Durante más de dos meses, Vidal Acosta Zúniga (57) buscó incansablemente a su familia, que misteriosamente había desaparecido sin dejar rastro.
Parecía que su hijo, sus nietos, su nuera y su hermano habían sido tragados por la tierra tras despedirse de él el 2 de diciembre de 2011, luego de salir de Puerto Cortés en un furgón manejado por su vástago, que era conductor de rastras.
Cuando se cumplieron 66 días de la desaparición, Vidal recibió una llamada de la Policía informándole que al fin habían encontrado a sus familiares, pero... todos estaban muertos.
Los restos fueron hallados en unas plantaciones de caña de Río Lindo, San Pedro Sula, y su identidad fue confirmada hasta días después mediante pruebas de ADN, pues solo huesos quedaban ya de aquella familia.
Solo uno de los seisMonseñor Rómulo Emiliani, obispo auxiliar de la diócesis de San Pedro Sula, expresó que, a pesar de la difícil situación, aún hay esperanzas.
“Me duele muchísimo ver lo que está pasando porque siento que estamos viviendo un holocausto juvenil. Tengo esperanza de que las cosas van a cambiar, creo que todo puede mejorar, pero todos debemos poner de nuestra parte porque Honduras merece un mejor futuro”, expresó.
