24/04/2024
11:16 PM

Madre e hija se reencuentran tras 32 años

Estela Díaz conoció al fin a su progenitora de quien la separaron cuando era apenas una bebé.

A sus 34 años, Estela Díaz nunca perdió la esperanza de volver a ver a su madre María Leonza Andrade, de quien la separaron cuando apenas tenía dos.

Ella quedó bajo el cuidado de sus tíos, mientras Leonza huía de la cadena de maltratos que sufría al lado de su esposo. La mujer se estableció en Mapulaca, Lempira.

Los años pasaron y Estela se propuso encontrarla. Buscaba pistas de su madre, preguntaba a sus amigos, pero no lograba tener evidencias de dónde podía estar la mujer que le había dado la vida. Una amiga de Estela en San Pedro Sula fue el ángel que le informó que su madre estaba en Santa Bárbara.

“No fue fácil saber en qué lugar estaba mi madre y aquellos hermanos que no conocía, hasta que un amigo que trabaja en una ong se dio a la tarea de buscarla, y la encontré en la comunidad de Agua Zarca, Ilama, Santa Bárbara”, relató Estela.

Saber dónde estaba su madre, era el milagro que Dios le cumplía, ya tenía la dirección y sin pensarlo dos veces decidió ir a buscarla. No fue sola, se llevó a sus hijos de 15, 13 y 11 años para que conocieran a su abuela, y llegó a la aldea el 21 de marzo.

Se encuentran

El sonido del motor del vehículo de paila donde se conducía Estela junto a sus hijos irrumpió el silencio en la aldea. Llegó hasta la casa donde le dijeron que vivía su madre, se bajó y se encaminó hasta la puerta de la vivienda de adobe, a su encuentro salieron varios niños que sorprendidos le preguntaron a quién buscaba.

Estela con la emoción a flor de piel preguntó por Leonza. Casi de inmediato la mujer salió, cuando ambas se encontraron Estela emocionada le dijo: “Mamá, por fin la encontré, soy feliz”.

Un abrazo selló el encuentro, las lágrimas corrían por los rostros de ambas mujeres, las dos reían y lloraban, era una mezcla de nervios y la emoción de volver a verse.

“Qué bueno volver a verte, nunca te olvidé, he cargado con el dolor de no verte por tantos años. Cuando me vine, yo quería traerme la niña que apenas tenía dos años, pero mis tías María Inés y Rosa Andrade, junto a mi hermano Nicolás me la quitaron y me dijeron que si quería que me fuera yo, pero que la niña no me la llevara”, contó Leonza.

“Me vine porque la niña quedaba en buenas manos. Viajé de Mapulaca a Santa Rosa de Copán y de allí me trasladé a Las Marías en La Ceiba, Atlántida a vivir con una prima. Después me vine a San Pedro Sula donde me acompañé con un hombre del que me separé porque no me ayudaba en nada con los hijos, sino que hasta me tocaba mantenerlo a él.

Mi vida ha sido dura, soy madre soltera con cinco hijos, pero gracias a Dios ya están grandes, se valen por ellos mismos”, agregó la mujer.

Nunca desmayó

Estela Díaz asegura que cuando comenzó a trabajar, ahorraba para buscar a su madre donde estuviera, estaba segura que un día Dios le haría el milagro de verla.

“Yo la busqué siempre, la gente me decía que se había ido a Guatemala, otros que la habían matado. Pero yo siempre tenía la esperanza de conocerla, no desmayé y Dios me hizo el milagro. Hoy estoy feliz, mis hijos conocen a su abuela y ahora no hay nada ni nadie que nos separe”, dijo.

El encuentro fue todo un acontecimiento en la aldea Agua Zarca, los vecinos se sumaron a la celebración y compartieron la felicidad y junto a la familia también lloraban de emoción.

Ahora es un nuevo comienzo, una nueva oportunidad en la vida de Estela y Leonza.