19/04/2024
12:32 AM

Comandante de Bomberos casi pierde a su hija en incendio

San Pedro Sula, Honduras.

La víspera de la Navidad de 1993 es una fecha que el comandante noroccidental del Cuerpo de Bomberos, Marco Antonio Artica, quisiera no recordar.

En su memoria guarda esos momentos impactantes y su temple lo traiciona cuando recuerda que su hija, Edelyn Rosario Artica, de apenas un año estuvo a punto de morir carbonizada en un incendio donde perdió su casa y pertenencias.

Ese día, Artica estaba comandando los bomberos en Siguatepeque y aproximadamente a las 4:00 pm recibió una llamada de su esposa Rosario para contarle que había un incendio en Tegucigalpa y en la colonia donde tenían su casa. A 122 kilómetros de distancia, el apagafuegos dice que presintió que se trataba de su casa, pero se mantuvo firme durante la llamada con su esposa para no preocuparla. A los minutos y de boca de uno de sus superiores se confirmó su corazonada; su casa estaba en llamas y lo peor, las informaciones preliminares indicaban que había dos niños carbonizados.

Ahora, 23 años después, el bombero se sincera y dice que no sabe explicar qué sintió cuando le dieron la noticia. “No sabían cómo darme esa noticia, pero al final yo le dije a mi compañero dígame que se me quemó mi casa, no estamos excentos...Mi compañero me dice -lo preocupante Artica es que tenemos dos menores que están carbonizados-”.

Al recordar, las lágrimas aparecen en sus ojos y el bombero dice que han sido los segundos más desesperantes de su vida. “Ahí se me fue todo el valor y el coraje, y me sentía completamente impotente”.

Incomunicado

En ese tiempo no todos tenían celulares y eso volvía desesperante la situación, la urgencia de trasladarse a Tegucigalpa era cada minuto mayor. “ Varias personas me ofrecieron vehículos, pero yo no estaba en condiciones de conducir. Artica decidió abordar un bus, un agente de tránsito paró la unidad de transporte.

El trayecto se volvió eterno y fue peor cuando el bus se dañó a medio camino. “Los pasajeros me decían ‘muchacho, consíganos un jalón’ sin imaginar todo lo que yo estaba pasando”.

Artica, recuerda que empezó a alejarse del grupo decidido a llegar caminando hasta la capital. Cuando había recorrido un buen tramo, una dama se apiadó y le ofreció llevarlo. Le conté mi historia y ella me llevó hasta la casa. Cuando llegó al lugar no quedaba nada de su casa y gracias a Dios su hija fue rescatada y su familia estaba bien.

“La niña estaba dormidita, pero pude abrazarla y todas mis preocupaciones desaparecieron”, recuerda.

El fuego no empezó en su casa, sino en la vecina, donde había un niño no vidente que provocó el incendio. Lamentablemente, un pequeño de 10 meses murió, dice Artica. La familia del entonces sargento Artica quedó sin nada, pero con sus corazones agradecidos por tener a su hija con vida.

Hoy esa pequeña que estuvo a punto de morir es una licenciada en sicología y cada día valora el trabajo de los bomberos. El comandante reconoce que ese es un recuerdo imborrable y hoy cada vez que ocurre un incendio piensa en que pueden haber niños en peligro y en la desesperación de las familias. “Esos sentimientos los viví en carne propia y es algo que no le deseo a nadie”. Hoy, expresa que los bomberos le han dado todo, hasta su esposa Rosario, a quien conoció en ese Cuerpo de Bomberos hace 24 años.