28/03/2024
12:08 AM

Derick Hulse, de las canchas de fútbol al púlpito de la iglesia

Derick Hulse se retirará del fútbol para consagrar su vida a Dios.

Derick Hulse inició desde muy joven a jugar en el más alto nivel del fútbol hondureño, el deporte es su pasión, pero ahora está apunto de colgar los tacos y guardar el uniforme, para tomar el reto más grande de su vida: ser pastor.

Le quedan tan solo seis meses de contrato con el club deportivo Platense donde hizo sus pininos, y pese a que ha tenido ofertas de otros equipos dice estar decidido abandonar definitivamente las canchas, para convertirse en un misionero de la palabra de Dios.

Hulse, asegura que la tristeza y el vacío que una vez sintió, fueron borradas por “la mano de Dios”. Actualmente compagina sus actividades como deportista y líder de una pequeña iglesia denominada Maam, en Puerto Cortés.

Todos los días se levanta temprano a orar, luego se reúne con los miembros de la iglesia, y a las dos de la tarde se pone toda su indumentaria para ir a entrenar con sus compañeros de equipo. Pasado de las cuatro de la tarde, sale de prisa rumbo a la iglesia, que él inicio hace siete meses, para colocar las sillas plásticas
y cuatro floreros que adornan el rústico salón, donde hace muchos años funcionó una discoteca. “No importa donde estamos, sino llevar el mensaje de nuestro Señor Jesucristo”.

Las paredes del local están casi a punto de desplomarse, no hay ventanas por lo que el calor es asfixiante. Solo cuentan con dos parlantes y un deteriorado micrófono, para hacerse escuchar entre las más de 100 personas que conforman la congregación.

El pecho se le llena de aire, al contar que poco a poco han ido “ganando almas para Dios”.

En su mirada se refleja las ganas de ayudar y sus palabras siempre están llenas de esperanza y aliento. “Quiero hacer algo por Honduras. Entendí que no es necesario tener dinero, basta con amar a los demás y brindarles la mano”, dijo.

Cada 15 días visita el presidio sampedrano. Ahí todos lo llaman el “pastor”. Su objetivo es transmitir promesas de amor y salvación, a los condenados. “Yo veo en ellos lo que muchos no ven. Todos cometemos errores en la vida, pero Dios es capaz de cambiar esas actitudes y volvernos hombres ejemplares”, aseveró.

Es común encontrárselo entre los pasillos del hospital Mario Rivas orando por los enfermos; además predica junto a otros jóvenes en las calles y bulevares, el amor por Dios transformó radicalmente su vida. Fue su impulso para dejar los vicios del alcohol y las drogas.

“Llegó un momento en mi carrera que tuve todos los lujos que quise: mujeres, carros costosos, casas etc.
Entonces comencé a consumir alcohol y drogas. Estando en Guatemala, cuando jugaba para el Marquense, sufrí un derrame a causa de todo eso, arrojaba sangre por la boca. Quede tan mal de eso, que no podía jugar mucho tiempo y tenía que salir rápido de las canchas. Un día cansado de luchar contra mi mismo, hice un pacto con Dios, le dije que si él me sanaba, nunca más me alejaría de su seno”.

El futbolista recuerda con melancolía que creció sin padre, algo que lo marcó negativamente. “Él nos abandonó, eso me dijo mi mamá. No recuerdo su rostro, creo que nunca lo conocí; no sé ni su nombre. En mi casa ese tema es un tabú, asumo que está vivo”, expresa.

Hulse dijo que no le guarda rencor, y tiene la esperanza de conocerlo un día. “Lo odiaba por estar ausente, pero ahora sueño con tener la oportunidad de abrazarlo y decirle que lo amo y perdono”, agrega.

En su vida tuvo muchos altibajos, a la edad de 14 años se convirtió en padre, vivió dos años con la madre del pequeño y luego se separaron. “Lamentó no haber sido un buen padre, no sabía en ese momento como serlo, lo sentía más hermano que hijo. Le he pedido perdón a mi amado Alessandro, viajé tanto por mi trabajo como futbolista que me negué la dicha de verlo crecer. Hoy quiero recuperar su amor y resarcir la ausencia del pasado”. Su semblante cambia cuando recuerda lo mucho que su mamá luchó para sacarlo adelante. “No hay palabras que describan el amor que le tengo”.


Un inició perfecto

Su carrera comenzó a despuntar luego de que jugó para la selección sub-17 dirigida por Alberto Romero,
cuando apenas tenía 15 años, fue ahí que José de la Paz Herrera más conocido como “Chelato Uclés”, lo vio jugar y se interesó en él, para luego llevarlo al Platense.

“Siempre me apasionó el fútbol, comencé en un equipo llamado Vida Santa, con un técnico llamado Matute, él fue la pieza clave en mi carrera”.

Su talento nato lo colocó rápidamente en equipos como: Motagua, Victoria, Gimnasia La Plata en Argentina, Shangai de China, Malacateco de Guatemala, entre otros. Derick Hulse, dentro de seis meses jugará su último partido con el Platense, ese día será su despedida de las canchas para ganar la gloria de Dios.