28/03/2024
03:06 AM

Madre hondureña alza la voz y clama por enfermos de esclerosis

  • 24 enero 2013 /

Vilma Rodríguez relata cómo su hijo murió prematuramente por falta de tratamiento en el Rivas.

Con manos temblorosas y mirada angustiada, Vilma Rodríguez (70) relató el calvario de su hijo Óscar Antonio Sánchez a causa de la enfermedad que lo mantuvo postrado en cama durante tres años: la esclerosis múltiple.

Sánchez es la primera víctima conocida de la crisis que mantiene en precariedad a los hospitales públicos como el Mario Rivas, donde no hay materiales médicos ni medicamentos.

Doña Vilma contó que su hijo llevaba más de dos meses sin tomar los fármacos (Avonex, Betaferon y Tysabri), que necesitaba para evitar que la enfermedad avanzara, lo que según ella provocó su prematura muerte, ya que los pacientes que tienen ese padecimiento prologan su vida con el tratamiento.

“Desde que no tomaba nada -de medicinas- comenzó a desmejorar. Murió lentamente. Un amigo de la familia iba todas las semanas al Mario Rivas a ver si ya tenían los medicamentos, pero desgraciadamente nunca llegaron”, agregó la dama con voz quebrantada.

Óscar falleció el lunes pasado, solo dos días después de su cumpleaños número 33.
“Le mandé hacer un pastel y le canté el feliz cumpleaños. Aunque él ya no podía hablar, sé que me escuchaba. Vivíamos solos, así que repartí los pedazos del queque entre los vecinos porque él apenas se comió una flor de dulce. Eso fue lo último que probó”.

Sin medicamentos

La esclerosis múltiple es una enfermedad consistente en la aparición de lesiones desmielinizantes, neurodegenerativas y crónicas del sistema nervioso central. Se desconocen sus causas, aunque se sabe a ciencia cierta que hay diversos mecanismos autoinmunes involucrados.

En el hospital Mario Rivas están registrados para recibir medicamentos 32 pacientes. El año pasado protagonizaron al menos dos protestas exigiéndole a la Secretaría de Salud la compra de medicamentos que les prolongan la vida.

Suyapa Mejía, presidenta de la Fundación de Esclerosis Múltiple Amor (Faema), lamentó la muerte de Óscar Sánchez, pues ya les habían advertido a las autoridades que la falta de medicamentos podría acabar con ellos.

“Tenemos cerca de tres meses sin medicamentos y pese a los plantones que hemos realizado frente al Rivas, no se ha resuelto nada. Parece que al Gobierno no le interesan nuestras vidas. Si no tomamos medicinas, nos morimos”, aseguró.

Una lucha infructuosa

Óscar, conocido como Purri por sus parientes, era un ferviente creyente. En su juventud trabajó como coyote y llevó de mojados a ocho de sus 10 hermanos a Estados Unidos, pero en su último viaje los policías de Migración lo agarraron.

“Habría podido huir como lo hicieron los otros muchachos que él llevaba, pero no lo hizo porque las piernas se le aflojaron cuando quiso correr. Por eso solo a él lo apresaron. Estando en la prisión para ser deportado conoció a Dios y venía como loco diciendo que había aceptado a Jesús y que le iba a dedicar su vida”, contó su madre.

Se bautizó e involucró de lleno en una iglesia de la comunidad. Tres meses después quedó en silla de ruedas y a los cinco ya no podía moverse.

“No sabíamos qué tenía y fuimos de un médico a otro hasta que un día un especialista logró diagnosticarlo. Nos dijo que era esclerosis múltiple. Nunca había escuchado sobre eso y comenzamos a buscar en Internet. Fue triste saber que es una enfermedad que no tiene cura y que mi hijo terminaría muriendo”.

Poco a poco, el robusto hombre de estatura promedio comenzó a cambiar. Llegó a estar tan delgado que se le notaba la curvatura de todos los huesos, se le cayó el cabello y perdió por completo la movilidad.

Quienes lo conocieron aseguran que nunca se quejó. Siempre decía que Dios tenía el control y mantenía la esperanza de recuperarse. “No protestaba. Tuvo mucha paciencia. Luego de dos años de estar postrado lloraba, pero jamás renegó”.

Su féretro fue despedido el lunes pasado en medio de cientos de amigos y vecinos, que dijeron frases de admiración por la entereza que Óscar siempre mostró.

Hoy, su madre alza la voz para exigirles a las autoridades piedad para los 32 enfermos de esclerosis que se mantienen en agonía por la falta de medicamento en el Mario Rivas.




“Que se pongan la mano en la conciencia. Son seres humanos los que van al hospital”.