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Honduras: Madre e hija se reencuentran tras 15 años de angustia

  • 16 julio 2012 /

Ana Marleni Antúnez vuelve a tener contacto con su familia, que la creyó muerta en México.

Son las cuatro de la tarde y doña Ana María Morán habla con su hija por primera vez tras 15 años de separación. Es un reencuentro milagroso, en donde el amor de una madre queda manifiesto.

Me traslado, a las 3.30 de la tarde, junto a mis compañeros de trabajo a su humilde vivienda en la colonia Tepeaca para ser testigo de este emotivo momento que comenzó con una publicación el viernes en este rotativo.

En Mazatán, Chiapas, son las cinco de la tarde. Ahí otro equipo de LA PRENSA está con Ana Marleni Antúnez Morán, quien se acercó hace cinco días a los periodistas para mandar un mensaje a su familia de la cual perdió contacto hace 15 años cuando decidió ir en busca del mejores oportunidades a Estados Unidos.

El equipo de LA PRENSA estaba dando cobertura a la tragedia de los indocumentados al dañarse la bestia en Veracruz.

Marleni quería reencontrarse con su familia, pero vacilaba al pensar en la reacción de sus hijos y familiares de los cuales busca el perdón por haberlos abandonado.

La llamada

En México, mi colega Xiomara Orellana busca a Marleni cuando le comunicamos que la madre de esta había hablado a LA PRENSA. La halla en una finca de plátanos adonde trabaja empacando banano. “No pensé volverlos a ver”, dice.

La mujer rompe en llanto al saber que su familia en Honduras espera una llamada por celular para poder hablar con ella.

“¿Qué les voy a decir?, dígame qué les digo”. Marleni no para de llorar y comienza a preguntar qué dijo su familia, si la perdonan, si puede volver a San Pedro Sula. Afloran en ella miles de emociones por los seres queridos que dejó.

Un pequeño recorrido desde las fincas hacia su vivienda la calman un poco. En su hogar, en Mazatán, la imagen de una Virgen de Guadalupe la acompaña, es a la que todos los días le pide por sus hijos.

Espera el enlace con Honduras y Marleni tiembla. Comienza a transpirar y no sabe qué hacer, lo que más le preocupa es qué le dirá a su familia.

En San Pedro Sula, Ana María espera ansiosa. Esta menuda señora de 78 años no para de agradecer a LA PRENSA.

Sus ojos se llenan de lágrimas antes de la llamada.

Desde mi celular llamo a mi compañera Xiomara. Con sus manos temblorosas, doña Ana toma el teléfono para hablar con Marleni, su rostro cambia, las lágrimas corren por sus mejillas y ríe a la vez.

-Buenas tardes, ¿como estás hija?

-Aquí, un poco bien.

-Aquí estoy solita.

-¿Por qué mamá? Doña Ana cambia el semblante.

-Porque se murió tu papá hace tres años.

-¿Qué?, ¡ay, qué triste!

Mientras el diálogo continúa, nos sentimos intrusos en ese momento de intimidad que durante 15 años esperó Ana María, pero a la vez no dejamos de sentirnos gratificados por las bondades de esta profesión.

En Mazatán, cuando la llamada termina, Marleni llora.

“No creí que tan rápido me iban a ayudar, yo pensé que el día que me hicieron fotos en el consulado, no iba a volverlos a ver, pero me regalaron de nuevo a mi familia, no sé cómo pagarles eso, gracias de verdad”, dice emocionada la mujer.

La consigna es que Marleni pueda viajar a Honduras. En 15 días ya tendrá su pasaporte y el consulado de Honduras prometió ayudarla para que en persona esta familia vuelva a encontrarse.

Será la oportunidad para que Marleni conozca a sus nietos y se reencuentre con sus hijos.

A pesar del distanciamiento que en los últimos días Marleni ha tenido con su compañero de hogar Miguel Morazán, parece que la acción de LA PRENSA por encontrar a su familia no solo la ha unido con la madre, hermanos e hijos, sino también con su pareja. Después de la llamada se abrazan y sellan con un beso su reconciliación.

Ella queda a la espera de que a más tardar en 15 días se reencontrará con su familia en Honduras.

En San Pedro Sula, la madre no para de agradecer no solo a LA PRENSA, sino también a Dios por haber escuchado sus oraciones y haber hecho el milagro del reencuentro. “Dios siempre me mostró que estaba viva, hasta me mostró que había formado familia”.

Su hermana Irma que también tuvo oportunidad de hablar con ella está feliz de recuperar a su hermana; ya que pensaba que Marleni se encontraba sin vida.

“La palabra de Dios dice que uno nunca debe perder la visión. Su palabra dice que lo que Él dice se cumple”, expresa la anciana con una sonrisa en su rostro. Doña Ana en vez de vacío, siente regocijo por la hija perdida que regresa y la certeza de que sus oraciones fueron respondidas.

La separación

Según contó Marleni a LA PRENSA, dejó en 1997 San Pedro Sula para buscar una oportunidad en Estados Unidos. La muerte de su esposo la dejó sin el sustento del hogar y agobiada porque había que mantener a sus cuatro hijos debía buscar cómo salir adelante.

Sin embargo, al llegar a Chiapas, el sueño se convirtió en pesadilla. Marleni fue asaltada, se quedó sin un peso y vivió un calvario que le hizo perder el contacto con los seres que más amaba.

Sus cuatro hijos quedaron en poder de su suegra en El Progreso, Yoro.

Ahora sabe que está perdonada, que puede regresar. Entre lágrimas de emoción, su madre se lo dijo en una frase: “Aquí te espero hija”.