Hace 76 años, el barrio Medina, de San Pedro Sula, vio nacer a uno de los intelectuales y altruistas más grandes de Honduras: Juan Almendárez, quien ha recibido muchas distinciones por diferentes organismos nacionales e internacionales.
Almendárez es un médico de profesión y convicción que lleva brigadas médicas a hondureños de comunidades remotas.
A temprana edad vivió momentos que marcaron su infancia, pero al final lo llevaron a ser un inquebrantable defensor de los derechos humanos. Además, es un multifacético escritor y protector del medio ambiente.
Yo vengo del pueblo hondureño. Nací en el barrio Medina, de San Pedro Sula. Vengo de un hogar muy humilde.
Nosotros vivíamos cerca de hogares donde había mucho alcoholismo, estaban cerca los burdeles. Era un ambiente de bastante violencia; pero aprendí mucho a convivir con la gente pobre.
No. En ocaciones tomo una copa de vino nada más. Nunca he probado una cerveza, wisky o guaro y no fumo.
Aprendí que las sociedades nuestras son violentas y que nosotros podemos ayudar a construir el cambio.
Recuerdo cuando tenía seis años que fui a estudiar a la escuela Pedro Nufio y mis compañeros tenían entre 16 y 20 años, la mayor parte de ellos eran mondogueros. Iniciando clases, el primer maestro llevó un arma y dijo que si alguien levantaba un cuchillo contra su persona ya sabían a qué atenerse. Lo interesante es que él cambió al conocer la vida de los mondogueros.
Un día este maestro nos dijo llorando que tenía que hacer algo que él no quería. Y nos llevó al presidio de San Pedro Sula a ver la ejecución de un prisionero; y eso fue un trauma en nuestras vidas, ver cómo fusilaban a esa persona. Fue una cosa horrenda.
Mi madre era obrera de una fábrica, fue una gran lectora y con sabiduría extraordinaria, le gustaba la salud, era partera y me decía: “Hijo, estudia todas las religiones, pero no te apegues a ninguna”. Mi padre fue motorista y por un problema de tierras fue asesinado.
Tenía como siete años. Recuerdo que a las tres de la mañana llegaron a tocar la puerta y yo salí a ver, lo encontré casi decapitado. Fue un impacto terrible en toda mi vida. Pero hay algo que le agradezco a mi madre y es que nunca nos inculcó la venganza. Luego, perdimos todo con la llena del 54 y quedamos en la calle.
Decidí estudiar Medicina y aprendí que podía estudiar esta carrera sin comprar libros, lo que hacía es que esperaba a que mis compañeros se durmieran para estudiar de noche.
La Universidad actual plantea que lo anterior no sirve, y yo planteo que hay cosas positivas ahora. Pero no se puede enseñar imponiendo algo: la enseñanza y aprendizaje es conversación.
No se trata de que sean correctas o incorrectas, son jóvenes, tienen derecho a pensar y tener una opinión diferente.
Bueno, la mayor parte del tiempo, excepto en algunas ocasiones.
En lo posible trato de identificarme mucho con la cultura de nuestro pueblo. Me gusta ser lo que soy: coherente en lo que digo.
Estamos trabajando en la importancia de la biodiversidad en la causa de la enfermedad. Por ejemplo el dengue, los mosquitos sobreviven a la fumigación, el problema es que si se destruye el bosque, los mosquitos buscan la sangre de los humanos y no la de los animales del bosque.
Tengo varios, sobre todo con otros autores. Tengo de poesía, medicina, ecología, violencia, son muchos.
Estoy separado, pero tengo mucho respeto y buena relación con la madre de mis hijos.
Tengo tres hijos adultos, me siento muy orgulloso de ellos. Además, tengo cuatro nietos.
Es interesante saber qué significa tener tiempo libre. Yo he aprendido que uno debe tener un gozo espiritual en lo que hace.
Por ejemplo, las luchas no las veo como un trabajo, sino como un gozo espiritual. En mi tiempo libre disfruto la naturaleza y sobre todo escribir.
He tenido la oportunidad de irme del país, de trabajar en instituciones en las que podría ganar cinco o hasta diez veces de lo que gano ahora. Fui condenado por el escuadrón de la muerte, he tenido muchas situaciones complicadas; pero de aquí no salgo.
Eso fue en la década de los 80. Nosotros luchábamos por los derechos humanos. Me di cuenta cuando estaba en Bolivia y aún así regresé a Honduras.
Sí, solo que ahora lo hago por medio de citas. También tengo las brigadas médicas en las comunidades como el valle de Siria.
Claro que tuvo que ver. Yo soy un gran luchador de los derechos de las personas privadas de libertad, gran parte de mis amigos terminaron en la cárcel. Soy defensor de la mujer, de la trabajadora sexual porque conocí su sufrimiento, también de la diversidad sexual, y he trabajado en los derechos de los pobres.
He estado en política, pero cuando estuve como candidato de la UD, renuncié a recibir un centavo del Estado para la campaña política porque creo que gastamos bastante para eso.
Creo que cada época es algo diferente y cada una me ha dejado una gran enseñanza.