En el pasado quedaron los días de prosperidad que miles de productores de café tenían gracias a la producción del grano aromático en las montañas hondureñas, prosperidad que servía como sustento para pagar la educación, salud, alimentos de sus familias, y ahora muchos pierden sus fincas por las deudas o las abandonan para buscar algo mejor para vivir.
Esa es la realidad que muchos productores de café viven en Honduras donde además de las deudas que los agobian ahora tienen problemas para la recolección del aromático en los departamentos de la zona oriental.
LA PRENSA viajó a Trojes, El Paraíso para conocer la situación de las fincas que ya han iniciado la cosecha del café.
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Elmer Osorio, un pequeño productor de café de la comunidad de Río Arriba en Trojes, recibió al equipo de LA PRENSA para comentar la realidad frente a esta nueva cosecha. “Estamos fregados”, dijo el productor cuando respondió a cómo esperaba que se desarrollara esta cosecha 2020-2021. “Los productores de café están endeudados desde hace siete u ocho años, cuando el precio del café empezó a mantenerse bajo uno se esperanza que tal vez la próxima cosecha será mejor y los préstamos siguen corriendo”, comentó Osorio, quien además de ser productor de café también instala paneles de energía solar en comunidades de todo el departamento de El Paraíso, actividad que le ha servido para llevar el pan a la mesa de su casa a pesar de la crisis.
Tres jóvenes recogen los frutos de los árboles de café.
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“Antes traía de 10 a 12 trabajadores de Nicaragua, pero este año no creo que sea posible porque implica un gasto demasiado alto para nosotros”, comentó. El productor explicó que a pesar de que las fronteras fueron abiertas por el Gobierno, en el municipio de Trojes la Secretaría de Salud no ha cumplido con las promesas de instalar una carpa y dotarla con dos médicos y pruebas rápidas para facilitar el ingreso de los trabajadores nicaragüenses.
Tres jóvenes recogen los frutos de los árboles de café.
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Además de los problemas para la recolección de la cosecha, el productor comentó que con el precio actual del quintal de café (105.6 dólares) solo les da ingresos para seguir con el mantenimiento de sus fincas y pagar el trabajo de los cortadores.
Fredy Pastrana, representante de los cafetaleros en El Paraíso, señaló que el departamento necesita cerca de 70,000 cortadores para lograr la recolección del grano aromático en esa región y que a nivel nacional se necesitan unos 650,000 durante la época de corte.
El equipo de LA PRENSA observa las plantaciones de café en las montañas de Trojes.
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Desmotivados
Modesto Ponce, productor de café de Trojes, comentó a LA PRENSA que actualmente el precio del café lavado por lata es de 190 lempiras, pero que para sacar una lavada se necesitan tres latas de café en uva y actualmente se le está pagando a los corteros entre 40 y 50 lempiras por lata, por lo que al final el productor solo tiene de ganancia 40 lempiras de los 190, que son invertidos en combustible y algunos implementos para la recolección, como sacos, cabuyas, fletes.Ponce denunció que en Trojes las autoridades no están regulando la compra del café porque todavía se sigue comprando por lata por las intermediarias, y según la ley está prohibida la compra de café por latas.
Con inversión propia, los productores han logrado instalar algunas secadoras solares.
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“El productor está endeudado y se han buscado fondos y no se han encontrado formas para resolver la situación, pero ya les están quitando las fincas, aquí en Trojes funcionan varias financieras que prestan al 36%, lo que está provocando una crisis para cientos de productores”, manifestó el productor.
Ponce explicó que les llegaron a ofrecer préstamos al 8.7% de interés a través del Banco Hondureño para la Producción y la Vivienda (Banhprovi); sin embargo, al momento de ir al banco no había nada. El productor aseguró que estos fondos se los están dando a las financieras porque es más rentable para Banhprovi que dárselos directamente a ellos.
Según Ponce, esta situación es preocupante para el municipio de Trojes porque el 50% de las personas que trabajan en el municipio se dedican a la producción de café, y una gran parte de los mismos se han visto en la necesidad de vender sus fincas, emigrar al extranjero para pagar sus deudas o simplemente esperar hasta que los bancos embarguen las propiedades de los productores de café.