Los hermanos Román y Ángel Pacheco son pequeños caficultores de una segunda generación, acostumbrados a lidiar con los vaivenes de los precios del grano que un año dejan ganancias y otros pérdidas y tristeza.
Los dos caficultores son residentes del caserío El Ocotal, a unos 9 kilómetros de la ciudad de La Paz.Ambos productores dicen que esa incertidumbre en la que trabajan se debe a que no tienen un apoyo técnico y económico permanente para que sus pequeñas parcelas no sufran daños por enfermedades y otros efectos.
Números
La cosecha de café 2018-2019 cerrará con una exportación de unos 11.3 millones de sacos de 46 kilogramos, y unos 1,500 millones de dólares en divisas. Cobertura.El café beneficia a más de 100,000 familias de manera directa e indirecta y sigue siendo la primera fuente de dólares por ventas al extranjero.
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Ángel recordó que en 2014 recibió un préstamo de 90,000 lempiras para mejorar su pequeña finca de tres manzanas, y con dificultades lo terminará de pagar en 2020, si la roya no le destruye su plantación.
Créditos de intermediarios. Ante las dificultades de obtener créditos de organizaciones cafetaleras y del Estado, Román, el hermano de Ángel, relató que mejor acuden a los intermediarios de su producto a los cuales les pagan un 5% de interés mensual, 60% anual.
“Uno ve bonito eso, porque cuando uno llega y les pide prestado no hay ningún problema”, relató Román Pacheco, mientras toma una taza de café que su esposa Rosa tostó en el fogón, sin agregarle ningún químico. Román dijo que ese dinero que prestan a los pequeños caficultores son recursos que los intermediarios obtienen de los bancos a tasas de interés anual arriba del 30%.
“Nosotros no tenemos acceso a los bancos, nos tienen cortados , porque debemos préstamos anteriores”, continuó diciendo el sufrido caficultor. Román detalló que los últimos quintales del grano los vendieron a sus intermediarios a 1,600 lempiras cada uno.
Según los Pacheco, una manzana produce cómo mínimo 12 quintales que pueden generar unos 20,000 lempiras en un año. De esa suma se pagan entre 4,000 y 6,000 lempiras para limpiarla y otros 4,000 para abono y otros insumos. Los restantes 6,000 lempiras es lo que le queda al caficultor por manzana.