“Siendo un niño a mis ocho años, no entendía por qué se vivía un ambiente de luto casi a diario en mi país. Tengo grabado el sonido del estallido de bombas. A esa edad todo parecía una película de acción: el cráter en el piso, el correr de la policía, las ambulancias y la gente llorando. No era consciente de lo que estaba pasando. Para ese entonces todos los colegios de Bogotá tenían pintada una paloma de la paz, estaba izada la bandera y en todas las iglesias se hablaba de la paz en Colombia’’.
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