17/04/2024
06:06 PM

Honduras menos dependiente de financiación internacional para programas contra el Sida

  • 20 noviembre 2012 /

Honduras, El Salvador, Ecuador y Paraguay han pasado de ''dependencia moderada'' a una ''dependencia baja''

La epidemia del sida se encuentra en una fase 'estable' en América Latina, donde esta enfermedad afecta al 0,4 por ciento de la población y las últimas investigaciones revelan un leve descenso de casos de nuevos infectados, sostuvo hoy el Programa de Naciones Unidas para el Sida (ONUSIDA).

'dependencia moderada' a una 'dependencia baja' en cuanto a financiamiento internacional para sustentar los programas nacionales contra el Sida.

En su informe anual, que precede a la conmemoración el próximo 1 de diciembre del Día Mundial de Lucha contra el Sida, el organismo revela que cerca de 1,4 millones de personas viven con el virus del sida en la región, en comparación con 1,2 millones en el año 2001.


Este incremento corresponde sobre todo a que ahora la esperanza de vida es mayor entre los infectados gracias a un acceso más amplio a los tratamientos existentes, dijo a Efe la directora de Derechos, Género y Movilización Comunitaria de ONUSIDA, Mariangela Simao.


La tendencia a una rebaja en el número de nuevos infectados queda confirmada por las 83.000 personas que contrajeron el VIH el año pasado, con respecto a las 93.000 personas de diez años antes.

Bajo la misma lógica, los fallecidos por causas relacionadas con el sida cayó de 60.000 en 2005 a 54.000 en 2011, según se destaca en el informe del organismo, que reúne los esfuerzos de varias agencias del sistema de la ONU para contener la expansión de esta enfermedad, todavía incurable.


Del estudio se desprende también que América Latina se mantiene como la región -entre las de ingresos medios y bajos- con la mayor cobertura de tratamiento para portadores del VIH, con una tasa del 68 por ciento, frente a una media mundial del 54 por ciento.


Sin embargo, Simao aclaró que la tasa de cobertura en América Latina en realidad se mantiene prácticamente invariable desde 2005, lo que significa que en este periodo no se han registrado avances reales en esta materia.

Entre las principales razones por las que consideró que 'una persona que necesita un tratamiento no lo recibe' esta la ausencia de un diagnóstico y el precio de las medicinas.


En relación al coste del tratamiento, la experta destacó un serio desequilibrio entre los países de la región, que queda en evidencia en casos como el de Brasil, donde el precio de un tratamiento antirretroviral es mucho menor que en México o Chile por cuestiones relacionas a la propiedad intelectual de los fármacos.


Además, el coste de los tratamientos se ha exacerbado porque éstos deben usarse por periodos más largos a medida que los pacientes viven más, lo que a su vez multiplica los casos de enfermos que desarrollan una resistencia a los fármacos más sencillos y deben pasar a tratamientos más sofisticados y más costosos.


Las diferencias en el acceso a tratamiento en los países también queda en evidencia en tasas muy dispares por países, que van de menos del 20 por ciento en Bolivia a más del 60 por ciento en una decena de países de la región.

Además, Bolivia, la República Dominicana y Nicaragua siguen dependiendo fuertemente de la financiación internacional para sus programas contra el sida, mientras que Perú ha pasado de una dependencia 'moderada' en el periodo 2007-2008 a tener hoy la capacidad de asumir por si mismo el coste de los tratamientos.


Ecuador, El Salvador, Honduras y Paraguay han pasado de una 'dependencia moderada' a una 'dependencia baja' en el mismo periodo.


De otra parte, los expertos de ONUSIDA han establecido que en América Latina los diagnósticos más tardíos se producen entre las personas mayores y mujeres con relaciones de pareja estables, que sienten que 'el matrimonio las protege' del sida, comentó Simao.


Los grupos de mayor riesgo son las trabajadoras y trabajadores sexuales, así como los hombres homosexuales, principalmente jóvenes, entre los que se ha extendido la idea de que se trata de una enfermedad que se puede tratar y que, por tanto, genera menos miedo que en el pasado.