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Cuatro murieron camino al hospital

  • 31 octubre 2010 /

A pesar de haber quedado mortalmente heridos en el campo de fútbol de la Felipe Zelaya, sus parientes y vecinos hicieron hasta lo imposible por salvarles la vida; pero fue en vano.

A pesar de haber quedado mortalmente heridos en el campo de fútbol de la Felipe Zelaya, sus parientes y vecinos hicieron hasta lo imposible por salvarles la vida; pero fue en vano.

Cinco de las víctimas de la terrible masacre fueron trasladadas en estado crítico al hospital Mario Rivas a eso de las 3.30 de la tarde, pero sólo una logró llegar con vida.

Los heridos fueron llevados en una patrulla de la Policía Nacional y en un vehículo particular, fueron colocados en camillas pero ya habían perdido la vida.

José Adonis López Vega, 29, Héctor Antonio Murillo, 60, Santos Casimiro Cano Rivera, 48, y Jonathan López Vargas, 22, expiraron camino al centro asistencial.

Jorge Leonel Ramos Andino, 54, corrió con mejor suerte y a pesar de tener varios balazos en diferentes partes de su cuerpo fue ingresado con vida a la emergencia.

Ayer a las 9.30 de la noche estaba por salir del quirófano, su estado era reservado.

Los cuatro cuerpos de los occisos fueron llevados a la morgue del Mario Rivas, donde sus parientes los lloraban con dolor e impotencia.
Casi a las ocho de la noche fueron llevados a Medicina Forense.

Eran trabajadores
José Adonis López Vega era barbero y tenía su negocio propio donde trabajaba junto a sus dos hermanos menores.

Él deja dos hijos: una niña de siete años y un varón de cinco años.

Familiares de López Vega aseguraron que era un hombre cristiano y trabajador.

“Él sólo estaba viendo el partido, era cristiano y asistía a la iglesia Bautista”, expresó un pariente mientras miraba con dolor el cadáver de su ser amado.

López Vega residía en la colonia Felipe Zelaya y era originario de La Unión, San Luis, Santa Bárbara.

Héctor Antonio Murillo deja tres hijos. Él era agricultor, tenía un pequeña milpa y residía en la colonia Las Brisas.

Según su esposa, Héctor salió por la tarde para ver el partido de fútbol.

“Pasaba trabajando casi todos los días y el fin de semana iba al campo”, manifestó un pariente.

Santos Casimiro Cano Rivera deja ocho hijos, todos menores de edad. Él era originario de Choluteca y residía en la colonia 6 de Mayo.

Cano Rivera era guardia de seguridad de la colonia Llanos de Sula y estaba arbitrando en uno de los partidos que se jugaba en el campo.

“Era la segunda vez que llegaba a dirigir ese equipo, lo hacía sólo porque le gustaba el fútbol”, indicó entre sollozos un sobrino del fallecido.

El menor de los que murió camino al centro asistencial fue Jonathan López Vargas, el que también residía en la colonia 6 de Mayo.

Vargas era ayudante de albañil y recientemente estaba viviendo en unión libre. No tenía hijos.

“La esposa y la mamá le estuvieron pidiendo que no fuera a jugar, que mejor se quedara con ellas en la casa; pero los amigos lo llamaron y le insistieron y decidió irse”, expresó una prima de la víctima.

En quirófano
Jorge Leonel Ramos Andino, el árbitro del partido que se jugaba en la Felipe Zelaya, ingresó con varios impactos de bala; llegó con vida, pero según reportó el personal médico del Mario Rivas estaba en estado delicado. Ramos Andino era el presidente de árbitros del sector.

Ayer fue ingresado al quirófano con una herida en el cráneo, otras en el tórax y abdomen.

Familiares de las víctimas clamaron a las autoridades policiales y de justicia que esclarezcan la matanza en la que perdieron la vida muchos inocentes.