21/04/2024
05:51 PM

'Mi mamá es la cómplice de mi pasión por la ciencia”

Bryan Obed Larios López, científico hondureño.

Para ir por el mundo y aprovechar las becas que gana gracias a su sed de aprender sin perder el trabajo donde comparte sus conocimientos, al físico hondureño Bryan Obed Larios López algunas veces le ha tocado rogar que le den permiso de viajar.

El científico capitalino con alma de copaneco, que ayer dio su primera conferencia totalmente en inglés en el instituto de matemáticas Isaac Newton de la Universidad de Cambridge, Inglaterra, nos contó otras facetas de su vida.

Vive en Tegucigalpa, donde es catedrático en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, y desde ahí ha podido palpar las fallas del sistema educativo hondureño. Como a un científico no se le ve todos los días, profundizamos para conocer sus puntos de vista y un poco más de su vida: la vida de un genio.

-¿Cómo fue su niñez y adolescencia?

Me cuentan que de niño fui muy inquieto, pero siempre alegre (se ríe). Creo que lo mejor que me pasó es que me llevaran a vivir en Santa Rosa de Copán; allí la vida es muy tranquila y los niños podían jugar en canchas de fútbol caminando sin ninguna preocupación. Recuerdo que los profesores de las escuelas organizaban campeonatos de ajedrez. La pasé bien en mi niñez. No me puedo quejar.

-¿De dónde viene su fascinación por la ciencia?

De mi madre Ruth López. Ella es un personaje como pocos. Siempre ha sido un espíritu libre. Otros dirían rebelde. Me cuenta que de joven siempre fue ella la mejor de su clase y siempre fue diferente del resto del grupo. Por ejemplo siempre miró Cosmos de Carl Sagan, aunque en su propia casa le decían que dejara de ver cosas raras.

-¿Supongo que es el orgullo de su mamá?

Ella siempre me dice que me he convertido en lo que ella siempre quiso ser. Ella es la principal cómplice de mi pasión por la ciencia, por mi placer de descubrir, como diría Richard Feyman (Premio Nobel de Física). Por ejemplo, cuando yo era niño ella solo me compraba legos como juguete. Si tenía otro juguete, era regalo de otra persona y me parecían aburridos. Con los legos siempre tenía muchas posibilidades de crear cosas nuevas (formas en este caso).

Mi madre solo me tuvo a mí. Soy hijo único, aunque siempre quise tener un hermano o hermana.

-¿Tiene pasatiempos?

Disfruto mucho cocinar. De hecho me relaja bastante. Creo que si decidiera quedarme de una vez a vivir en Honduras, pondría una pequeña fonda. Siempre paso inventando qué hacer. Tener poca comida en el refrigerador es una buena fuente para inspirarse a hacer platillos nuevos. Me ha funcionado muy bien.

-¿Cuáles son sus aspiraciones u objetivos académicos?

Mis planes académicos a corto plazo son conseguir una posición doctoral en una institución donde haya un grupo trabajando en mi tema de investigación (dualidad norma/gravedad; no hay muchos en el mundo). Luego, sin duda, regresar a Honduras y formar un pequeño grupo de trabajo, empezar a formar estudiantes de licenciatura, quizá maestría, y que ellos salgan a preparase mejor al extranjero y así poco a poco se tendrán físicos mejor preparados en el país, dispuestos a seguir trabajando en investigación.
Es más o menos lo que hicieron China y la India y vean ahora dónde están. Brasil empieza hacer lo mismo, al igual que México.

-¿Siempre sacó buenas calificaciones?

Siempre fui un estudiante promedio desde la escuela hasta los primeros años de la universidad, poco motivado por mis profesores, aunque aprobaba las clases con mínimo esfuerzo, como la mayoría de los estudiantes de Honduras (considero).

Recuerdo que leía por mi propia cuenta temas de interés en vez de memorizar lo que mis maestros consideraban adecuado para mi formación.
En ciclo común ya leía libros de física que heredé de un hermano de mi mamá, una de las personas que he tenido como referente; de hecho gracias a él (aunque él no lo sabe) me cambié de Ingeniería Civil a Física.

