San Pedro Sula, Honduras.
Decenas de vendedores estacionarios se han visto obligados a cerrar sus puestos porque la crisis los tiene de correr y no pueden honrar sus préstamos.
La situación es contradictoria porque mientras algunos buhoneros cierran sus puestos otros se ubican y abren en calles y avenidas que fueron recuperadas en administraciones anteriores, sobre todo en el distrito central de negocios.
Los locatarios están preocupados porque sus ventas no pasan por el mejor momento, pero también porque no hay avances en el proyecto del mercado periférico, estancado por la situación legal que ya lleva varios años.
En unos 90 puestos ubicados en la primera avenida y calles aledañas han puesto candado y se han llevado sus artículos a otras zonas del país para poder vender.
Yolanda Pérez, presidenta de la Asociación de Vendedores Asevamali (Asociación Sampedrana de Vendedores de Mercadería y Alimentos), dice que pasan agobiados por los altos intereses que pagan y que ya no pueden con tanta carga.
Pérez explica que han visitado algunos lugares céntricos donde se pueden reubicar los vendedores mientras construyen el mercado periférico, pero no han tomado ninguna decisión, ya que eso debe ser en conjunto con la Municipalidad sampedrana.
La dirigente admite que hay calles que fueron recuperadas y ya están saturadas de nuevo.
“Eso se nos va de las manos a veces porque el controlador debe ser la Municipalidad. No podemos ir y quitar a nuestros compañeros”, asegura.
Pese a la saturación en las calles, Pérez considera que hay menos vendedores porque han emigrado debido a la crisis; en tanto, otros contratan préstamos y no pueden pagarlos y ante el temor de que les pase algo por no pagar entonces huyen.
Carlos Méndez, uno de los vendedores que cerró su negocio, manifiesta que las ventas están pésimas y por ello tuvo que salir con su familia. “Hoy vengo a ver cómo está la situación, pero sigue igual”, expresa.
La dirigencia de otras asociaciones comparte que las ventas están “malas” y consideran que muchos compañeros han cerrado los locales ante la falta de financiamiento.
Decenas de vendedores estacionarios se han visto obligados a cerrar sus puestos porque la crisis los tiene de correr y no pueden honrar sus préstamos.
La situación es contradictoria porque mientras algunos buhoneros cierran sus puestos otros se ubican y abren en calles y avenidas que fueron recuperadas en administraciones anteriores, sobre todo en el distrito central de negocios.
Los locatarios están preocupados porque sus ventas no pasan por el mejor momento, pero también porque no hay avances en el proyecto del mercado periférico, estancado por la situación legal que ya lleva varios años.
En unos 90 puestos ubicados en la primera avenida y calles aledañas han puesto candado y se han llevado sus artículos a otras zonas del país para poder vender.
Yolanda Pérez, presidenta de la Asociación de Vendedores Asevamali (Asociación Sampedrana de Vendedores de Mercadería y Alimentos), dice que pasan agobiados por los altos intereses que pagan y que ya no pueden con tanta carga.
Pérez explica que han visitado algunos lugares céntricos donde se pueden reubicar los vendedores mientras construyen el mercado periférico, pero no han tomado ninguna decisión, ya que eso debe ser en conjunto con la Municipalidad sampedrana.
La dirigente admite que hay calles que fueron recuperadas y ya están saturadas de nuevo.
“Eso se nos va de las manos a veces porque el controlador debe ser la Municipalidad. No podemos ir y quitar a nuestros compañeros”, asegura.
Pese a la saturación en las calles, Pérez considera que hay menos vendedores porque han emigrado debido a la crisis; en tanto, otros contratan préstamos y no pueden pagarlos y ante el temor de que les pase algo por no pagar entonces huyen.
Carlos Méndez, uno de los vendedores que cerró su negocio, manifiesta que las ventas están pésimas y por ello tuvo que salir con su familia. “Hoy vengo a ver cómo está la situación, pero sigue igual”, expresa.
La dirigencia de otras asociaciones comparte que las ventas están “malas” y consideran que muchos compañeros han cerrado los locales ante la falta de financiamiento.
