San Pedro Sula, Honduras.
Las Comunidades Juveniles SOS tienen su origen en las Aldeas SOS, que por décadas han albergado a niños hondureños sin hogar.
Estos centros fueron creados para seguir el acompañamiento de los menores una vez que entran a la adolescencia. En San Pedro Sula funciona una comunidad que está integrada por 17 jóvenes, de los que ocho son mujeres y nueve varones, en edades de entre 17 y 23 años.
Marvin Ordóñez, coordinador de acompañantes de jóvenes, explicó que las comunidades son una alternativa para brindar oportunidades de aprendizaje, crecimiento personal y profesional.
Indicó que los muchachos trabajan con acompañamiento de personal técnico en ambientes de mayor independencia en el desarrollo de sus actitudes, comportamiento, confianza y las destrezas necesarias para asumir la responsabilidad de construir su propio futuro y de llegar a ser adultos exitosos.
“Quien egresa de una Aldea Infantil SOS puede optar, de acuerdo con su situación de vida, a un programa de apoyo económico y técnico temporal con el fin de contribuir al comienzo de su vida autosuficiente”, manifestó.
La solicitud de apoyo puede estar respaldada en una necesidad educativa, de alquiler, vivienda, ayuda de inicio u otras que según valoración ameriten la i ntervención de la fundación.
Regulación
Fany Sánchez, responsable de comunicaciones de la organización a nivel nacional, declaró que sus beneficiados son seleccionados a través de la Dirección Nacional de la Niñez Adolescencia y Familia (Dinaf) o los juzgados, que son los que analizan y definen, conforme a las características de cada menor, en qué momento Aldeas SOS es la opción indicada.
Agregó que gran parte de los fondos que hace trabajar la fundación provienen de ayudas internacionales, pero localmente cuenta con un plan de recaudación integrado por empresas, gobiernos locales y ciudadanos voluntarios que mensualmente hacen sus aportaciones, los cuales son conocidos como amigos SOS.
Las Comunidades Juveniles SOS tienen su origen en las Aldeas SOS, que por décadas han albergado a niños hondureños sin hogar.
Estos centros fueron creados para seguir el acompañamiento de los menores una vez que entran a la adolescencia. En San Pedro Sula funciona una comunidad que está integrada por 17 jóvenes, de los que ocho son mujeres y nueve varones, en edades de entre 17 y 23 años.
Marvin Ordóñez, coordinador de acompañantes de jóvenes, explicó que las comunidades son una alternativa para brindar oportunidades de aprendizaje, crecimiento personal y profesional.
Indicó que los muchachos trabajan con acompañamiento de personal técnico en ambientes de mayor independencia en el desarrollo de sus actitudes, comportamiento, confianza y las destrezas necesarias para asumir la responsabilidad de construir su propio futuro y de llegar a ser adultos exitosos.
 El país tiene cinco aldeas, ubicadas en Tegucigalpa, Choluteca, Santa Rosa de Copán, La Ceiba y Tela.
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La solicitud de apoyo puede estar respaldada en una necesidad educativa, de alquiler, vivienda, ayuda de inicio u otras que según valoración ameriten la i ntervención de la fundación.
Regulación
Fany Sánchez, responsable de comunicaciones de la organización a nivel nacional, declaró que sus beneficiados son seleccionados a través de la Dirección Nacional de la Niñez Adolescencia y Familia (Dinaf) o los juzgados, que son los que analizan y definen, conforme a las características de cada menor, en qué momento Aldeas SOS es la opción indicada.
Agregó que gran parte de los fondos que hace trabajar la fundación provienen de ayudas internacionales, pero localmente cuenta con un plan de recaudación integrado por empresas, gobiernos locales y ciudadanos voluntarios que mensualmente hacen sus aportaciones, los cuales son conocidos como amigos SOS.
