18/04/2024
07:04 AM

Los confunde hasta la mamá porque son igualitos

Con una cinta roja en el pie, la comadrona diferenció al segundo gemelo del primero.

Aunque doña Silveria presentía que iba a tener gemelos porque había palpado los dos bultitos en su vientre, no dejó de asustarse cuando escuchó un llanto por partida doble al dar a luz hace 21 años en una aldea remota de Santa Bárbara.

Hasta la partera se vio en aprietos cuando salieron las dos criaturas, una tras otra, sin darle tiempo a reaccionar. “No hallaba qué hacer cuando vio que venía el segundo niño envuelto en una tela, entonces yo tuve que ayudarle a descubrirlo”. Era el séptimo parto de doña Silveria, quien tuvo nueve en total sin necesidad de cesárea.

Eran como dos gotas de agua. Tras que nacieron, la comadrona tuvo que atarle un cinta roja en el pie derecho al segundo para diferenciarlo del primero.

Después que nacieron a eso de las seis de la mañana la partera los arregló y se quedaron dormidos hasta que despertaron a un tiempo a eso de las seis de la tarde.

La noticia de que la mujer había tenido dos niños igualitos corrió como reguero de pólvora en la comunidad de El Volcán, municipio de Concepción del Norte, por lo que fue necesario ocultar a las criaturas para que nadie las viera.

Durante un mes los recién nacidos fueron mantenidos encerrados para evitar que la gente los fuera a “ojear”, comentó doña Silveria al recordar el nacimiento de sus criaturas a las que bautizaron con los nombres de Fredy y Nery.

Como recuerdo de aquel acontecimiento, la madre guarda disecado el saco vitelino en que venía envuelto Nery. “Parecía una tela, yo la puse a secar y allí la tengo guardada”, dice.

Piensan lo mismo

Los cipotes no solo eran igualitos, sino que mostraban los mismo gustos y la misma conducta a medida que iban creciendo. “Pareciera que también pensamos lo mismo porque cuando estamos platicando, de repente nos salen al mismo tiempo las mismas palabras”, comentó Nery durante la visita que les hicimos en el sector de Cofradía, adonde ahora viven.

Luego de que terminaron la educación primaria en El Vocán se trasladaron a Cofradía con el fin de trabajar y estudiar a la vez. Una compañía maquiladora de ese sector les dio empleo a ambos en distintos departamentos y comenzaron los enredos por la confusión que su parecido provocaba.

Cierta vez, el jefe mandó a Fredy a traer materiales a las bodegas para la elaboración de los productos y de repente encontró a Nery en los pasillos, que andaba haciendo otra diligencia. Creyendo que se trataba de Fredy, el ejecutivo le reclamó por qué no estaba cumpliendo con lo que le había ordenado. Entonces vino la explicación obligada del muchacho: “Al que usted mandó es a mi hermano, lo que sucede es que somos gemelos”.

Los enredos se acabaron hasta que Fredy salió de la empresa debido a una rebaja de personal y fue a trabajar a otra maquiladora de ese mismo sector. Sin embargo, las confusiones continuaron en el instituto de Cofradía en el que ambos se matricularon para estudiar carreras técnicas diferentes.

El caso es que Daniel Quezada, director del centro de estudios, veía que un estudiante asistía en la jornada de la mañana a recibir clases de mecánica y por la tarde recibía clases de electricidad, cuando solamente había pagado la matrícula de una materia.

“Este me quiere tomar por tonto, pero lo voy a dejar”, pensó Quezada, director de la Escuela Técnica Thomas Alva Edison.

Al tercer sábado que el muchacho llegó a las acostumbradas clases de educación a distancia, Quezada lo llamó para pedirle una explicación del porqué solo había pagado una matrícula y asistía a las dos jornadas. Ante el reclamo el muchacho comenzó a reír al tiempo que le respondía: “No, don Daniel, el que viene por la tarde es Nery, yo soy Fredy”. Quezada se quedó de una pieza cuando finalmente los vio juntos.

“Hasta yo los he confundido porque la voz de ellos también es igualita”, comenta la madre, la que llegó a visitarlos desde El Volcán.

El mal de uno...

En cierta ocasión que doña Silveria tuvo que castigar a uno de ellos, el otro sin que le hubieran hecho nada, también soltó sus lágrimas, comentó. Desde niños, siempre andan juntos y cuando la madre los sacaba, la gente le preguntaba quién es Fredy y quién es Nery.

Cuando llegaron a la edad en que los niños todo lo preguntan, las interrogantes que hacían ambos eran por lo general las mismas. Además, “si le daba comida a uno me pedía con la vista que le diera también al otro. A los dos les gusta la gallina india asada”.

También ayudaban a su padre, Julio Amaya, a cultivar la tierra en la medida que sus fuerzas de niños se lo permitían, pero nunca pasaban de hacer la misma tarea.

Un hermano mayor les marcaba el área de terreno que cada uno debía cultivar, y da la casualidad que siempre terminaban a un tiempo.

A veces cuando los amigos confunden a Nery con Fredy o viceversa, los gemelos les siguen la corriente para no tener que dar explicaciones. Sin embargo, son honestos cuando las admiradoras los confunden porque no se hacen pasar el uno por el otro, como pasa con otros gemelos.

Hace dos meses que Nery decidió formar su hogar en otro sector de Cofradía, pero no pierde la comunicación con Nery. A cada rato se están llamando.

Diez hijos de nueve partos sin cesárea

Diez hijos procrearon Julio Amaya y Silveria Ordóñez incluyendo a los gemelos Fredy y Nery a quienes ahora el destino los ha separado, pero que no obstante continúan teniendo comunicación constante. Lo que le pasa a uno lo siente el otro, porque se están llamando a cada rato a través de sus teléfonos celulares. Fue difícil reunirlos a todos.

Ambos se preparan en la Escuela Técnica Thomas Alva Edison de Cofradía. Fredy estudia Mecánica Automotriz y Nery Electricidad doméstica y comercial. Decidieron estudiar diferentes carreras, para que haya de todo en la familia, según dijeron los gemelos.r