27/03/2024
05:39 PM

Óscar Álvarez: Oficiales narcos siguen en la policía de Honduras

Cincuenta días después de su sorpresiva destitución, el exministro de Seguridad, Óscar Álvarez, sigue convencido que es urgente depurar a la Policía.

Cincuenta días después de su sorpresiva destitución, el exministro de Seguridad, Óscar Álvarez, sigue convencido que es urgente depurar a la Policía y, aunque dice que no guarda resentimiento, aconseja al presidente Porfirio Lobo asumir su rol “sin temor”. La entrevista exclusiva con LA PRENSA tuvo lugar en Dallas, Texas, donde vive su familia.

El exfuncionario, que se incorporará este jueves al Congreso Nacional como diputado por Francisco Morazán, señala que hay instituciones del Estado infiltradas por el narcotráfico y advierte que si no se toman acciones inmediatas, Honduras va en la ruta clara de convertirse en un Estado fallido. Aquí la primera parte de la entrevista:

¿Cómo se siente a más de 50 días de su sorpresiva destitución?

Me siento muy tranquilo, con paz en mi corazón. He estado con mi familia en unas vacaciones que hace tiempo no había tomado. Me ha servido para meditar, estar con mi familia, así como lo dije en mi conferencia de prensa cuando salí de la Secretaría de Seguridad, que utilizaría este tiempo para ver qué iba a hacer en el futuro.

¿Ha logrado tener alguna información adicional sobre los verdaderos motivos que forzaron su destitución?

No, ninguna información. Sólo lo que dije en la conferencia: que el presidente Lobo había decidido ejercer su facultad como encargado del Ejecutivo de separarnos a Armando Calidonio, (Roberto) Romero Luna y su servidor de nuestras posiciones en esa Secretaría.

¿Quién o quiénes estaban insatisfechos con su trabajo?

Estoy seguro que los delincuentes son los que se sentían afectados por todas las acciones que estábamos llevando a cabo. La Secretaría de Seguridad es bastante compleja; no es un tema que empezamos hoy y pasado mañana ya está solucionado, sino que es todo un proceso, no solo desde el punto de vista estratégico y táctico, sino de conformar o converger lo que serían instituciones no solo hondureñas, sino que internacionales para poder luchar contra ese flagelo que no solo es la delincuencia común, sino la organizada que es la más difícil de combatir.

¿Cómo se enteró de su destitución?

Por vía telefónica. A las seis de la mañana me llamó el Presidente y me dijo que había ejecutado y utilizado la nota que en diciembre de 2010 habíamos mandado todos los ministros por instrucciones de él mismo, donde poníamos a disposición nuestros puestos. Estaba en San Pedro Sula porque habíamos estado viendo cómo estaba la situación de seguridad, midiendo los tiempos de reacción de las patrullas y habíamos logrado que en cuatro minutos una patrulla en San Pedro llegaba a un punto y en cinco minutos podíamos cerrar la ciudad. Eso lograba evitar acciones delictivas, como masacres, porque los delincuentes sabían que una patrulla iba estar encima de esas acciones.


¿Se siente traicionado?

No.

¿Cómo era su relación con la cúpula militar?

Muy buena, de mucho respeto.

Cuatro días antes de su separación, el Congreso Nacional iba a conocer el proyecto de ley que le otorgaría amplios poderes como ministro de Seguridad para depurar la Policía. ¿Esta iniciativa fue el detonante para su separación?

Esto se puede contestar de dos maneras: primero, que debido a la situación de inseguridad en el país, a los niveles de delincuencia organizada y a la infiltración de la Policía Nacional y otras instituciones, había que tomar medidas drásticas. Hay personas que me han criticado que cuando (el expresidente) Ricardo Maduro defendía a la Policía y que desbaraté la unidad de Asuntos Internos, pero es falso. Siempre he defendido a los buenos policías, pero en tiempos de Maduro la corrupción en la Policía no era tan grande ni un problema difícil.

Pero en 2010, cuando entro a la Secretaría de Seguridad y encuentro once agentes de la Policía de Investigación en la unidad de Asuntos Internos, y lo llevo a 104 investigadores en un año, y aún así no miraba policías fuera, y yo sabía que estaban coludidos con el crimen organizado, había que hacer algo drástico.

Como nos lo explicó el expresidente (álvaro) Uribe, en Colombia tuvieron poderes especiales para poder sacar con la mera sospecha de la institución a un policía que estuviera corrupto.

Pero si este decreto de depurar la Policía Nacional habrá sido el motivo, no lo sé; habrá que preguntarle al Presidente, quien fue el que tomó la decisión de ejercer su potestad de separarnos.

