La calamidad que impera en el hospital Mario Rivas es cada día más evidente. Para detectarla basta con recorrer los pasillos y ver a los pacientes durmiendo sobre pedazos de cartón por falta de colchones en las camillas.
A esto se suma la escasez de
materiales, medicamentos y equipo, que desde el año pasado ha sido denunciada por médicos que laboran en la institución.
Lidia Cálix, madre de una pequeña de dos años que fue ingresada por problemas respiratorios, dijo indignada: “Aquí hay que comprar todo. Si uno no tiene dinero, el paciente se muere”. Agregó que cada vez que van a inyectar a su hija, la mandan a las farmacias privadas por jeringas y algodón.
Agustina Pineda (64), con problemas en la vesícula, manifestó angustiada que tiene dos días de estar esperando que le hagan un ultrasonido para ser operada, pero resulta que la máquina se encuentra en mal estado.
