28/03/2024
10:35 AM

Partido que gane presidencial de Honduras no controlará el Congreso

Nuevo Gobierno tendrá que buscar alianzas con fuerzas políticas afines para gobernar con relativa tranquilidad

Tegucigalpa, Honduras

El partido político que gane las elecciones del 24 de noviembre no logrará acaparar el control del Congreso Nacional, por lo que se verá obligado a establecer alianzas con las otras fuerzas partidistas para lograr la gobernabilidad del país, advirtieron analistas.

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De acuerdo con cómo se plantea el escenario electoral, los partidos Nacional, Liberal y Libertad y Refundación (Libre) se repartirán la mayoría de butacas en el Legislativo, pero cualquiera que gane la elección presidencial no reunirá la mayoría absoluta de 65 diputados, de los 128 que componen ese poder estatal.

Se vaticina que habrá un equilibrio de fuerzas porque el partido triunfador ganará por una diferencia de seis o siete diputados y los demás estarán repartidos entre la bancada liberal y de Libre, de modo que las grandes decisiones nacionales se tomarán entre liberales, nacionalistas y libres.

En ese contexto, los analistas atisban un escenario “complejo y hasta anárquico” para el nuevo Gobierno electo porque el control del Legislativo es clave para cumplir muchas de las promesas de campaña y aprobar las leyes que el Ejecutivo requiere para impulsar su plan de Gobierno.

Los politólogos consideran que la Democracia Cristiana, el Pinu y Unificación Democrática (UD) reducirán su presencia en el Legislativo y emergerán nuevas fuerzas políticas minoritarias, en este caso el Partido Anticorrupción (PAC), que postula a Salvador Nasralla, y Alianza Patriótica (AP), dirigido por el general retirado Romeo Vásquez Velásquez.

Capacidad negociadora

El nuevo titular del Poder Ejecutivo tendrá que usar todos sus dotes de negociador y conciliador con el propósito de atraer a las fuerzas políticas con afinidades naturales y lograr la gobernabilidad necesaria para dirigir la nación en el próximo cuatrienio.

De hecho, el nuevo Gobierno heredará un país con un complejo panorama económico y social, originado en el alto déficit fiscal, la baja de los ingresos tributarios, una impagable deuda pública de más de 7 mil millones de dólares y la inseguridad que deja un promedio de 20 muertos diarios, sin contar el galopante desempleo.

Cualquier iniciativa de ley que busque resolver estos y otros agudos problemas requerirá como mínimo la mayoría simple o absoluta en el Congreso Nacional; en caso contrario, toda propuesta de reforma chocará con el muro de la oposición política.

Por lo anterior, los candidatos presidenciales mantienen una agresiva campaña en los medios de comunicación y enfilan sus discursos en las concentraciones políticas, llamando a sus partidarios a votar “en plancha” en la papeleta para diputados.

De esta forma pretenden alcanzar como mínimo la mayoría simple en la Cámara Legislativa que les permita gobernar sin buscar alianzas políticas.

Los expertos consideran que el proyecto político de Libre de convocar a una Asamblea Nacional Constituyente para “refundar el Estado” tiene pocas probabilidades de prosperar en vista de que requerirá el control del Congreso o el apoyo de la oposición para lograr la mayoría necesaria.

“Consenso obligado”

Raúl Pineda Alvarado, exdiputado y analista político, consideró que solo existen dos opciones claras: el consenso obligado y la anarquía a la vuelta de la esquina.

“Ningún proceso tal como el actual genera tanta incertidumbre en cuanto la composición del Congreso, especialmente con un nuevo Gobierno que deberá tomar decisiones sobre la marcha”, manifestó.

Expuso que el panorama es complejo porque el próximo Congreso Nacional tendrá dentro de sus responsabilidades la elección del procurador general de la República y los magistrados de la Corte Suprema de Justicia y posiblemente reactive la discusión sobre la irregular elección de los fiscales.

“Si no existe un liderazgo lo suficientemente conciliador, tanto en el Congreso como en la Presidencia de la República, la conflictividad que hoy se refleja en el debate electoral también se reflejará en el Congreso”.

Mencionó que es un hecho que las fuerzas que no ganen las elecciones presidenciales tendrán suficiente capacidad para sumar sus diputados y poner al próximo presidente del Congreso Nacional e igualmente imponerse en la elección de otros funcionarios y de la nueva Corte Suprema de Justicia.

