24/04/2024
07:22 AM

El hondureño de los mil oficios causa horror con su arte

Recibió solamente un curso libre de dos años en la Escuela de Bellas Artes de Tegucigalpa, pero pinta desde una tarjeta hasta un mural.

San Pedro Sula, Honduras

Es capaz de convertir a un mortal en un zombi de ultratumba a puro maquillaje, como también de hacer bailar a un Michael Jackson de su creación o construir un castillo de arena lejos del mar. Es Marvin Mendieta, un exsargento del ejército hondureño que sabe 52 oficios y que gracias a sus habilidades se ha convertido en el más polifacético artista plástico del país.

De su pequeño estudio localizado en la colonia Aurora de San Pedro Sula salen a diario sus ideas convertidas en divertidos personajes, disfraces, logotipos, caricaturas, tarjetas curiosas para toda clase de eventos, extravagantes maquillajes o creaciones en tercera dimensión para la televisión.

Estaba cipote Marvin cuando hizo su primera marioneta con la cabeza de una muñeca vieja, a la que le puso peluca, cuerpo de trapo y piedras en los pies para hacerla bailar.

Ahora hace cualquier motivo artístico que le pidan sus clientes o amigos por muy disparatado que parezca, gracias a su talento nato y a las habilidades que fue desarrollando desde la niñez vivida intensamente en Tegucigalpa. Conoce hasta los secretos de hacer pan por haber trabajado en una panadería que funcionaba cerca de su casa cuando era niño.

De todo y de calidad

Su mérito no es hacer un montón de cosas, sino que todo lo que hace lo hace bien, según comentan los amigos que conocen su obra artística. ‘Mejor, ni la sopa de jaiba, como dicen los ceibeños”, le dijo el empresario progreseño Juan Bendeck cuando Marvin le entregó los diseños tridimensionales para televisión que le había pedido con el fin de mandarlos a potenciales clientes en China. Se trataba de una animación en 3D de medallas deportivas dando vueltas para mostrar ambas caras, las que son fabricadas para premiaciones en una empresa de Bendeck.
Más sorprendido quedó Bendeck cuando el artista le hizo una caricatura que no necesita ninguna identificación para que quienes conocen al empresario, sepan que se trata de él.

Marvin también es el creador de Don Guineo, un títere de mano que representa al típico campeño, quien alterna con la India Mardoquella en el programa “No se aflija ni se afloje” que presenta Teleprogreso. Con su sombrero de palma y su alforja al hombro, Don Guineo es solo una muestra de las tantas criaturas publicitarias que han salido de la imaginación de este hondureño, quien se vale hasta de papel higiénico para hacer sus obras.

Hizo además los disfraces de la familia Billetón que le encargó la compañía Tigo para una promoción publicitaria, la cual tuvo mucho éxito. Hablando de disfraces comenta que en una ocasión le tocó meterse dentro del traje que le hizo a la mascota de Pollo Rey.

Aunque hace eso y mucho más, su fuerte es la televisión, donde ha sido desde camarógrafo hasta productor. Precisamente trabajaba en una productora de Tegucigalpa cuando fue llamado por una televisora sampedrana para que le reparara una computadora que nadie podía configurar en aquellos tiempos que iniciaba la era digital en nuestro medio.

No solamente dejó funcionando a la perfección el ordenador sino que en el mismo hizo su primera animación. Ya no regresó a Tegucigalpa.

Su amigo ángel

Durante veinte años estuvo combinando sus habilidades artísticas con la magia de la televisión para realizar toda clase de trabajos, hasta que decidió instalar su propio estudio. Allí no solamente diseña y dibuja en un tablero digital, sino que también hace manualidades usando sus propias técnicas.

En más de una ocasión ha puesto su talento al servicio de la comunidad sin fines de lucro, como cuando pintó, con la ayuda de su hija Mónicca, un mural para la escuela John F. Kenedy de San Pedro Sula, motivado por su amor hacia los niños.
A propósito recordó que estando viviendo en Santa Rosa de Copán llegaba un niño a su estudio a verlo trabajar, y en cierta ocasión le pidió que le imprimiera unos dibujos de los personajes del juego japonés Yu-Gi-OH.

Cuando aquel niño llamado ángel volvió por su trabajo, se encontró con la sorpresa de que el artista no le había impreso sus figuras sino que le había hecho un póster a colores donde aparecía él mismo en medio de los personajes de su juego favorito. Loco de contento el pequeño se llevó el cuadro, directo a pegarlo en su cuarto.

No fue un trabajo extravagante como el que le hizo a un disyóquey de música electrónica, quien le pidió que le pusiera un toque de terror a su careta de vinil. Ahora cuando trabaja el “pinchadiscos” luce orgulloso, sobre la máscara, una dentadura descomunal que asoma de unas fauces abiertas, como las de una fiera mitológica.

Marvin es una de las pocas personas que esculpe el corcho blanco o “Styrefoam” para convertirlo en réplicas de esculturas mayas que sirven para adornar eventos. Luego de esculpirlas las recubre con una pintura oscura de tal forma que parece que son de madera.

En un rincón de su estudio está abandonado Don Rata, un títere de pelusa que diseñó exclusivamente para que narrara la historia de la Civilización Maya a los turistas que visitan Copán Ruinas. El proyecto se detuvo y el artista volvió a su estudio de San Pedro Sula, donde no deja de dar rienda suelta a su imaginación.