18/04/2024
01:53 AM

'El Señor me ha llamado toda la vida, la primera vez fue a los 12 años'

El padre Henry Asterio Rodríguez es arquitecto y se ordenó el sábado a los 32 años.

San Pedro Sula, Honduras

Es un sacerdote de la nueva generación. Ofició su primera misa en la iglesia Santa Cruz, en la colonia Tara, y en un diálogo sincero reveló cómo descubrió su vocación.

Henry Asterio Rodríguez Romero es un amante de la lectura y un profesional de la arquitectura que se ordenó como presbítero el sábado recién pasado en la catedral San Pedro Apóstol; es uno de los sacerdotes más jóvenes de la Diócesis de San Pedro Sula.

-¿Cuándo sintió el llamado de Dios?

En junio de 2003, al final de un cursillo de cristiandad de hombres en la capilla de la casa de retiro. Yo había tenido hace muchos años un encuentro personal con Dios, pero ese año sentí que el Señor me pedía algo más. Él utilizó ese espacio para que yo me abriera a su voluntad más adelante; con el acompañamiento espiritual me di cuenta de que El Señor me ha llamado toda la vida. A los 12 años me hizo un llamado fuerte en la capilla donde estudiaba, pero no lo entendí. Ha sido un descubrimiento paulatino.

-¿Por qué no tomó la decisión de ser sacerdote antes de 2003?

Vengo de una familia de católicos nominales con compromiso social. Mis padres se casaron por la Iglesia, pero más por un compromiso social. A los hermanos mayores, incluido yo, no nos bautizaron. Mis padres estuvieron en una búsqueda de Dios, sobre todo mi mamá.

-¿Cómo fueron su infancia y su adolescencia?

Cuando era niño nunca fui a una misa. La primera fue en 1997, cuando la Santa Cruz se convirtió en parroquia. Mi mamá, en su búsqueda de Dios, fue a los testigos de Jehová, a la Iglesia Evangélica y llegó a la Fraternidad Internacional de Hombres Cristianos de Negocios del Evangelio Completo y ahí da la casualidad de que el párroco de esta iglesia, Jaime León García, daba prédicas y mi mamá por medio de él vuelve a reencontrarse con su fe, la fe de sus raíces católicas. En 1996 nos mudamos a la colonia Tara. Yo llegué con resistencia a la Iglesia Católica y no me daba cuenta de que Dios me estaba trayendo.

-¿Tuvo novias en su adolescencia?

No tuve nunca una relación formal, pero sí una noviecita de colegio. No fui muy noviero. Fui un muchacho tímido, pero el Señor va preparando los corazones de cada uno.

-¿Pero lo perseguían las muchachas?

Todo muchacho tiene una admiradora y siempre hay atracciones. Es bueno que eso suceda porque ahí uno madura y crece. Cuando era pequeño quería casarme y soñaba con una familia numerosa, pero cuando El Señor toma nuestra vida pone su propio plan, no el nuestro. Nos damos cuenta de que lo que nos hace verdaderamente feliz es lo que Dios tiene preparado para nosotros.

-¿Cómo reaccionaron sus padres cuando les dijo que quería ser sacerdote?

Mantuve el secreto casi dos años, desde que sentí el llamado hasta que se lo dije a mis padres. No era fácil decirles ‘estoy estudiando, pero me quiero hacer sacerdote’. Todos mis hermanos estábamos estudiando. Se los dije cuando iba a empezar el proceso de discernimiento.

-¿Quién es su inspiración?

Es Cristo. No podemos inspirarnos en ejemplos de hombres para poder seguirlo.

-¿Estuvo en el dilema de ‘me quedo como estoy o me hago sacerdote’?

Claro. Es una lucha fuerte. Son desiertos espirituales donde hay que decidir por Dios o quedarse, pero no se sobrevive sin oración. No se pasa sin las lágrimas y no se puede salir sin la oración de otros. Hay que vivir esos momentos de rebeldía con docilidad y humildad.

-Entre leer y ver TV, ¿qué prefiere?

Leer. Mis libros son médico de cuerpo y alma, Mi vida, del papa Benedicto XVI; La hojarasca; Crónica de una muerte anunciada.

-¿Qué significado tiene el cardenal Óscar Rodríguez en su caminar?

Muchísimo. Su eminencia es dentro de los ejemplos humanos un modelo como sacerdote, hombre y hondureño. Es mi mentor.

-En su ordenación, el cardenal lo abrazó. ¿Qué le dijo?

‘Qué bien, mi hijito. Me siento en el cielo’.

-¿Por qué hay tanta degeneración en la juventud?

Estamos desubicados; no nos sentimos hijos de Dios.

-¿Por qué hay resistencia de los jóvenes a buscar el sacerdocio?

Porque el mundo tiene un discurso de éxito tapizado por el dinero y el placer sin compromiso y eso no lo ofrece el sacerdocio. El sacerdocio es una realización más plena, pero menos inmediata; al joven le da miedo. El joven no solo no busca el sacerdocio, tampoco el matrimonio. Le da escozor el compromiso.

-La arquitectura y el sacerdocio ¿cómo se complementarán?

Soy arquitecto de profesión y puede aportar mas allá del diseño puro. Se tiene una visión más amplia. La liturgia es arte.

-¿De quién es devoto?

De San Antonio de Padua y San José Escrivá de Balaguer.