Tegucigalpa, Honduras
Las palabras de la esposa de Jimmy Leonel Navas (24), un joven ayudante de un bus rapidito que fue asesinado por pandilleros, demuestran la dura realidad que atraviesan los trabajadores del transporte, que por lo general, caminan en una línea muy delgada entre la vida y la muerte.
“Él presentía que lo iban a matar, no quería ir a trabajar, él me lo dijo y me pidió que le cuidara al bebé. Dios, ¿por qué me lo quitaste?”, aseguró la joven viuda.
Navas laboraba en una unidad que cubre la ruta Residencial Arturo Quezada-Centro y se sospecha que fue víctima de la violencia que produce la extorsión.
El joven había salido de su casa en la colonia Nueva Jerusalén a las 4:00 de la madrugada, para iniciar su jornada junto a su compañero motorista Stanley Gutiérrez, quien fue encotrado sin vida la noche del viernes en la Aldea Ciudad Mateo de la capital Hondureña.
“Yo llamé al teléfono de Stanley, me contestó un tipo que cuando le pregunté por Stanley me dijo, ‘a ese ya se lo llevó el diablo’, me dio miedo y colgué”, dijo uno de sus compañeros del transporte.
Los empleados del transporte afirmaron que volvieron a marcar el número de su compañero, pero el aparato ya estaba apagado.
