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Comunidades garífunas esperan con su cultura y gastronomía a visitantes

  • 24 marzo 2016 /

La Ceiba, Honduras.

Degustar una sopa de tiqüini bajo un ambiente natural en Villas Zapata, en Corozal o darse un chapuzón en la barra de Sangrelaya, son experiencias de sabores y aventuras que se pueden disfrutar en las comunidades garífunas de Honduras.

Dueñas de hermosas playas y coloridos paisajes ecológicos, y de una exótica y apetitosa gastronomía, las comunidades garífunas también tienen un legado cultural que ofrecer en toda la costa del Caribe hondureño.

Rodeadas de ríos, montañas y extensas costas de aguas cálidas, estos asentamientos son atractivos permanentes en sus más de 50 pueblos que se extienden desde Masca, en Omoa, hasta Plaplaya en el departamento de Gracias a Dios.

Su cultura y gastronomía son tan ricas e impresionantes como lo son su hospitalidad y alegría, lo que las ha convertido desde hace siglos en verdaderos oasis de paz y tranquilidad. Cada pueblo tiene algo que contar y mostrar. Sus típicas calles sin trazar son similares en todas las aldeas y muestran la vida colectiva de sus habitantes.

Los curiles, la sopas, el pan de coco y el casabe, son bocadillos comunes en la dieta de los garífunas.
Pasear por las playas de arenas blancas de Corozal y Sombo Crek en La Ceiba, Atlántida, es un recorrido obligado que invita el infinito mar Caribe, cuyas aguas cálidas y mansas son el sustento de los pescadores artesanales de esta etnia.

En Corozal está Villas Zapata, es un referente local, con un entorno natural y acogedor. Ahí, saborear un pescado frito, una sopa tiqüini, marinera, o un trago de guiffity o calaguala bajo típicas champas de manaca son momentos regalados por la naturaleza viva y la herencia ancestral garífuna.

Refrescarse en la barra de Sangrelaya en Iriona, Colón, saborear el exquisito pan de coco y casabe elaborado por Tomasa Sabio y descansar en el pequeño hotel Waban, son posibilidades que se encuentran en esta zona considerada la reserva cultural en Honduras.

Comunidades garífunas esperan con su cultura y gastronomía a visitantes

Las casas típicas siguen imponiéndose en los pueblos.
Los bailes típicos al son de tambores, concha de caracol y otros instrumentos autóctonos también son parte de la vida alegre y espiritual de los garífunas. Estas son manifestaciones que se pueden vivir en cada comunidad.

Al ritmo de la punta y los bancos de estrellas y arrecife coralinos, las comunidades de Guadalupe, Santa Fe y San Antonio, en Colón, esperan a los visitantes.

Mientras que los ríos y cascadas, extensas playas de Balfate y San Esteban no pueden pasar desapercibidas en esta época. Triunfo de la Cruz y Tornabé en Tela, así como cayo Chachahuate, en Cayos Cochinos, son postales que destacan la forma de vida de los afrodescendientes.

Son 51 comunidades garinagu que hay en toda la costa caribeña de Honduras, cada una de ellas con algo particular que mostrar.

Comunidades garífunas esperan con su cultura y gastronomía a visitantes

La pesca artesanal es la principal actividad que sustenta a miles de hogares de las comunindades étnicas.

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