24/04/2024
11:07 PM

Insomnio, miedo y llanto: amargas noches en los refugios de la calle

Centenares de personas acampan en la mediana y aceras del bulevar del este. Algunas familias están hacinadas bajo un toldo y otros sin nada bajo la lluvia y a la intemperie.

SAN PEDRO SULA.

María Orbelina Morales (de 57 años), una hondureña hipertensa y diabética, llora desconsoladamente sobre una pequeña colchoneta que comparte con otras tres mujeres, dos bebés y una niña en la intemperie, en la esquina de una gasolinera en el bulevar del este en San Pedro Sula.

“Lo he perdido todo, no hay palabras para describir la tragedia que estamos viviendo”, susurra la residente de Loma, municipio de La Lima, Cortés. La inundación provocada por la tormenta Eta la tomó por sorpresa junto a su esposo Mario Merlo (de 59) mientras dormían el jueves 5 de noviembre. Esa noche tuvo que salir corriendo semidesnuda y descalza a las 4:00 am.

María Orbelina ha pasado tres frías noches y, por demás, duras.

Dos de ellas directamente en el suelo en las que conciliar el sueño ha sido imposible ante el constante recuerdo de esa fatídica noche en la que lo perdió todo. La ansiedad le genera la incertidumbre. Su hija Irma Rosario Merlo (de 30) y sus dos nietos no tuvieron opción que huir cerro arriba tras la rápida crecida, y tres noches después de la tragedia aún permanecían ahí, mientras que ella no había tomado medicamentos contra su enfermedad.

El reloj marca las 8:00 pm, y a falta de una cobija, Orbelina se recuesta para darse calor mutuamente con sus vecinas Blanca Yesenia Castro (de 38), Leticia Ondina Sánchez (de 20), Jansi Martínez (de 19) y los bebés de estas dos, Marvin Josué Sánchez (1 año), Briana Calderón Martínez (de 6 meses) y María Fernanda Sánchez (de 4 años). Al lado de ellas, don Mario Merlo se sienta en el piso y recuesta su cabeza.

Leticia Ondina amamanta a su bebé y cuenta que a ella le ha acontecido “una desgracia tras otra”, pues hace menos de un mes a su esposo Danilo Gómez, quien era guardia de seguridad, lo mataron y ha estado vendiendo elotes para alimentar a sus dos hijos.

Jansi Martínez, una microempresaria, no sabe qué hará, pues las corrientes de la crecida destruyeron su mercadería de tenis y sandalias, las cuales eran el patrimonio para sacar adelante a su hija, ya que es madre soltera.

Foto: La Prensa

Unidad

En el desvío hacia la 33 calle en el bulevar del este, dos familias de 11 integrantes se refugian hacinados bajo un toldo de dos por tres metros, que amarraron a un pequeño árbol.

Las familias, oriundas de la colonia Gracias a Dios en el sector de la Planeta, salieron huyendo a las 7:00 am el jueves 5 de noviembre por las crecidas.

“Todo iba bien. Los niveles del agua se mantenían y de repente comenzó a subir el agua. No podíamos quedarnos, no sacamos nada solo nuestra familia y la gente iba corriendo alarmada”, relata Reina Margarita Maldonado (de 26).

LA PRENSA constató que decenas de vehículos llegaron el fin de semana a apoyar con alimentos y agua a estas familias.
En el pequeño toldo ella se refugia junto a su esposo Óscar Gerardo Rápalo (de 27), su hermana María Ester Quintanilla (de 35), su cuñado Amílcar López (de 32), sus sobrinos Jonatán (de 17), Denis (de 14), Ricardo (de 16), Dulce (de 7) y Fernanda (de 4) y Heidy Elizabeth Cruz Cortés (de 17), quien trabaja con ellas y es oriunda de Iguala, Lempira. Esta familia tenía un pequeño puesto de baleadas y las estufas quedaron enlodadas, aunque afirman que luego de ir a revisar la casa verificaron que se pueden reparar y esto los alegra porque con ellas se ganan la vida.

“Esto es triste, estamos a la deriva, con zancudos, fiebre y gripe, con los niños sin nada y con miedo porque no se sabe qué va a pasar en el futuro. Aquí nos turnamos para dormir para cuidarnos. Mi esposo se pone a llorar, pero yo le digo que estamos bien, y eso es lo importante”, dijo Reina Margarita.

En otra mediana de la zona, tres familias conformadas por 15 personas de la invasión Vida Mejor y la vecina colonia San Francisco han creado una pequeña estructura de toldos para refugiarse, entre ellos están el técnico en computación Marlon López (de 34), su hija Milagro (de 3) y su esposa Susan Aguilar (de 23), quien está embarazada y a unos cuantos días de dar a luz a su segundo hijo, la invade la ansiedad, pues no sabe qué le depara el futuro a su familia.