24/04/2024
05:51 AM

'Nunca usé drogas para correr”

El excampeón de motociclismo Nelson Castellanos asegura que jamás se le subió la fama a la cabeza.

Por hacer una obra humanitaria, Nelson Castellanos fue esposado y por poco encarcelado en los tiempos en que estaba en la cúspide de su carrera como motociclista.

Nada tuvo que ver aquel incidente con su pasión por las carreras de motos, pero forma parte de las anécdotas que reflejan la personalidad de este hombre que a sus 55 años y con algunas libras de más no quiere bajarse de sus “caballos de acero”.

Nos contó la historia entre el rugir de las motocicletas que eran reparadas en su taller de la colonia Smith, en San Pedro Sula. Regresaba en su vehículo a la casa para darle el abrazo de Navidad a su familia un 24 de diciembre cuando otro conductor atropelló a un hombre, que quedó tirado justamente frente al auto del campeón.

El irresponsable conductor huyó y dejó al hombre gravemente herido, sin que nadie lo auxiliara, excepto Nelson, que temerosamente lo subió en su carro, no sin antes pedirle a Bruno Fontana, oficial de la Naval allí presente, que tomara nota por si después querían culparlo a él.

Su presentimiento era bien fundamentado. En cuanto dejó al herido en manos de los médicos, un oficial de policía lo detuvo diciéndole: “¿Cómo es eso de que atropellás a este hombre y venís solo a tirarlo?”.

No valieron razones. El uniformado lo esposó y ya se lo llevaba a la estación policial cuando Castellanos logró comunicarse con Bruno Fontana, quien se hizo presente al hospital para abogar por el corredor. “Por suerte había guardado su número de teléfono; si no, paso la Nochebuena en la bartolina”, comentó.

La historia no termina allí. Dice Nelson que como a los tres años apareció en su taller un hombre que caminaba penosamente, preguntando por él. Era el atropellado, quien lo había andado buscando por toda la ciudad para agradecerle por salvarle la vida. “Se me fue el alma cuando lo vi. Creí que ya estaba muerto”, dijo.

Más trofeos que rasguños

Los 2,300 trofeos que guarda en su casa hablan de la faceta deportiva de Nelson Castellanos, que por poco nace manejando una motocicleta: tal ha sido su vida de corredor. Su padre tenía que dejarlo encerrado bajo llave para que no fuera a correr, por temor de que sufriera un accidente, aunque él mismo le había comprado una Yamaha 250 a los 16 años.

Cuando no tenía motocicleta se la pedía prestada a sus amigos con el cuento de que era “solo para dar una vuelta” y resulta que se iba a competir con ellas.

Tuvo la suerte de que en los 18 años que participó en competencias nacionales y centroamericanas obtuvo más premios que raspaduras y golpes.

Fue uno de los pioneros en Honduras del motorball, especie de fútbol en motocicleta. El deporte desapareció porque resultaba muy costoso y peligroso, ya que se destruían las motos y casi siempre había golpeados.

El público atónito también lo vio volar en su motocicleta sobre siete Land Rovers en el desaparecido campo La Gran Familia o hacer el salto del fuego sin recibir un rasguño.

Fue en las calles y no en las pistas donde lo atropellaron en dos ocasiones y sufrió fracturas en la tibia y el peroné y otras lesiones que le han afectado la espalda.

Los médicos le han prescrito reposo, pero él, terco, sigue corriendo, aunque ya no con el empuje de su juventud, cuando todos los años alzaba el trofeo del primer lugar de motociclismo nacional y otras veces a escala centroamericana. Ahora son sus hijos Nelson Júnior y Kerbyn quienes están dejando una estela de triunfos en las pistas de Honduras y de Centroamérica.

El padre ya no compite, pero organiza competencias y no se las pierde dondequiera que se lleven a cabo. Su esposa Dora Ingrid, quien siempre lo acompaña, recordó que una vez que iban a El Salvador se le ponchó una llanta al carro y, como no llevaban el repuesto, a Nelson se le ocurrió rellenarla de zacate y así terminaron de llegar a la competencia.

Dora Ingrid lo conoció corriendo y cuando se encontraron en una fiesta formalizaron sus relaciones. Por ese tiempo era el ídolo que captaba las miradas femeninas en las fiestas; no obstante, ella fue la afortunada porque ahora forman un hogar muy feliz, según dijo.

Nelson interviene para aclarar que nunca la fama se le subió a la cabeza. “Siempre fui un hombre humilde. Iba a las fiestas porque me gustaba la música, pero no bailaba”.

No faltaron amigos que le ofrecieran “un purito de marihuana”, pero él más bien los aconsejaba que no se drogaran.

“Conviví con gente que era adicta, pero no me contagié. Me pueden hacer un chequeo. Corríamos la libre en motos pesadas y rápidas que son más peligrosas y siempre lo hice en mis cinco sentidos.

A mis hijos les he dicho que nunca me puse eso en la boca”, dice al referirse a sus dos varones que tratan de emular sus hazañas.

Hijo corrió con una colostomía

Nelson Castellanos Júnior participó por primera vez en una competencia internacional cuando ni siquiera podía sostener la motocicleta parada porque no alcanzaba el suelo con los pies.

Fue necesario que otra persona le sostuviera la máquina mientras arrancaba cuando participó en esa competencia en Nicaragua de la que se llevó el trofeo del segundo lugar.

Había aprendido a manejar en el taller de su padre, en una cincuentilla, y desde entonces no hay quien lo detenga. Ha sido Premio Nacional desde 1998 hasta la fecha. “Solo mi hermano Kerbyn me ha podido ganar”, dice con orgullo.

Ya lo conocen como corredor en otros países, comenta su padre. “Ahí viene Pitillo” comentan con respeto y cierto temor los otros corredores cuando se dan cuenta de que el hondureño va a participar.

Pitillo es su nombre de combate como corredor.

No deja de correr pese a los accidentes que ha sufrido fuera de la pista.

En Siguatepeque se fue a un abismo en su motocicleta cuando un compañero se le atravesó en una curva. En otra ocasión, un taxista lo levantó en una de las calles de San Pedro Sula.

Como consecuencia tiene 19 tornillos en la pierna derecha y una cicatriz en cruz en el abdomen debido a una cirugía en el colon.

No se había recuperado completamente de esa operación cuando ya estaba corriendo de nuevo. “Corrí con una colostomía bajo el traje”, dice al referirse al depósito provisional que le colocaron los cirujanos fuera del intestino.