24/04/2024
10:25 PM

'Cuatro veces me han dado por muerto”

El “Chino” Mario Ramón Sandoval ha entregado toda su vida al fútbol. El técnico reveló aspectos desconocidos de su existencia.

La primera vez que lo dieron por muerto, Mario Ramón Sandoval se encontraba en México donde jugaba con la Liga Española a la vez que estudiaba para convertirse en director técnico de fútbol. Una infección en las amígdalas lo llevó al quirófano sin fatales consecuencias, pero debido a una mala comunicación, en Honduras creyeron que había fallecido durante la operación.

Resulta que la señora que le alquilaba el apartamento en la ciudad de México envió un telegrama a los familiares con el escueto mensaje: ‘Mario Grave, urgente’. Luego se perdió la comunicación por completo y al no volver a saber más nada de él, la familia lo dio por muerto. A México había llegado Sandoval con la intención de estudiar Medicina, pero solamente sacó dos años de fisioterapia porque lo atrajo más el curso para entrenadores.

Con el título de Director Técnico en su maleta, Mario regresaba a su tierra cuatro años después de haber sido llorado por sus seres queridos. No podían creerlo cuando lo vieron llegar vivito y coleando. Ni siquiera podía platicar con su gente por la gritería de alegría y asombro que se produjo a su llegada.

Huyendo de la llena

En Tela donde nació, le pegó las primeras patadas a la pelota como extremo izquierdo del Abacá infantil. “Nos llevaban a jugar desde que estaba en la escuela Pentecostal donde me enseñaron a dar los buenos días en inglés y a orar antes de comer”, dice el veterano deportista conocido como El Chino Sandoval. Fue su madre quien le puso El Chino para evitar que los otros niños le llamaran Negro cuando iban a buscarlo a su casa para jugar. Aunque a la señora no le gustaba que le pusieran apodos a su consentido, aceptó el de Chino porque le sonaba mejor.

Un día lluvioso, sobre los vagones del ferrocarril, el Chino y su familia salieron de Tela en 1954 huyendo de las inundaciones de ese año. “Primero llegamos a Baracoa y después a San Pedro Sula, yo tenía como ocho años”, recuerda.

El cipote parecía predestinado a convertirse en una estrella del deporte pues en cuanto se radicó en San Pedro Sula fue reclutado por el Marathoncito del barrio Paz Barahona. “De allí pasé al Independiente y luego al Real España”. A medida que se hacía hombre iba dejando una estela de triunfos en el deporte por la que ahora es muy recordado, aunque se encuentre retirado de las canchas.

Luego que llegó de México le ofrecieron la dirección técnica del Atlético Alus que, bajo su conducción, fue campeón en la Liga Mayor, Juvenil e Infantil. Además, “me dieron las reservas del Marathón como asistente de Mon Rodríguez”, recuerda.

Luego regresó a México a seguir estudiando y al volver a su tierra se le abrieron otras oportunidades para demostrar en la cancha sus aprendizajes, aunque sin mayores remuneraciones. Recuerda que el dirigente deportivo Héctor Siu, quien era dueño de un supermercado, le pagaba con provisiones para que dirigiera los equipos de la Liga Mayor.

Sus otras “muertes”

Así como lo han perseguido los triunfos parece que la muerte también, pero esta no ha logrado alcanzarlo. Cuando dirigía al Juventud Morazánica de El Progreso, circuló la noticia por los medios locales que El Chino Sandoval había muerto en un accidente.

Pero el fallecido era otro hombre idéntico a él. Hasta el mismo Sandoval quedó asombrado del parecido al ver al difunto dentro del ataúd cuando fue a verificar por qué lo comparaban con él. Fue como haber asistido a su propio velorio, comentó.

En otra ocasión, estando dirigiendo al Sula de La Lima, casi lo mata el “repollero” del equipo por un fuerte reclamo que le hizo el entrenador sin saber que el tipo estaba ebrio.

De no ser porque Sandoval saltó un cerco tras el grito de alerta de una vecina, aquel hombre lo hubiera alcanzado con el machete. Ni siquiera lo hirió, pero en el entorno deportivo se regó la bomba de que lo había dejado tendido en la grama.

Se salvaba así de la tercera, pero la cuarta casi se convierte en la vencida. Ocurrió el año pasado luego de haber sido operado dos veces en menos de 15 días por un problema de cálculos en un riñón. Después que le hicieran una mala cirugía quedó tan mal que su esposa lo sacó del centro asistencial para llevarlo a una clínica privada porque estaba blanco como una candela. “Véngase porque usted se está muriendo”, le dijo su compañera, pero no encontró médicos porque era Semana Santa.

Al pasar el feriado fue finalmente operado por segunda vez en una clínica en la que además estaba internado un periodista de radio. “De allí salió el relajo de que me había muerto”, manifestó. Frente a la casa de la familia se paraban los carros con gente que preguntaba en qué funeraria lo estaban velando, mientras por las redes sociales seguía circulando los mensajes de pesar por la muerte del “hombre que tanta gloria le dio al deporte”.

Bueno también como cocinero

Lidabel Rodríguez acepta que cuando se casó con Mario Roberto Sandoval ella no sabía ni hacer huevos fritos. Sin embargo, ahora todo le queda rico gracias a las enseñanzas que él le ha dado pues es un experto cocinero.

“Si no le queda bien algo, yo le digo qué le hace falta”, dice orgulloso el técnico de fútbol.

Los primeros conocimientos en materia de cocina lo recibió El Chino Sandoval siendo niño, cuando su mamá lo mandaba a poner el arroz y los frijoles en el fuego.

Como ha andado solo con los equipos por todas partes, también hacía su propia comida y así fue perfeccionando su arte.

Su especialidad son los espaguetis a la carbonera, pero también es experto en asados, dice. A su esposa la conoció durante un encuentro entre el Olimpia y el Real España.

Ella llegó a apoyar a su equipo Olimpia y él estaba dirigiendo al España. “Después se me pegó como chicle”, dice sonriente Sandoval.

Luego, más serio acepta que fue gracias a ella que se salvó de morir pues lo sacó a tiempo del centro asistencial donde le hicieron una mala operación.

El Chino manifiesta que su otra pasión después del fútbol y la cocina es la radio.

“Fui fundador del Sindicato Radial Sampedrano y soy comentarista deportivo”, expresa.

Dirige el programa Epicentro Deportivo de Radio San Pedro.

Otra etapa poco conocida de su vida es que estuvo en Nueva York jugando en la Liga de Primera División de la Universidad de Cambridge.