San Pedro Sula, Honduras.
Los transportistas ya no soportan las extorsiones. El extremo llega al grado que han tenido que escoger entre pagarle a los empleados o a los extorsionadores.
Los testimonios son fuertes y uno fue el relatado por el transportista y dirigente Carlos Andonie, quien dice que ha tenido que preguntarles a los empleados si paga la extorsión o les cancela a ellos y los trabajadores por temor prefieren esperar el pago para que el transportista cumpla con el “impuesto de guerra”. “El impuesto de guerra nos tiene quebrados y muchas veces tenemos que ajustar para cumplir”, dijo.
El transportista dice que se les paga extorsión a varios grupos y la realidad es que eso aumenta en vez de bajar. “Tuvimos una reunión en Tegucigalpa y después nos mataron a un despachador y un motorista. Hoy pagamos más. Las empresas están quedando sin motoristas y ya no podemos con esto”.
Los transportistas ya no soportan las extorsiones. El extremo llega al grado que han tenido que escoger entre pagarle a los empleados o a los extorsionadores.
Los testimonios son fuertes y uno fue el relatado por el transportista y dirigente Carlos Andonie, quien dice que ha tenido que preguntarles a los empleados si paga la extorsión o les cancela a ellos y los trabajadores por temor prefieren esperar el pago para que el transportista cumpla con el “impuesto de guerra”. “El impuesto de guerra nos tiene quebrados y muchas veces tenemos que ajustar para cumplir”, dijo.
El transportista dice que se les paga extorsión a varios grupos y la realidad es que eso aumenta en vez de bajar. “Tuvimos una reunión en Tegucigalpa y después nos mataron a un despachador y un motorista. Hoy pagamos más. Las empresas están quedando sin motoristas y ya no podemos con esto”.