18/04/2024
05:07 AM

Guarda huesos de Santos en altar de su casa

El Señor escogió a margarita, una madre de familia, para que divulgara el mensaje de amor misericordioso a las almas pequeñas, dijo Silvia.

San Pedro Sula, Honduras

Un matrimonio chileno radicado en San Pedro Sula desde hace 40 años tiene en su casa una capilla autorizada en su tiempo por el papa Juan Pablo Segundo, que esconde en su altar fragmentos de huesos de tres santidades.

Durante una visita que les hicimos en la colonia Jardines del Valle, la pareja compuesta por Pedro Cocco y Silvia Galdámez de Cocco levantó el tapete del altar para mostrarnos una urna en miniatura incrustada en la madera, en la que hay astillas de huesos que, según dijeron, corresponden a San aVicente de Paúl, Santa Luisa de Marillac y Santa Catalina Laboure.

No todos los fieles que llegan a la capilla a rezar o adorar al Santísimo tres veces por semana saben que existen estas tres reliquias en el altar, dijeron los esposos Cocco. No fue casual que hayan llegado a las manos de ellos, sino parte de un plan divino, como todas las cosas que les han pasado desde que dirigen en Honduras la Legión de las Pequeñas Almas.

Creen que los fragmentos corresponden a huesos de dedos de las tres santidades, los cuales fueron conservados mucho tiempo en Francia y finalmente traídos a América por algún sacerdote. A los esposos chilenos se los entregó el religioso brasileño Carlos Alvez da Silva, según dijeron.

En el caso de San Vicente de Paúl, la leyenda dice que antiguos prelados de la Iglesia habían enviado restos del Santo a colonias africanas y americanas para ayudar a convertir herejes. Algunos huesos de un dedo se les habían ofrecido como regalo a miembros de la alta sociedad parisina para “uso privado”.

La capilla donde el matrimonio guarda celosamente los restos sagrados es como una iglesia pequeña con 33 asientos “como si el Señor hubiese querido poner su edad aquí”. A veces, el matrimonio se ve en dificultades para acomodar a los feligreses cuando sobrepasan del cupo que tiene la capilla. Para que todos puedan disfrutar de la paz de su recinto, les ponen una música gregoriana y no se les permite llevar bebés ni usar teléfonos celulares, comentó la dama.

Artista consagrada

Por un tiempo en la casa funcionó una academia de música dirigida por la señora Cocco, consagrada artista de conservatorio que ejecuta 12 instrumentos, desde el charango boliviano hasta el arpa llanera. En una pieza de su casa está el estudio donde ella pone a volar el talento artístico que sus padres le ayudaron a desarrollar desde su niñez en Viña del Mar, donde nació.

“Este es mi estudio de alabanza. Allá rezo (en la capilla) y aquí ejecuto mis instrumentos”, comenta al mostrar la pieza que parece un santuario dedicado a la música.

En una de las paredes están colgadas una peineta española y un par de castañuelas que usaba en su juventud para bailar flamenco. Todavía lo baila, pero únicamente a manera de ejercicio en la soledad de la habitación.

“Mucha gente me conoce más por la música que por mi vocación religiosa, especialmente en Tegucigalpa, donde tuvimos la academia por 27 años”, comentó doña Silvia.

La piedra del arcángel

Así como en su estudio se respira música por todos los rincones, en la capilla el ambiente religioso envuelve a los visitantes entre tantas imágenes que velan en silencio en el altar y los nichos de las paredes.

Al lado izquierdo del altar, los esposos guardan otra reliquia que los visitantes pueden ver, pero no tocar porque está dentro de un recipiente cerrado, de vidrio. Se trata de un fragmento de roca que los esposos hallaron durante una visita a la gruta de Gargano, Italia, donde se apareció San Miguel Arcángel. Dice ella que el Santo les regaló la piedra porque la encontraron en la entrada de la cueva por donde pasan miles de feligreses.

La gente que visita la capilla de Jardines del Valle pone sus manos sobre el vidrio que protege la piedra para que San Miguel los libere de las calamidades, como hizo en 1656, cuando venció a una extraña plaga que estaba exterminando a los vecinos de Gargano.

Una fuente de agua con la imagen de la Virgen de la Medalla Milagrosa da la bienvenida a los visitantes en el pórtico de la vivienda.

Los esposos salen al encuentro de los fieles y los conducen a una sala. De pronto, al abrir una puerta inadvertida, aparece esplendorosa la capilla como un oasis de paz y de fe, alejado del bullicio de la ciudad.