-¿Lo apasionó la matemática desde pequeño o fue hasta que entró en Ingeniería que vio que ese era su fuerte?

Recuerdo desde la escuela que en la semana de exámenes siempre dejaban el examen de Matemáticas para el viernes (quizá por ser la materia más pesada). Por alguna razón, yo únicamente no sufría los viernes (se ríe).

Es probable que si la matemática se enseñara diferente en Honduras, yo y muchos más la tomaríamos desde una edad muy corta como lo que es “la ciencia más hermosa”. Por desgracia no es así la realidad y uno le toma sabor a la matemática cuando la estudia sin presión, sin que le tachen a diario que es una de las ciencias más difíciles, y lamentablemente para casi todos eso toma tiempo en Honduras.

-¿Cuántos libros ha leído y de qué han sido la mayoría?

No recuerdo el número exacto. No han sido muchos, pero sí soy conocido por tener el vicio de comprar libros en mis viajes; vicio saludable, diría un amigo. Llega una etapa en la carrera científica en que uno deja de leer libros y empieza a leer la fuente original: los artículos. Y de esos sí quizá llevo cuatro años leyendo uno o dos por día.

-¿Cómo ve la educación secundaria y universitaria en Honduras?

Definitivamente hay muchas cosas por mejorar. La educación como casi todo lo demás es el reflejo de lo mal que estamos como sociedad en el país. Es muy difícil aislar la educación de la realidad nacional.
Poca gente valora el tiempo en Honduras y es más grave el problema cuando esa gente tiene cargos donde se toman decisiones importantes que afectan a la mayoría de nosotros.

En Holanda, por ejemplo, donde casi todo funciona bien, los niños de tercer grado hacen el mismo examen de matemática en la misma fecha y hora en todo el país. No lo revisa el profesor que imparte el curso. Claro que tienen rutas de trenes eficientes y un buen sistema en general. Algo similar pasa ahora en las universidades de India.

-Si pudiera decirles a las autoridades educativas cuáles son sus debilidades y fortalezas, ¿qué les diría?

Creo que no les diría cuáles son sus debilidades o fortalezas. Tomaría mucho tiempo. Les diría más bien que tomen un país como modelo; eso fue lo que hicieron China, India, Egipto, Brasil y muchos países ahora desarrollados. Las mejores universidades del mundo están literalmente llenas de estudiantes asiáticos, producto de una visión como país.
Brasil acaba de dar siete mil becas para que sus mejores estudiantes vayan a estudiar al extranjero y luego regresen a su país. México hace algo similar. Me gustaría reiterar que desde mi punto de vista la educación no cambiará si el país no mejora en general, sobre todo en seguridad.

-¿Cómo ha combinado su vida de docente universitario con la de expositor internacional?

Es interesante, sobre todo compartir experiencias con los estudiantes. Trato de aprender al máximo de mis colegas del extranjero, estudiantes graduados, y luego trasmitir todo eso a mis estudiantes en la Unah. Siempre trato de integrar en mis materias temas modernos avanzados que el programa de la clase no incluye. Al principio, los estudiantes sufren, pero después disfrutan cuando pueden leer artículos.

-¿Tiene novia?

Por fortuna sí. Ella es mi equilibrio (Delia) y, con mi mamá, quien más me motiva a seguir adelante. Ha sido muy paciente, a pesar de que sabe que no puedo ofrecerle estabilidad sigue conmigo. Les tiene celos a las cuerdas, pero sabe que la adoro y a ella también. Si todos mis planes salen bien, pienso formalizar mi relación pronto. Así, ella podría estudiar un posgrado, mientras me dedico a investigar.

-¿Qué aportes le quiere dejar a Honduras?

Tengo muchos planes para Honduras. Alguien dijo una vez que lo bueno donde no hay casi nada es que se puede hacer casi todo. He contagiado a algunos amigos para crear un Instituto de Investigación en Ciencias Puras y Exactas en el país. No es tan complicado. Conozco gente que lo ha logrado. Creo que la moral anda muy baja colectivamente en Honduras. Debemos permitirnos soñar y luchar por esos sueños.