24/04/2024
01:17 PM

'El cáncer es un asesino que dejó a mi hija sin madre”

Efraín Ortiz perdió hace ocho meses a su esposa Silvia, quien sufrió cáncer de mama y de pulmón.

Se sometió a seis quimioterapias y 14 radiaciones en los nueve meses de embarazo en un intento de vencer el cáncer, pero lamentablemente Silvia de Ortiz (31) no lo logró.

Murió a los tres meses de haber nacido su pequeña.

Desde el inicio, los médicos le pidieron que abortara porque el embarazo haría que el mal se expandiera más rápido, pero el anhelo de ser madre pudo más.

“Ella quería tener a su bebé. Los doctores le habían dicho que era imposible que saliera embarazada por todos los medicamentos que había tomado. Por eso creo que nuestra pequeña es un regalo de Dios para Silvia, pues siempre hablaba de tener hijos”, contó con voz entrecortada Efraín Ortiz, esposo de Silvia.

Los ojos de Efraín se humedecen cada vez que tiene que hablar de su amada. Han pasado seis meses de partida y el dolor de su ausencia sigue tan latente como el día que el cáncer apagó su vida.

Con tristeza recordó que conoció a Silvia cuando ella tenía 25 años. Llevaban tres meses de novios cuando a ella se le diagnosticó cáncer de mama.

“Me dijo que tenía una bolita en el pecho izquierdo y que sentía dolor y por eso se fue a revisar. Ese día viajé a traer unas naranjas en mi camión, porque tengo un local de venta de verduras, y recuerdo que me llamó la prima de ella para darme la noticia. Cuando escuché por el teléfono la palabra cáncer sentí que me habían matado, me puse a llorar.

Ella nunca supo, pero cuando venía de regreso casi me mato porque venía tan aturdido que me metí en el carril contrario sin darme cuenta y si no es porque el otro conductor supo reaccionar, quizás estaría muerto”.

Luego de unos meses a Silvia le extirparon el seno en la Liga contra el Cáncer en San Pedro Sula y la sometieron a radioterapias. La pesadilla parecía haber llegado a su fin, por lo que un año más tarde se casaron. “Pensamos que lo había superado. Vivimos cinco años felices, aunque siempre fuimos a revisión con el especialista. Ella era una mujer hermosa y tenía un corazón como pocas. Siempre estaba dispuesta a ayudar. Se integró en todos los grupos de prevención de esta enfermedad porque decía que quería motivar a otras a superar el cáncer”.

Diagnóstico terrible

Un día, Silvia empezó a tener dificultad para respirar y dolor en la espalda. Acudieron al médico y escucharon por segunda vez el terrible diagnóstico: Silvia tenía cáncer de pulmón, pero esta vez era más agresivo. El panorama no era nada alentador.

“Inmediatamente, el doctor nos indicó quimioterapias. Ella siempre se mantuvo optimista, pero las cosas se complicaron en uno de los tratamientos. Recuerdo que comenzó a vomitar y el doctor le dijo que eso no era normal. Le mandó a hacer una prueba de embarazo y ella se hizo cinco porque no podía creer que el resultado diera positivo. El sentimiento de aquella noticia era encontrado, pues soñábamos con ser padres, pero sabíamos lo que eso significaba”. Efraín se encoge de hombros, da un profundo respiro y sigue. “Cada vez que le iban a hacer radiaciones ella se ponía una almohada en la pancita. Una vez le pregunté por qué lo hacía y su respuesta me quebrantó. Dijo que no quería que eso afectara a la niña. Yo no entendía cómo con el terrible dolor que le provocaba el cáncer, que ya se había expandido al cerebro, la columna, la pelvis, el hígado y los pulmones, podía pensar en protegerla”.

Pese a los malos pronósticos, ella vivió otro año y pudo conocer a su hija. “Cuando ella ya no podía levantarse, le llevábamos la niña a la cama. Era lo primero que pedía cuando se despertaba. El día que murió estuvimos hablando toda la madrugada de lo que vivimos. Ella me encomendó a la niña y me dijo que me amaba”.

Para Efraín, el significado de la palabra cáncer es motivo de dolor. “El cáncer es un asesino que dejó a mi hija sin madre”.

Una vida por otra

Según el doctor Rolando Medina, oncólogo y radioterapeuta, al estar embarazada se redujeron las posibilidades de que Silvia sobreviviera.

“Le dijimos que eso era contraproducente porque tenía cáncer de mamas, pero no quiso interrumpir su gestación. Eso prácticamente le costó la vida”, aseveró el especialista.

Dijo que si ella no hubiera salido embarazada, quizá habría sobrevivido. “Hubo tratamientos que no le pudimos hacer por el estado en que estaba. Además las radioterapias son contraproducentes para los bebés. Pudo haberle generado alteraciones en el sistema nervioso central”.

Medina manifestó que en los últimos años, las personas a quienes se les diagnostica cáncer han aumentado significativamente. “El reporte era antes de 4,000 casos al año, pero ahora es de más de 8,000. Un buen porcentaje muere por esta enfermedad”.

La pequeña Nahomi tendrá que conocer a su madre viendo sus fotos, pues este enemigo silencioso se llevó a la mujer que dio su vida por ella.