22/04/2024
08:07 AM

Honduras: Alarmante contaminación minera en El Corpus

Decenas de “rastras” o procesadoras artesanales de broza vierten cantidades enormes de mercurio en ríos y riachuelos.

El Corpus, Choluteca, Honduras.

La contaminación ambiental causada por la actividad minera en el municipio de El Corpus, Choluteca, sin adecuadas medidas de mitigación ha alcanzado niveles alarmantes y graves, ha degradado los principales afluentes y ha hecho que surjan enfermedades cutáneas y nerviosas en los trabajadores y la población.

En toda esta empobrecida zona de explotación minera operan decenas de rastras o procesadoras artesanales de broza que vierten cantidades enormes de mercurio en ríos y riachuelos, lo que ha causado un daño irreversible en la fauna y en la capa vegetal, indicaron expertos y autoridades de este municipio.

Se estima que solo en la jurisdicción de El Corpus operan alrededor de 150 rastras , muchas de ellas clandestinas, aunque la Municipalidad asegura que oficialmente hay 40 o 60 en todo el municipio y solo dos de ellas están legalmente registradas y pagan sus permisos de operación anuales a la comuna.

En la extracción del oro, estas procesadoras artesanales se utilizan para separar el material precioso de la broza o la tierra extraída de los yacimientos, utilizando el mercurio líquido mezclado con agua.

Las procesadoras consisten en enormes pilas de cemento circulares de unos 30 centímetros de hondo en cuyo centro se encuentra una especie de centrifugadora que lleva atadas dos o tres enormes piedras lisas de río para triturar el material. La broza se mezcla con el agua y el azogue para separar el rico metal y el material sobrante se lanza a los riachuelos.

La proliferación de estas “rastras”, como las denominan en su jerga los mineros, se ha convertido en un dolor de cabeza, pues operan en las orillas de los riachuelos y eso ha incrementado dramática y progresivamente los metales pesados y químicos en dos de los principales afluentes que atraviesan el pueblo.

A pesar de que la explotación minera en El Corpus lleva centurias, no hay todavía regulaciones ambientales más drásticas para detener este ecocidio y los pocos estudios que se han hecho muestran altas cantidades de metales pesados y químicos en los riachuelos.

De todas las explotaciones de oro que operan en este pueblo minero, únicamente el yacimiento Clavo Rico, administrado por una empresa canadiense, está siendo permanentemente monitoreado por el Instituto Hondureño de Geología y Minas (Inhgeomin) para evitar que sus actividades dañen el ambiente.

Ramón Armando Williams, jefe de la Unidad Municipal Ambiental de la alcaldía de El Corpus, exteriorizó su profunda preocupación por los perjuicios que esta actividad causa en el municipio y sus alrededores, ya que la gente de comunidades como San Juan Arriba y San Juan Abajo han tenido que buscar otras fuentes para abastecerse de agua para suplir sus necesidades.

Relató que en algunas comunidades hay una alta incidencia de enfermedades cutáneas por la utilización de agua contaminada con mercurio, especialmente entre los lavadores de oro, los niños y las mujeres que van a lavar o bañarse en el río.

Al consultarlo sobre el nivel de contaminación, el funcionario municipal se limitó a decir que “es grave”; de ahí que el gobierno municipal esté adoptando acciones para clausurar las rastras por un tiempo prudencial y trasladarlas a sitios donde no contaminen.

La necesidad obliga

Los procesadores de oro están conscientes del enorme daño ambiental de la separación del oro mediante este proceso, pero indicaron que no tienen otra opción porque se ven obligados por la necesidad y la pobreza.

Rigoberto Espinal Méndez, humilde minero de la zona, alquila por 3,000 lempiras una rastra cerca del río Calderas, con la que mantiene a su mujer y sus siete hijos, varios de los cuales estudian secundaria en el colegio de El Corpus.

En esta procesadora, don Rigoberto extrae los últimos residuos de oro que quedan en los desechos que dejan otros procesadores. La labor es extenuante porque este hombre trabaja con sus hijos y un obrero las 24 horas del día y los siete días de la semana.

Relató que emplea los residuos que otras rastras botan e incluso así logra rescatar unos 10 o 20 gramos del precioso metal en cada 100 sacos. En el mercado local se vende a 500 lempiras el gramo.

