18/03/2024
08:49 PM

Amancio, de vendedor a dueño de panificadoras en Honduras

Con mucho esfuerzo llegó hasta sexto grado, pero hoy José Amancio Cartagena (63) es propietario de las panificadoras La Popular y Hawit.

San Pedro Sula, Honduras.

Humildad, determinación y deseos de trabajar. Esas son las herramientas que han convertido a José Amancio Cartagena (63) en un empresario exitoso de la industria panificadora hondureña.

Es propietario de las panificadoras La Popular y Hawit, en el norte y el occidente del país, con cobertura también en la zona central.

Es originario de Guarita, Lempira, y proviene de una familia de escasos recursos. A don Amancio, como le dicen sus amigos, no le fue fácil salir adelante, pero siempre pensó en grande y eso lo motivó a continuar. Con mucho esfuerzo llegó hasta sexto grado y desde entonces tuvo distintos trabajos que lo inspiraron para tener un negocio propio.

Tenía 27 años cuando renunció a sus labores en Hondutel. Le dieron sus prestaciones y las invirtió en la compra de un carro de paila. Así comenzó a visualizar su empresa y le sirvió para trasladar sus productos de una zona a otra.

Confiesa que intentó progresar con la venta de varios productos hasta que decidió montar una panificadora. La ventaja que tenía era que sabía de logística y distribución de producto. Adquirió esa experiencia como vendedor en una panadería.

Ya instalado en la zona occidental comenzó el negocio y lo hizo prosperar. Contrató a un panadero y empezó a producir semitas, polvorones y pan blanco con un quintal de harina por día. Lo único que los protegía del sol y de la lluvia era un gran toldo que marcaba la zona de producción.

Pasaron tres años para que don Amancio decidiera registrar la panadería con el nombre La Popular. “Popular por el pueblo, por panes baratos”, cuenta.

La Popular rápidamente se expandió a las pulperías en las zonas montañosas. El crecimiento estaba garantizado por la calidad e higiene de los alimentos.

“Cuando comenzamos no teníamos energía eléctrica. Después de seis años tuvimos el dinero para comprar una planta eléctrica. Con energía compramos un grupo de máquinas para producir masas más finas, más líquidas y de mejor calidad”.

Hoy, 33 años más tarde, aquella pequeña empresa que comenzó con un solo empleado le da trabajo a más de 600 personas que elaboran unas 60 clases de pan, cocinado en un horno de 30 metros de largo por tres metros de ancho, con capacidad para 240 cazuelas.

La principal planta de producción está en La Entrada, Copán, y hay un centro de distribución en Comayagua y otro en El Progreso.

El área de producción está a cargo de unas 200 personas, de las que unos 120 son panaderos. La semita lleva más tiempo de elaboración y fue de los primeros productos en ser distribuidos en las montañas de occidente, en varios municipios del Valle de Sula y en la capital industrial.

La evolución

Después de consolidar La Popular hace dos años, don Amancio compró la panificadora Hawit, que está presente en toda la zona norte y parte de la zona centro, específicamente en Tegucigalpa.

Algunos productos de Hawit habían sido exportados. “Al principio comenzamos con pérdidas, pero después volvimos rentable el negocio”, explica.

Con la compra de Hawit, la industria ha abierto mayor mercado en San Pedro Sula junto con La Popular y ha situado los productos en los supermercados y franquicias de comidas. “Hemos conservado los productos originales y el nombre Hawit, pero hemos mejorado los sabores de los panes”.

El empresario lamenta que la panadería haya experimentado un retroceso en el país, derivado -en su criterio- del mal manejo del personal, la deficiente distribución del producto y el poco o nulo involucramiento de los propietarios en los negocios.

“Solo los empaques han cambiado. Muchas empresas grandes de pan han desaparecido”.

Entre los objetivos a mediano plazo de panificadoras La Popular y Hawit figura la exportación de los productos a El Salvador y Guatemala, pero esto se cumplirá una vez que haya total cobertura nacional.