17/04/2024
07:00 AM

Dos mujeres que saben imponer respeto en las calles de San Pedro Sula

San Pedro Sula, Honduras.

Con mucho carácter y tenacidad ejercen la profesión que eligieron para hacerse valer entre los conductores hombres que muchas veces las irrespetan o las ven de menos.

Se trata de Zonia Maribel Orellana y Marlen Yajaira Estrada, policías de Tránsito desde hace seis y nueve años, respectivamente.

Con su uniforme azul celeste y oscuro acompañado con el chaleco verde fluorescente, las mujeres policías dicen sentirse orgullosas de su profesión. “Siempre me gustó la carrera policial; siempre quise aprender a usar armas”, comparte Orellana, quien está asignada a la Sección de Investigación de Accidentes de Tránsito (Siat).

Con el uniforme somos iguales a los hombres, con las mismas capacidades, aunque de diferente sexo, y tiene que haber respeto

Marlen Estrada, Policía operativa
Se enlistó en el curso básico para ser policía en 2011. Seis meses más tarde fue asignada al municipio de La Paz, y desde hace cinco años forma parte de la Siat en San Pedro Sula.

“Mi labor es investigar los accidentes de Tránsito para elaborar el informe técnico para deducir responsabilidades. Me gusta bastante lo que hago”, expresa la originaria del municipio de Las Flores, Lempira.

Semanalmente, Tránsito registra un promedio de 20 accidentes, la mayoría por conducir a exceso de velocidad y no guardar la distancia.

La agente de investigación confiesa que lo más difícil de su labor es ver cada 15 días a sus tres hijos varones, ya que ellos residen con su abuela en Lempira.

Agrega que también por ser mujer muchas veces los conductores hombres e incluso de su mismo sexo se niegan a respetar el uniforme que porta. “Hay personas que no quieren colaborar, mostrar sus documentos; es difícil”, indica.

Mi labor es investigar sobre los accidentes; trabajo 24 horas. Me gusta mucho lo que hago, pero es difícil por los hijos

Zonia Orellana, Policía de investigación
Asignada a puntos críticos de El Centro, donde convergen los buses y rapiditos de las rutas 1, 2, 4 y 7, Marlen Estrada se enfrenta a diario a palabras ofensivas, acciones agresivas y a piropos que rayan en la vulgaridad. “Es muy difícil. Tengo que mantener un carácter fuerte porque si me ven la debilidad ellos me faltan al respeto. A veces les digo que se muevan y no lo hacen, tengo que sacar mi talonario de esquelas”.

Añade que la mayoría de motoristas acostumbran a ofrecer dinero a los agentes a cambio de que no les hagan una esquela, acción que no hacen cuando se trata de una mujer.

Antes de sumar siete años como policía operativa de Tránsito en San Pedro, Estrada estuvo asignada a La Lima, en donde tuvo que desenfundar su arma en varias ocasiones para intimidar a delincuentes. “Estando en La Lima, atendí a una mujer que llegó a la oficina a pagar una falta por conducir sin cinturón. Yo le di el recibo para que fuera a pagar el banco, pero ella no regresó sino hasta cinco días después. Me dijo que le hiciera otro recibo porque el banco no se lo aceptaba, le hice otro y regresó hasta 15 días después a que le hiciera el otro recibo, yo me negué y me escupió la cara”, relata. Ante la falta, la mujer fue sancionada con 24 horas detenida.

La decisión de Estrada de convertirse en policía fue impulsada por su hermana mayor, quien estaba en la Dirección de Investigación Criminal (DIC). Ahora dos de sus hermanas son policías.

La originaria de Talanga no pudo evitar entristecerse cuando habló de sus dos hijos, a quienes ve un día de por medio por sus turnos. “Llego de noche y me vengo muy temprano. A veces cuando llego ya están dormidos”, reciente.