“Recuérdese que en Honduras pasamos a un sistema de gobierno prácticamente semiparlamentario, es decir que varios funcionarios de gobierno son electos por el Congreso. Eso obliga a pensar que la primera acción política del Presidente que gane las elecciones será buscar alianzas y, si no lo hace, no podrá gobernar adecuadamente”.

Pineda Alvarado explicó que el problema de Honduras es su propio sistema electoral, en vista de que cuenta con cuatro mecanismos de decisión: la mayoría simple, que es la mitad de los diputados; la mayoría absoluta, consistente en más de la mitad; la mayoría calificada, compuesta por dos tercios de votos, y la mayoría extraordinaria, formada por tres cuartas partes del Legislativo.

En este Congreso vigente se estableció que gran parte de las decisiones y las grandes reformas legislativas se toman por mayoría calificada, lo cual fue un error porque solo se pensó en la inmediatez del partido de Gobierno, que contaba con 71 legisladores y solo requería 15 diputados restantes para construir un consenso.

No obstante advirtió que en el nuevo Congreso la situación será totalmente diferente porque habrá nuevas fuerzas políticas en el escenario, lo que implicará un liderazgo sólido, con capacidad de convencimiento extraordinario y cierta tolerancia de la oposición para alcanzar acuerdos políticos.

“Si la oposición se une, vendrá a ser mucho más poderosa que el Presidente de la República, pues puede ejercer control sobre el Poder Legislativo y el Judicial”.

Agregó que la política es el arte de la conveniencia y si a la oposición le conviene más ganar la presidencia del Congreso y ejercer el control sobre la Corte Suprema, eso es lo que va a prevalecer. Estimó que ante un posible triunfo de cualquiera de los dos partidos tradicionales, la alianza natural sería entre el Partido Nacional y el Liberal, pero “creo que el manejo de la campaña no permite predecir si se van a dar estas alianzas o si con los diputados que saquen ambos podrán construir una alianza para controlar el Congreso.

Vamos a cosechar los errores que se cometieron en este Congreso en cuanto a irrespetar el sistema republicano de gobierno y lamentablemente vamos a necesitar gran capacidad de consenso, liderazgo y gran tolerancia que permita al ganador de la elección entender que las cosas cambiaron y que no podrá hacer lo que quiera, como se hizo en el actual Gobierno”.

Mayoría simple

El experimentado parlamentario y catedrático universitario Oswaldo Ramos Soto aceptó que el escenario político del partido gobernante será bastante difícil el próximo año, aunque auguró que el Partido Nacional ganará las elecciones y alcanzará la mayoría.

Recordó que los gobiernos de Roberto Suazo Córdova, José Simón Azcona, Rafael Leonardo Callejas, Carlos Flores, Ricardo Maduro, Manuel Zelaya y Porfirio Lobo sacaron más de 65 diputados, es decir que lograron gobernar con la mayoría absoluta en el Legislativo.

El único que no lo logró fue el expresidente Maduro, quien solo alcanzó la elección de 61 parlamentarios, la mayoría simple, por lo cual se vio obligado a hacer un pacto político con la Democracia Cristiana para sumar 66 diputados y aprobar las leyes que necesitaba para gobernar.

Apuntó que en la historia política del país ningún partido por sí solo ha logrado la mayoría calificada, o sea 86 diputados de los 128, por lo que toda reforma constitucional ha pasado por acuerdos entre nacionalistas y liberales.

Ramos Soto reconoció que la campaña electoral está bastante dividida, de modo que todos los partidos buscan ganar el mayor número de diputados, motivando a sus seguidores a votar en plancha, aunque no comparte esta modalidad porque a su juicio desnaturaliza la democracia.

“Si ahora todos los partidos votan en plancha, ¿para qué hacemos voto separado y para qué ahorrar esa millonada de dinero? Entonces mejor volvamos al otro voto (bajo la figura presidencial). Los partidos se mantenían más unidos, no había esos pleitos entre diputados y no se gastaba tanto dinero”.

El legislador estimó que cualquier reforma constitucional que se requiera aprobar en el nuevo Gobierno deberá contar con el respaldo de los demás partidos para alcanzar las dos terceras partes o las tres cuartas partes de los diputados que establece la Constitución, o sea 86 y 96 diputados.

En síntesis, los consultados vislumbran que el próximo 23 de enero, cuando se elija a la directiva en propiedad del Congreso Nacional, será la verdadera prueba de fuego para determinar el tipo de Congreso que verán los hondureños en los próximos cuatro años.