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'Mi propio partido conspiró contra mí': Oswaldo Ramos Soto

  • 02 agosto 2015 /

Opina que en Honduras debe haber reelección, pero no indefinida.

Tegucigalpa, Honduras

Dotado de una mente fotográfica y una extraordinaria inteligencia que lo lleva a citar con punto y coma a los grandes pensadores y eruditos antiguos, el abogado Oswaldo Ramos Soto se ha convertido en una permanente fuente de consulta y sabiduría en el Poder Legislativo, en donde cumple su cuarto período como legislador.

El destacado catedrático, jurista y expresidenciable hondureño recibió a LA PRENSA en su fino y confortable despacho en Tegucigalpa, adonde habló de su vida y de lo que más le gusta: la política.

¿Cuáles son sus orígenes?

Nací en La Ceiba en el hospital Vicente D’antoni. Mi madre es Alba Luz Soto Andino y mi padre Oswaldo Agustín Ramos Montoya, quien era un telegrafista que quería ser abogado y se vino a estudiar a Tegucigalpa, donde se graduó de bachiller en el Instituto San Miguel en 1934. Mi abuelo no tenía los medios para que continuara sus estudios y tuvo que regresar a la costa norte y empezó a trabajar en los campos bananeros de la Standar Fruit Company, en el distrito de Coyoles, como irrigador de veneno para combatir el mal de Panamá y la Sigatoka Negra. Ahí fue compañero con Ramón Amaya Amador, Sergio Castro y otras personas.

¿Dónde hizo sus estudios ?

Fui a la escuela en los campos bananeros. Mi primero y segundo año lo hice en la escuela de Bohemia, conocida también como Carmen. Mi tercer grado en Isletas y el cuarto grado en La Ceiba, en la escuela mixta Minerva de la profesora Rafaelita Huete de Rodríguez, hermana del líder liberal José Ángel Zúniga Huete. Luego el quinto y sexto grado lo hice en las fincas de la Standar en Planes y en Isletas. Mis estudios secundarios en el instituto departamental Manuel Bonilla en La Ceiba y en 1965 me vine a la capital a estudiar la carrera de derecho en la Unah.

¿Cuentan que fue un brillante estudiante?

En aquel tiempo la carrera de abogacía eran seis años, y tuve la suerte y la dicha de siempre tener altas calificaciones porque me dedicaba a estudiar. Los dos últimos años me otorgaron la medalla de oro como estudiante sobresaliente de la facultad de Derecho. Cuando vine a Tegucigalpa viví en la casa de un primo de mi madre, el abogado José Santiago Ramírez Soto “Cheche”, que a la sazón era presidente del Distrito Central, lo que hoy es alcalde de Tegucigalpa.

¿Cómo entra al servicio público?

En quinto año empecé a ser instructor de cátedra, y cuando egreso estaban las elecciones que ganó el doctor Ramón Ernesto Cruz, que había sido mi profesor de Teoría General del Estado e Historia del Derecho. En aquel momento el secretario de la Presidencia era mi profesor de notariado el abogado Guillermo López Rodezno, y como había sido su alumno de excelencia me llamaron a ser el secretario de audiencias en Casa Presidencial, o sea que todo el que quería ver al Presidente tenía que pasar por mi oficina, desde ministros, políticos, empresarios y embajadores. Yo tenía 23 años y recuerdo que ponía mi oído en las paredes y me ponía a pensar cuántos secretos guardan las paredes de Casa Presidencial.

¿Cuándo empieza a militar en política?

Mi padre era de origen liberal y un gran admirador de Ramón Villeda Morales, y mi madre nacionalista. Cuando vine a Tegucigalpa me gustaba el Partido Nacional porque lo veía más serio, estricto y menos demagógico, y me afilié al partido. Mi primer voto fue en las elecciones de intermedio del Gobierno de Oswaldo López Arellano, ahí fui a trabajar con “Cheche” a los barrios y colonias, aldeas y caseríos. He sido un obrero y miembro activo del PN y he desempeñado todos los cargos importantes, hasta ser candidato presidencial en 1993.

¿Por qué no ganó esas elecciones?

que hubo ciertas cosas de ciertas personas en contra mía para ser presidente de la República.
¿Quiénes conspiraron para que no fuera presidente?
La gente del presidente que gobernaba en ese momento (el mandatario en ese momento era Rafael Leonardo Callejas (1990-1994).
Acuérdese que por mantener mis principios como abogado, hombre hacedor de justicia y no doblegarme a ciertas situaciones me sacaron también de la Corte Suprema de Justicia.

¿Qué detonó su abrupta salida de la presidencia de la Corte Suprema?

De repente había personas que querían que nombrara jueces, escribientes, receptores y secretarias impuestos por ellos, y en la independencia de poderes un presidente de la Corte no se mete con el nombramiento de secretarios de Estado, ni en el personal del Poder Ejecutivo, ni mucho menos en las decisiones del Congreso, entonces esas cosas generaron que me destituyeran.

¿Su mismo partido hizo esto?

Sí, dentro de mi mismo partido y eso lo hablamos con alguna gente, pero no vale la pena remover el detrito porque causa miasmas y yo soy hombre de partido.

¿Por qué decidió retirarse y deponer su aspiración presidencial?

El partido se atomizó y a raíz de eso y buscando que el partido ganara, en determinado momento decidí separarme y apoyar a Alba Nora Gúnera de Melgar, que fue la candidata del partido en las elecciones en las que ganó el ingeniero Carlos Roberto Flores. Estimé mejor ir al Congreso Nacional y encabecé la fórmula por Francisco Morazán.

¿Ya cerró ese capítulo?

Yo aspiro a la Presidencia de la República, pero para mi partido, con otros candidatos, y puede ser el actual presidente Juan Orlando Hernández si él se realiza a plenitud con un gobierno excelente, que por ahora va bien y el pueblo lo apoya.

¿Honduras está lista para la reelección?

Esa determinación la Corte ya la tomó y eso favorece a todos los que han sido expresidentes de la República porque tenían vedada esa posibilidad.

Muchos dicen que ese fallo de la Corte es una aberración, ¿usted qué opina?

muchas posiciones. En casi todos los países de Latinoamérica y el mundo se permite la reelección.
El problema en Honduras es que nos encerramos en muchos criterios axiológicos. Yo pienso que si un presidente es bueno, cuatro años es muy poco y en mi concepto debe haber una sola reelección y creo que ocho años es suficiente.