Indicó que con lo que le queda del negocio tiene que pagar el acarreo del material, los mozos y el alquiler de la rastra y el sobrante es para mantener a su numerosa familia y educar a sus hijos. En total logra una ganancia mensual de unos 15 mil lempiras. Explicó que el costo de una rastra es de unos 300,000 lempiras; sin embargo, indicó que no posee dinero para construir una, por lo que necesita alquilarla.

El curtido obrero reconoció que el uso de azogue para separar el oro es perjudicial para el ambiente, pero adujo que otros lo hacen también y que el río está contaminado desde hace mucho tiempo y no es algo reciente.

Leslie Palencia, minera artesanal de la zona, reconoció que se dedican al lavado de oro por necesidad, por lo que se opone a que las autoridades clausuren las rastras que operan en la comunidad.

“Es cierto que el agua se contamina, pero el alcalde tiene que ponerse a pensar que somos pobres y estamos luchando. Ellos qué piensan; tienen su trabajo y somos nosotros los que vamos a quedar sin dinero para nuestras familias. Qué futuro van a tener nuestros hijos. El alcalde tiene que pensar en eso. No es correcto lo que hace, pero cerrar las rastras es algo equivocado”.

Informes

Marcio Molina, fiscal del Ambiente, expresó que la actividad minera, además de ser peligrosa para los trabajadores artesanales, deja una enorme estela de contaminación y muerte.

“Más de cinco mil personas usan la mina desorganizadamente, sin medidas de seguridad. Incluso se identificó a niños que trabajan en la mina, pero ha seguido la misma forma de trabajo y además estamos contaminando todo el río Calderas. Ese es el problema: que lavan el mineral, lo procesan y toda esa agua contamina el río. Se ha trabajado como ellos quieren porque uno como autoridad es amenazado con que prefieren morir soterrados que en la calle pidiendo”, dijo Molina.

Comentó que en 2012 y 2013 se elaboraron dos informes. En el primero se hicieron todas las recomendaciones necesarias, se integró una comisión encabezada por Inhgeomin y se le advirtió a la gente que no debía trabajar en la mina como lo estaban haciendo; sin embargo, la entidad gubernamental que debía actuar les dio recomendaciones, pero no trabajó en conjunto para sacar a la gente.

Incidencia sanitaria

Román Edgardo Mayorga, encargado del centro de salud de El Corpus, indicó a LA PRENSA que los casos de envenenamiento con metales pesados y químicos son nulos, aunque señaló que hay una alta contaminación de mercurio en ríos y quebradas que ha exterminado la fauna acuática. Añadió que al centro de salud llegan muy pocos pacientes por problemas cutáneos, pero mencionó que sabe que en algunas aldeas se han reportado alergias en los trabajadores de las minas y los lavadores de oro.

También se han mencionado problemas nerviosos severos causados por la inhalación de gases de mercurio durante el proceso de separación del azogue y el oro.

Manifestó que los niveles de contaminación con mercurio aún son bajos porque afortunadamente las fuentes de donde se abastece de agua para el consumo de la población de El Corpus proviene de la montaña y aún no se encuentra contaminada.

Los ríos son una “atolera”

Frente a esta problemática, el gobierno municipal ha comenzado a adoptar acciones para controlar la proliferación de rastras contaminantes.

El alcalde de este término municipal, Luis Andrés Rueda, admitió que la contaminación que dejan las rastras es grave. “Prácticamente, las rastras están tirando veneno en los riachuelos. Esto ya no lo podemos permitir y vamos a ver cuántos días daremos para que se reubiquen y vamos a supervisar la reapertura con la Unidad Ambiental porque debemos pensar en nuestros nietos y los hijos de ellos porque lo que está ahorita es una total atolera”, dijo.

Reveló que la contaminación con mercurio produce una alta cantidad de alergias y contaminación de la piel y en otros casos hay personas que no pueden sostener un vaso de agua porque presentan cuadros de daños en el sistema nervioso por la contaminación de mercurio al separar el oro. “Eso hemos podido ver ahorita, pero según los expertos médicos hay problemas que son peores que estos”, aseveró.

Las comunidades más afectadas por la contaminación son Calderas, Los Chagüites, La Fortuna, San Juan Arriba y San Juan Abajo, entre otras.