¿Esa ley sigue siendo urgente?

Sí, esa ley sigue siendo necesaria para que realmente el pueblo hondureño confíe en una institución tan noble como es la Policía. Había altos oficiales que me contaban que saliendo del trabajo, cuando llegaban al supermercado con su uniforme, la gente los quedaba viendo y les decían corruptos solo porque andan un uniforme que ha sido manchado por criminales disfrazados de policías y definitivamente había algo que hacer.

Cuando usted es destituido, ese mismo día se retira del Congreso ese proyecto de Ley, ¿qué opina?

Hay mucha tela que cortar... Había malestar de los policías deshonestos y el que nada debe, nada teme. Cuando yo levanté mi mano derecha y puse mi mano izquierda sobre la Constitución juré cumplir y hacer cumplir las leyes de Honduras y si lo que estaba haciendo le molestó a alguien, la historia juzgará. Yo buscaba el bien común y bienestar de la mayoría de los hondureños.

¿Sigue sosteniendo que hay al menos diez oficiales vinculados al narcotráfico?

Sí, lo sostengo y lo mantengo. Claro, nosotros teníamos la información, pero todo mundo es inocente hasta ser probado culpable.

Lo importante es que nos había tomado hasta 18 meses para sacar un oficial y mientras él seguía con su rango y haciendo cosas fuera de la ley, seguía operando, y eso no es justo ni para la ciudadanía ni para la institución donde los buenos policías se preguntan si valdrá la pena portarse bien, si este que se porta mal se le está buscando sacarlo a través de Asuntos Internos y no se logra nada.

Lo que buscábamos con esa ley es muy parecido a lo que hizo (el exministro) Gautama Fonseca, con la diferencia que se les pagaría el pasivo laboral y de esa manera íbamos a lograr que meses después no regresara ese policía a decir que se le debían todos sus salarios caídos y tocaría reintegrarlo en la institución. Ya con esa situación lográbamos apartar a las malas manzanas pagándoles el pasivo y paralelamente siguiéndoles un proceso judicial, aunque tomara dos años, pero ya no tenían el rango ni la capacidad de seguir haciendo daño al pueblo y la institución.

¿Los agentes siguen activos?

Claro, todos siguen activos, no ha salido ningún oficial. Un policía sabe cómo manejar la situación y el problema es que en el país tenemos instituciones débiles y estábamos buscando lograr sacarlos del poder que les da el uniforme para poder mandar, ordenar, mover operativos y lograr que en un lugar donde se esté aterrizando una avioneta no haya ningún policía en el momento. Ese tipo de situaciones se seguirá dando mientras no se haga un depuración real de la Policía, Fiscalía y Poder Judicial, que tienen que ver con la seguridad del Estado.

El Fiscal General dijo que se le citará para declarar sobre estos agentes, ¿lo hará?

Cuando regrese a Honduras hablaré con la Fiscalía si es necesario. Mi consejo para las nuevas autoridades de Seguridad es que si no quieren que les pase lo que está ocurriendo a Honduras, deberían trabajar con los fiscales y jueces porque el problema en nuestro país es que casi tenemos que llevar al policía con la bolsa de cocaína en la mano. Por eso estaba solicitando sacar otras leyes como antimafias, de conspiración, de estafa, de extradición, que son importantes, porque es la única manera que un funcionario o un hondureño realmente le tenga miedo a la aplicación de la ley.

¿Hay nexos entre diputados y el crimen organizado en el Congreso?

Hay casos claros en Copán. Un diputado recientemente fue acribillado y está claro que era por situaciones de narcotráfico, las unidades de inteligencia lo han investigado. Yo tengo información sobre casos similares, pero en este momento, mientras no tengamos las leyes que he solicitado de escuchas y otras, es gastar saliva en decir que sí o que no están vinculados. Pero solo el hecho de que un funcionario esté conspirando para mover drogas, cometer un asesinato o un ilícito puede ser base suficiente para meterlo a la cárcel y no digamos extraditarlo a los Estados Unidos.

¿Cree que el crimen organizado tenga infiltrados entre los jueces?

El hecho de que haya algún juez, fiscal o policía involucrado, eso habrá que hablar con las instituciones como la Corte Suprema de Justicia; estoy seguro que ellos saben qué tan infiltrados están.

Hubo un caso de una jueza que dejó libre a dos hombres detenidos con 72 granadas y porque hubo reclamos se le hizo audiencia de descargo y se le separó. Otro caso fue donde la Fiscalía no confiaba en el juez de turno en La Ceiba para presentar a los detenidos por la muerte de un periodista.

