27/03/2024
02:58 AM

A hondureño le cayeron 800 libras de hierro sobre su cuerpo

El mecánico hondureño Óscar Márquez sigue trabajando como mecánico después del accidente.

El mecánico Óscar Márquez sobrevivió para contar la historia después que le cayó sobre el pecho la caja de transmisión de un tractor que estaba reparando en la ciudad de Comayagua.

Por tanta fuerza que hizo tratando de liberarse de las 800 libras de hierro que aprisionaban su tórax se lesionó la médula espinal. Esto ocasionó que a los pocos días quedara paralizado de la cintura hacia abajo. No obstante, no quedó postrado ante la vida pues sigue trabajando en la reparación de equipo pesado.

De la comunidad de Villanueva, Cortés, donde vive, había viajado a Comayagua aquel fatídico día en el que le vio la cara a la muerte mientras permanecía aprisionado bajo la caja del D6.

Gritó pidiendo auxilio hasta que por fin llegaron unos trabajadores, quienes con palas y tubos lograron quitarle el peso que lo estaba dejando sin respiración. El efecto del daño no se dio de inmediato. El mecánico logró reponerse y regresar a Villanueva, pero pocos días después fue sintiendo un hormigueo en las plantas de los pies y debilidad en sus piernas las que finalmente quedaron inmóviles. Al verse de repente en una silla de ruedas cayó en un estado agudo de depresión. “Se me vinieron a la cabeza un montón de cosas que poco a poco fui superando con la fuerza de de Dios y mucha voluntad”.

Aunque sus piernas ya no le respondían, se dio cuenta que podía contar con las fuerzas de sus brazos para volver al oficio y continuar enfrentándose a la vida con coraje.

“Para donde me hago, hay que trabajar para poder comer”, dice el villanovense nato.

El oficio de mecánico lo practica desde que estaba cipote. “En cuando salía de la escuela me iba al taller de un vecino para ayudarle en lo que podía”, recuerda.

Su “troncomovil”

Uno de sus antiguos clientes a quién solía reparar su maquinaria en las montañas de Yoro, le trajo de Estados Unidos una carreta que óscar moviliza dándole vuelta a una manivela con sus manos endurecidas por el trabajo.

En ese carrito que algunos llaman troncomovil se desplaza por las calles de Villanueva o hacia un taller cercano a su casa para hacer eventuales trabajos de mecánica.

Estos vehículos son fabricados por personas de la tercera edad en un asilo de Washington como parte de su terapia ocupacional, según le explicó a óscar, el hombre que se lo donó.

El artefacto llegó en piezas y óscar lo armó jugando, pues para él es un juguetito en comparación de los tractores que le toca reparar. Por lo general las personas que conocen de su especialidad lo van a traer a su casa para que repare su maquinaria en los lugares donde esta se encuentra trabajando.

Hogar

óscar convive con una hermana y un hijo suyo de 14 años que por esas ironías de la vida, también está en silla de ruedas. Quedó inválido a causa de un trauma que sufrió a los cuatro años cuando varios delincuentes asaltaron la vivienda en la cual el niño se encontraba solo.

Ese muchacho es el mayor motivo para que el mecánico decidiera volver a tomar sus herramientas de trabajo en vez de quedarse en una silla de ruedas lamentándose de su situación.

Su mujer se marchó de la casa después de que óscar sufriera aquel accidente en Comayagua, no porque ella dispusiera dejarlo, sino porque él mismo se lo pidió.

“No puedo darte lo que vos querés, así que mejor déjame solo”, le pidió óscar a su mujer quien se fue apesarada llevándose a la hija que procrearon.

“No quería que ella sufriera lidiando conmigo”, justifica el mecánico al recordar el tiempo en que la tristeza se había instalado en su casa por su falta de fe.

Ahora se entretiene a veces bromeando con sus compañeros en el taller cercano a su casa, quienes lo conocen desde que se fajaba debajo de los tractores desarmándolos y armándolos hasta con los pies. “Antes, cuando recién había sufrido el accidente, no quería ni platicar con nosotros”, comentó uno de los mecánicos del taller al ver a Óscar que reía por las bromas que le hacían sus otros compañeros.

Su sueño es poner un tallercito de mecánica en su casa para no tener que esperar a que lleguen sus clientes a traerlo. “Yo hago castillos en el aire que luego se derrumban, pero no es por falta de fe, sino por falta de recursos”, dice.

El hombre ha cambiado mucho desde que comenzó un tratamiento con un terapeuta de San Pedro Sula, quien le ha prometido que lo hará caminar de nuevo. Incluso ha hecho que se levante de su silla de ruedas sosteniéndose. él no se atreve a dar un paso porque siente que va a perder el equilibrio. El terapeuta le dice que todo está en que pierda el miedo para que sus pies retomen el camino de antes.

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