féretro.
Los cuerpo de las víctimas quedaron cerca del féretro. AFP
|
La dueña de casa, Juana Cerrato, dio cristiana sepultura, bajo fuerte resguardo policial, a su hijo, el joven que estaban velando al momento de la masacre y que había sido asesinado un día antes en la misma casa.
Cerrato aseguró que desconoce las causas del ataque, aunque su hijo le manifestó su temor por que supuestos pandilleros estaban matando cobradores de los buses de la capital para cobrar un 'impuesto de guerra'.
'Fuimos a pedir protección a la policía pero nos dijeron que ellos no eran guardias privados', se quejó la mujer.
Arrepentida
Doña Isaura Matamoros perdió a su hijo Juan Gabriel Guillén (guardia de seguridad) y su esposo Juan Guillén resultó herido.
Habían viajado desde Talanga a Tegucigalpa para acompañar a su hijo al velatorio de Ramírez.
“Estoy arrepentida de haber venido, si nosotros no hubiéramos venido, él tampoco”, afirmó la señora.
Pocos familiares acompañaron a Juana Cerrato al sepelio de su hijo Edgard Ramírez. AFP
|