A este nivel hemos llegado, donde la Fiscalía le dice que nos esperemos a tener a un juez de confianza, honesto, para presentar los requerimientos o allanamientos para capturar los supuestos hechores de un caso. El narcotráfico está en Honduras, en la vida diaria de nuestro país, tanto en la pública como en la privada.

Alguna gente se pregunta por qué óscar Álvarez no actuó contra capos que se mueven a sus anchas en el país y que son conocidos por su actividad criminal.

Por lo mismo, nadie puede ser acusado dos veces por el mismo delito. Por ejemplo, si yo acuso a un supuesto capo de narcotraficante y lo dejan libre, no lo puedo acusar otra vez por ese delito y él ya limpió su hoja de vida.

Recuerdo el caso cuando un sampedrano fue detenido en Colombia; la operación se pudo haber hecho en San Pedro Sula, pero trabajamos con Estados Unidos y Colombia, y nosotros no actuamos en Honduras, sino dejamos que él por su propia cuenta viajara a Colombia y allá fue capturado y sigue en prisión. Sabe por qué no se capturó en Honduras, porque estoy seguro, como que me llamo óscar álvarez, que él iba a salir libre una vez que se le acusara de narcotráfico.

Pongámonos de acuerdo todos, tengamos el valor, la voluntad y el liderazgo de pasar esas leyes y verán si no sacaremos las listas para acusar a todas estas personas de narcotráfico, lavado de activos y otros tipos de ilícitos.

¿A quién le dirige ese mensaje?

Va dirigido a todos. Incluso se habla de la Ley de Extradición y es triste y la aberración más grande que he oído cuando un diputado dijo que esa ley yo la había negociado con Janet Napolitano (secretaria de Seguridad Nacional de EUA); me da tristeza y eso demuestra un desconocimiento total de la política internacional del país donde Napolitano no mencionaría eso jamás porque no le compete a ella, sino a (la secretaria de Estado) Hillary Clinton y la extradición es un tema constitucional que solo el Congreso lo puede cambiar.

En reuniones que tuvimos con el exembajador de Estados Unidos Hugo Llorens, el encargado de la lucha contra el tráfico internacional de drogas de Estados Unidos, William Brownfield, se platicó con el presidente Lobo que si tenía la voluntad de pasar la extradición en nuestro país y dijo que en condiciones favorables sí estaba de acuerdo, y yo no iba a echarme a un lado porque estaba en ese puesto para cumplir y hacer cumplir las leyes de nuestro país y darle las herramientas a los fiscales y policías para poder sacar de Honduras esa lacra que es el narcotráfico y el crimen internacional.
Tras su separación, Lobo señaló que el motivo de la destitución es que no se alcanzaron las metas en Seguridad. ¿Cree que ese fue el motivo?

No lo puedo decir, pregúntele a él. Puedo asegurar que con 18 meses cómo puede usted pedirme resultados. Con Maduro estuve cuatro años, y qué dejé: un país en paz, con tres secuestros, donde las maras no era un problema. Me dan 18 meses, pero si me hubieran dado los cuatro años hubiese respondido si fallé o no fallé. Ahora eso quedará como una pregunta para la historia.

¿Cuál es la diferencia de su gestión con Maduro y con Lobo?

Con Maduro sólo eran las pandillas y se miraba que el narcotráfico trataba de tocar las puertas en nuestro país, pero se logró contener y dejamos un país en paz al finalizar los cuatro años.

Pero con el presidente Lobo nos encontramos con un país totalmente penetrado por el crimen organizado y el narcotráfico, utilizado como punto de trasiego por los narcotraficantes y con las acciones de presión tanto de Colombia como de México. Se ha convertido en un país visitado como un centro posiblemente de descanso de capos.

En declaraciones, el exembajador Hugo Llorens dijo que “Honduras está en la mira de los narcotraficantes como un objetivo para convertirlo como una plataforma de trasiego de drogas desde Suramérica hasta los Estados Unidos.

Eso indica que el país está en un peligro enorme. Para lograr convertir a Honduras en un objetivo, tienen que infiltrar las instituciones del Estado, la sociedad y toda la estructura de un país. Deben penetrarla para controlar y que Honduras se convierta en una plataforma de trasiego de drogas.

¿Honduras ya es una plataforma del narcotráfico?

Si alguien quiere convertir a Honduras en una plataforma, es fácil, solo se infiltra en las instituciones del Estado, las bancarias y trata de apoderarse del país, lo que llaman un Estado fallido.
¿Se han apoderado del país?

