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El bullying orilla a los niños al robo, las drogas y pandillas

  • 05 julio 2015 /

En Honduras se desconocen cifras sobre este flagelo, pero es cada vez más común en los centros educativos.

Tegucigalpa, Honduras

“Había un niño que en busca de venganza ante el bullying se integró a una pandilla. Otro se defendió y fue expulsado, su padre lo regañó y entonces abandonó su casa y se integró a grupos irregulares”.

En su labor cotidiana con jóvenes víctimas de abuso Josué Serrano, pedagogo egresado de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (Unah), conoce historias de muchachos que ingresaron a maras o pandillas huyendo del bullying.

Las señales son muy claras: aislamiento, identificación con grupos antisociales, cometer actos masivos de violencia, autolesionarse, buscar venganza son algunos.

El bullying ocurre en el aula de clases, espacios recreativos, en los baños, a través de la red o simplemente cuando un menor es aislado del grupo con la llamada ley del hielo.

'El acoso en el ámbito escolar tiene secuelas sociales. Cuando estas personas crecen reproducen esos patrones de violencia en el trabajo o en la escuela' y considera que son fundamentales políticas de convivencia, la práctica de valores, la participación del docente, el padre y de los sicólogos.

Un problema es que en Honduras los pequeños van al centro escolar a repetir conductas aprendidas en casa y el diseño de políticas educativas no está en manos de especialistas.

Foto: La Prensa

Maltrato de niños a niños

Adonaldo Escoto, subdirector de la escuela Óscar A. Flores y responsable de 490 niños que reciben clases en dos jornadas, explicó cómo los 23 profesores que imparten clases enfrentan diariamente este problema.

“Esto siempre ha existido en Honduras y en otras partes del mundo, lo que pasa es que ahora se le conoce con otro nombre; pero el maltrato de los niños hacia los niños ha existido siempre”.

Según Escoto, las principales víctimas son personas que por condición natural o accidental perdieron una parte de su cuerpo o tienen un defecto físicas o anímico.

Escoto señaló que es necesairo que las escuelas tengan expertos en sicología y siquiatría y convenios con universidades como la Unah para que los afectados reciban asistencia.

“La Unah nos ha venido apoyando a través del cesamo de San Miguel con pasantes de la carrera de Sicología y Siquiatría. Gracias a ese apoyo hemos tenido trato profesional a la conducta de estos niños”.

Los alumnos que son afectados por el bullying se vuelven tímidos, ensimismados o agresivos e intentan responder de la misma forma en que los han tratado.

“Algunos de estos niños han tenido que recibir apoyo sicológico en el mismo hospital San Felipe, en el cesamo San Miguel o acá en el centro con la sicóloga de la Unah”.

Aunque no hay datos de cuántos puntuales, se estima que un 3 a 5% que son más graves, hay otros casos aislados, explicó.

Hay estudiantes que agreden verbalmente a los más pequeños, les quitan sus útiles o la comida. Ese ciclo se repite cuando el niño agredido crece, detalló el maestro. Lo grave es que estos pequeños se convierten en adultos sin tratamiento e inculcan estas conductas en sus hijos.

“Acá hay niños a los que se les llama la atención y responden: ‘usted no es mi tata’, eso indica que hay niños solos, maltratados, desorientados dentro de su hogar”.

Por ello destaca que a las familias les corresponde el bienestar de sus hijos, pero las familias son responsabilidad estatal como célula básica de las sociedad.

También en los colegios hay diferentes modalidades de bullying y ahora hay hasta nombres especiales para tipos de maltratos, explicó la maestra de secundaria Lesvia Padilla.