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Era campeón comiendo y ahora lo es corriendo

  • 29 junio 2013 /

Enmanuel Girón dio testimonio de su experiencia en el programa República Deportiva que dirige Fernado Fiore, lo mismo que en emisoras.

Muchos que lo conocieron cuando era obeso y lo ven ahora luciendo una figura atlética, creen que es otra persona. Enmanuel Girón tiró al carajo más de ciento cincuenta libras de grasa y se convirtió en un atleta de triatlón que ha ganado medallas por su resistencia en esta disciplina de tres deportes.

Ya no es aquel muchacho gordinflón que devoraba un plato de arroz chino de una sola sentada cuando competía con otros comelones para saber quién era mejor con el diente.

“El que termine más rápido gana y no paga la cuenta”, era la regla impuesta en la gastronómica competencia que hacían los amigos cuando visitaban un restaurante. Girón ni siquiera masticaba la comida con tal de ser el primero en dejar limpio el plato, según dice.

Recuerda además, que era aficionado a estrenar cuanto negocio de comida rápida se abría en la capital donde nació y continúa viviendo. “Quería ser el primero en probar una nueva hamburguesa o un nuevo refresco de soda”, manifiesta.

Comenzó a ganar peso en su infancia y a los 17 años ya era un gordito alegre, amigo de las parrandas y comilonas en las que degustaba lo que se le pusiera enfrente, sin ningún remordimiento.

De doctor en doctor

Al verlo como se iba inflando sin ningún control su padre se preocupó y comenzó a recriminarle su desaforada forma de comer con el argumento cariñoso de que no quería verlo gordo.

Pero para Enmanuel aquello era como un hostigamiento que no lo dejaba tener tranquilidad ni ser feliz, así que pensó como desarmarlo.

“Le voy a proponer algo, voy a adelgazar si usted me paga una liposucción”, le dijo a su padre pensando que no aceptaría esa condición por lo caro y delicado del tratamiento.

‘No hay problema, mañana mismo vamos donde el doctor’, contestó sin dilación el padre.

Esa noche Enmanuel no durmió pensando en todo lo que le harían para sacarle tanta grasa de la panza.

Sin embargo, cuando el cirujano lo vio tan gordo le aconsejó que mejor visitara a un gastroenterólogo para que le hiciera un bypas gástrico. ‘Te llevo ahora mismo’ dijo el padre antes de que el muchacho reaccionara y se hiciera para atrás.

Parece que ese día Enmanuel tenía el santo a su favor porque el otro especialista propuso que antes de aplicarle el bisturí, debería bajar al menos tres libras en tres meses, de tal manera que debería antes consultar a una nutricionista.

No había escapatoria porque ya estaba metido en el rollo, así que hizo la cita con la nutricionista para dentro de un mes. ‘Tienes que ir’, sentenció su progenitor temiendo que para esa fecha el muchacho hubiese cambiado de parecer.

Se había salvado de ir al quirófono, pero lo que le dijo la especialista en nutrición fue más doloroso que el bisturí: ‘Está a punto de convertirse en un diabético, tiene que cuidarse’, diagnosticó la profesional después de hacerle los exámenes de rigor.

Lo único que no le gustaba ingerir al gordito en los festines que se daba, era el pescado al vapor y el café, y fue precisamente lo primero que incluyó la doctora en el nuevo régimen que él seguiría para adelgazar, aunque el café debería mezclarlo con leche.

No más chucherías

El temor a convertir su cuerpo en un ingenio azucarero fue lo que más lo motivó a cambiar el ship de su vida y dejar de andar de galgo por las calles.

Con solo hacer los tres tiempos de comida en la casa, eliminar las gaseoas y hacer ejercicios, logró deshacerse de 25 libras en un mes, según dijo.

Nunca aguantó hambre porque comía de todo aunque con alguna moderación y cierto distanciamiento de las grasas. Comenzó caminando, luego trotando y finalmente corriendo en pista abierta.

Cuando a los diez meses había perdido 140 libras, ya era un asiduo participante en las competencias de triatlón, una disciplina deportiva que combina la natación, el ciclismo y la carrera a pie.

Al verse con un nuevo cuerpo, compró una bicicleta de ruta especial para competencia, se metió a la natación y corrió sin descanso para adquirir la resistencia que le ha dado muchas satisfacciones. Una de ellas es haberse traído el segundo lugar de la Miami Sprint Triatlon.

También obtuvo una medalla en el Giro de Italia que tuvo lugar en esa misma ciudad con la participación de 1,500 ciclistas de todo el mundo. La lista de premios a su coraje sigue, aparte del mayor que es haber descubierto un mundo más recreativo y saludable. Ya no compite por ser campeón, en devorar comidas, sino en devorar distancias.

De comelón pasó a ser un atleta consumado