Todavía no, pero si no procedemos con liderazgo, con valor, con voluntad política para poner leyes como la antimafias y una depuración real de las instituciones, nuestro país va en ruta clara a convertirse en un Estado fallido.
¿Pronto sería un Estado fallido?

No podría pronosticarlo. Es muy difícil luchar contra criminales que tienen más presupuesto que la Policía, la Fiscalía y que el presupuesto nacional del país. El mensaje que debemos mandar a los narcotraficantes debe ser claro: “Váyanse de aquí. Honduras no les da la bienvenida. Dejen a nuestro país en paz”.

Aunque la gente no lo crea, el narcotráfico genera otros delitos, como el robo de vehículos, secuestros y el sicariato que afectan a la mayoría de los hondureños.

Nuestro país tiene buenos hondureños y si no le damos las herramientas, continuaremos cabalgando en la impunidad.

¿Honduras es refugio de capos mexicanos y colombianos como se ha informado?

Es como un centro; como no han visto leyes claras que los ataquen directamente, sino que todo es muy suavecito para tratarlos con paño tibio e ir poco a poco. Si peligran nuestras vidas... entonces ¿para qué nos metimos en eso? Si me puse como ministro de Seguridad es porque realmente sé en qué peligro me estoy metiendo, pero, si no, no lo debería aceptar porque no se va a esos puestos solo para sonreír y pasar el agua.

El único país que realmente puede lidiar con delincuentes de ese nivel es Estados Unidos porque México y Colombia están extraditando capos a EUA.

Guatemala lo tiene y ¿por qué Honduras no? Porque, si no se hace, está destinado a convertirse en un Estado fallido.

Dos días después de su separación hubo cambios en la Policía. ¿Qué opinión le merecen estos cambios? ¿Afectó a personas que eran de su confianza?

No puedo decir que tuve un grupo favorito. Incluso los puestos donde se colocó los oficiales en el pasado se platicaron con Muñoz Licona en 2010.

La potestad de poner a un oficial o quitarlo es del ministro porque el director puede mover a la escala básica, pero los nombramientos los puede hacer el Presidente y yo era de los pocos ministros que podían hacerlo por delegación.

Me extrañó que ni 24 horas habían pasado de mi separación cuando ya estaban reemplazando personas y no se puede llegar y arremeter y empezar a mover piezas sin saber realmente qué sucederá y los cambios así de rápidos no tienen resultados correctos.


¿Qué piensa del traslado de Guillermo Arias y Héctor Iván Mejía, que eran los jefes policiales de la zona noroccidental y de San Pedro Sula?

Son profesionales de primera. Con ellos iría a cualquier lado. Hicieron una gran labor con los recursos mínimos, incluso en esta gestión de 18 meses, donde todos los días era de estar llamando a Finanzas para que nos diera no solo los salarios, sino fondos para respuestos. De los nuevos oficiales no puedo hablar porque los juzgará su desempeño en el trabajo.


El director general de la Policía, José Luis Muñoz Licona, declaró que en Seguridad y Defensa no debe nombrarse a personas que aspiren a candidaturas políticas. ¿Se refería a usted?

Habrá que preguntarle si hablaba de óscar álvarez, pero, si es el caso, demuestra que hay miopía sobre la democracia. Pregúntele a él si alguna vez le di una orden que tenía que ver con fines políticos. Jamás. Se lo garantizo. Incluso él me recomendó, si aspiraba a la Presidencia, que debía crear un sistema de 18 departamentos con municipios más seguros para crear movimiento a mi favor.

Antes de viajar a Estados Unidos, usted le dejó “bendiciones” y le deseó “suerte” al general Muñoz Licona. ¿Qué hay detrás de esos deseos?

Que sepa que soy una persona que no guardo rencor y que primero pienso en mi país. Soy temeroso de Dios y si él falla, falla la seguridad y el afectado será todo el pueblo hondureño.
Una de las versiones que se han oído tras su separación es que su destitución se debió a que se negó a separar a su viceministro Armando Calidonio. ¿Qué tiene que decir sobre este rumor?

En ningún momento; el presidente Lobo bajo ningún punto me dijo nunca que había que cambiar a Armando Calidonio. Puedo mencionarles que tanto Roberto Romero Luna como Calidonio hicieron el trabajo que se les encomendó y trabajaron más de lo que puede hacer una persona en un cargo público. Nunca hubo presión.

¿Qué piensa de la actuación del presidente Porfirio Lobo?

