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Artesanos garífunas se resisten a desaparecer

  • 10 enero 2013 /

La nueva generación no practica este oficio ancestral. Se hace necesario apoyar a los centros técnicos.

La elaboración de tambores de diversos tamaños y otros artículos garífunas ha sido una herencia que por más de 17 años ha conservado una pequeña familia de esta etnia en la comunidad de Sambo Creek.

La elaboración de artesanías como fuente de trabajo está desapareciendo en muchas comunidades afrodescendientes.

La microempresa familiar Artesanías Garífunas Dadí ha servido también como escuela para promover este oficio, que a los jóvenes les está empezando a interesar.

“Lo bueno es que tenemos muchos jóvenes que se están interesando en aprender este trabajo, pero lastimosamente no hay condiciones físicas para atender este interés”, explicó Luis Enrique García, coordinador de esta microempresa.

En esta comunidad garífuna, la madera es modificada rudimentariamente. Manos artesanas les dan trato a los trozos más rudos hasta lograr la forma de un tambor.

Una humilde casa de madera en la playa ha sido convertida por este grupo de artesanos en su lugar de trabajo y aprendizaje.

“Este oficio se está perdiendo. Es una situación preocupante y es importante que se le ponga una mirada a esta situación”, señaló el líder garífuna.

Materia prima escasa

Las herramientas y los materiales usados para elaborar tambores y otros artículos son cada vez más difíciles de conseguir.

“Ya las herramientas y los materiales han escaseado. En el mercado no se hallan. Tenemos lo que tenemos porque personas mayores nos lo han dejado”, explicó.

Para fabricar un tambor, el trabajo es complicado porque se hace artesanalmente, “se tienen que escarbar los trozos de madera hasta darles la forma del tambor”.

Además de tambores aquí se elaboran ralladores, coladores, morteros para machuca, cabos de hacha y adornos de madera. Algunos de estos productos son enviados a Estados Unidos.
Esta casa es la única que queda en esta comunidad para la promoción de las artesanías garífunas.

“Si contáramos con el apoyo del Gobierno, este proyecto beneficiaría a todos los jóvenes y ya por la falta de espacios no podemos. Aunque querramos es difícil por las limitaciones”, dijo. Siete parientes trabajan en esta empresa familiar. Desde el más pequeño hasta el más grande están aprendiendo este oficio.

Conseguir la madera, las lianas y el cuero es más difícil porque deben trasladarse a otras partes para adquiridos y a veces escasean.
Es una realidad difícil para los artesanos.