Tiene una situación muy difícil entre manos porque heredó unasituación bastante complicada en política, pero hizo acciones que lograron el reconocimiento de la comunidad internacional, sumadas a la crisis económica.

Pero, en el campo de la seguridad, mi recomendación como hondureño al señor Presidente es: Asuma el rol y el liderazgo y no tenga temor; depure esas instituciones en la Policía, la Fiscalía y la Corte Suprema de Justicia para que nuestro país no se vaya a convertir en un Estado fallido.

¿Cuáles son los mayores retos de Lobo en este Gobierno?

Los retos más grandes son el desempleo y la inseguridad, que están relacionados porque, si no hay seguridad, no hay inversión, si no hay inversión, no hay empleo, y al haber desempleo hay inseguridad y es un círculo vicioso.

Por eso, mis acciones tan agresivas al depurar y esas leyes tenían que ver con que no tenemos tiempo que perder, no podemos ver atrás, sino enfrente y empujar y demostrarles a esos criminales que Honduras no los quiere porque, como siempre digo, los buenos somos más y no podemos permitir que un grupo de delincuentes tengan de rodillas a un bello país como Honduras.


¿Qué opina de su sucesor Pompeyo Bonilla?

Es un caballero por la manera en que me ha tratado. Me ha avisado a través de otras personas que al regresar tendré la seguridad que requiero para funcionar en mi país tranquilamente debido a los enemigos que tengo.

Mi lista de enemigos es bastante grande: pandilleros y narcotraficantes, sumados a los policías malos que quería depurar.

Le deseo suerte y que Dios lo dirija porque, si fallan Pompeyo, Muñoz Licona y el gobierno de Lobo en seguridad, Honduras tendría una historia jamás vivida. Estamos a tiempo de evitar que en Honduras pase lo que ocurre en México.


Ya escuchó hablar sobre la fusión de los ministerios de Defensa y Seguridad que propone el presidente Lobo. ¿Qué opina?

Sería una involución, ir para atrás, porque queremos que el fortalecimiento de la democracia vaya por el poder civil sobre el poder de las armas. En tiempo de Ricardo Maduro, en Honduras Segura, trabajábamos sin fusionar las instituciones y lo hacíamos muy bien. No es necesario poner un ministro para que coordine. Si tienen dos buenos ministros y encima un buen jefe, la coordinación es fácil. Debe fortalecerse esta relación.

Constitucionalmente, las Fuerzas Armadas no tienen capacidad de arresto. Tendría que haber un cambio constitucional para esa capacidad. Recordemos el 28 de junio de 2009, que dice que las Fuerzas Armadas capturaron al expresidente Manuel Zelaya porque hubo una orden de captura. Me imagino que los grupos civiles, las Ong, no mirarían con mucha simpatía que las Fuerzas Armadas tengan poder de arresto.

Esa fusión dejaría a Pompeyo Bonilla como un superministro. ¿Cree queél pueda con esa responsabilidad?

Es una persona que ha tenido una exitosa trayectoria, pero la seguridad es un asunto bastante complicado. Ojalá logre lo que yo quería, que era depurar la institución y pasar esas leyes, porque, si no, se la pasará tratando de hacer algo y no lo logrará porque nuestras instituciones son débiles.

¿Ya sabía usted de esta iniciativa del presidente Lobo?

Sí, y lo platicamos. Le dije que se necesitaba hacer una reforma constitucional, pero en mi opinión no debemos exponer a las Fuerzas Armadas a tener un contacto permanente con el mal.

¿Por qué? ¿Qué riesgos se corren al ponerlos en contacto con la ciudadanía?

La Policía Nacional ha tenido problemas por su contacto y un narcotraficante trata de corromper a los policías porque sabe que lo pueden capturar, pero no a las Fuerzas Armadas porque no tiene capacidad de captura y, desde el momento que les den esa capacidad, les aseguro, como que mañana sale el sol nuevamente, que los narcotraficantes buscarán la manera de corromper a las Fuerzas Armadas del país y esta institución, al final, es la última que nos queda para defender la soberanía de Honduras.

¿Su salida ha generado controversias en Honduras?

Sí. La población se mueve por un sentimiento de percepción y, en este momento, la percepción de la gente es de preocupación por saber adónde vamos. Miran a un ministro y un equipo de trabajo que llevaba una ruta, abrió fuego contra la corrupción y estaba pidiendo leyes y buscando un triángulo entre Colombia, Estados Unidos y Honduras para luchar contra el narcotráfico. Y de repente, de la noche a la mañana nos destituyen. Eso genera preguntas, preocupación y nerviosismo en los ciudadanos.