23/04/2024
02:36 AM

Medio Ambiente en Honduras: imparable deforestación

Las áreas protegidas de La Mosquitia son arrasadas por la deforestación.

    San Pedro Sula, Honduras.

    Mientras Costa Rica gana más cobertura forestal, Honduras pierde todos los meses miles de hectáreas de bosque, hasta dentro de las zonas protegidas, y cada año que transcurre se aproxima a un escenario desolador.

    En 1995, el territorio hondureño, de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), tenía una cobertura forestal de 53.2%, pero este porcentaje cayó dramáticamente a 6.3% en 17 años.

    LEA: El 80% de las zonas de reserva sufren deforestación

    El país comenzó la presente década con una “cobertura de 46.9% que está disminuyendo”, según el informe Cambio Climático en Honduras: Estimaciones de las inversiones necesarias para enfrentarlo (2012) del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

    Desde entonces hasta 2019, los incendios, la explotación ilegal de los recursos maderables, la palma aceitera, el gorgojo descortezador y hasta el narcotráfico han continuado desolando millares de hectáreas verdes.

    Los árboles siguen siendo cortados indiscriminadamente.

    “Seguimos perdiendo más bosque. No estamos teniendo éxito en controlar la deforestación y la situación es dramática”, advierte Franklin Castañeda, director de la Fundación Panthera, la cual trabaja en la investigación y protección de los jaguares.

    Castañeda (biólogo, egresado de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras y del Instituto Smithsoniano) ha constatado que los deforestadores están arrasando aceleradamente las áreas protegidas de La Mosquitia. “He tenido la oportunidad de sobrevolar esas zonas muchas veces, las áreas protegidas de La Mosquitia hondureña, como la Biósfera del Río Plátano, la Reserva Tawahka, Parque Nacional Patuca, Mocorón, Rus Rus y Warunta y todas son afectadas por la deforestación”, confirma.

    Bosques afectados:
    Todas las áreas protegidas situadas en el litoral atlántico del país están invadidas de plantaciones de palma, por ejemplo, el Parque Nacional Jeannette Kawas y Parque Nacional Punta Izopo en Tela, Atlántida, y la reserva Mico Quemado en Yoro.

    A causa de los descombros apocalípticos, los jaguares, los felinos más grandes de América, “están perdiendo hábitat y están sufriendo enormemente”, dice este hondureño que ha sido investigador de la Organización para Estudios Tropicales (OET) de Costa Rica.

    En los próximos años, Honduras recuperará cobertura forestal si los aceiteros reconvierten las plantaciones.

    “La población de jaguares más importante de Honduras está en esas áreas y son áreas protegidas que tienen la tasa de deforestación más alta de Centroamérica, son miles de hectáreas las que descombran anualmente”, dice.

    En 2008, el Congreso Nacional, considerando “que el manejo de los ecosistemas forestales, áreas protegidas y vida silvestre son indispensables para la protección de la biodiversidad, el agua y el suelo, así como para garantizar la sostenibilidad de la inversión silvoapropecuaria nacional”, aprobó un nuevo marco legal para proteger el bosque.

    Con la nueva ley forestal, surgió el Instituto Nacional de Conservación y Desarrollo Forestal, Áreas Protegidas y Vida Silvestre (ICF), el cual sustituyó a la Corporación Hondureña de Desarrollo Forestal (Cohdefor), una entidad erosionada por la corrupción.

    Aunque haya una ley y una institución con personas que realmente desean participar en la “protección, restauración, aprovechamiento, conservación y fomento” de los recursos forestales, por ahora, es imposible parar la deforestación porque esa entidad “carece de logística y de guardias forestales”, creen ambientalistas consultados.

    Marlon Escoto considera que el presente y los próximos gobiernos tienen el reto de reducir la pobreza en zonas rurales, situadas cerca de las áreas protegidas, para que estos habitantes no se vean en la necesidad de talar el bosque para obtener dinero.

    Además, dentro del sistema judicial, los ecologistas no observan interés para condenar a las personas que causan estragos en reservas biológicas.

    “Nosotros hemos trabajado de manera conjunta con el Ministerio Público, el ICF y otras instituciones en algunos casos, pero estos no progresan en los juzgados. Los jueces no le dan importancia”, asegura Nelbin Bustamante, ambientalista de la

    Fundación para la Protección de Lancetilla, Punta Sal y Texíguat (Prolansate).

    “Lamentablemente”, ejemplifica Bustamante, la palma aceitera “sigue desplazando el bosque en las áreas protegidas de Atlántida”, como el Parque Nacional Jeannette Kawas y Parque Nacional Punta Izopo.

    Periodistas de Diario LA PRENSA, que han visitado esas dos reservas en los últimos dos años, han constatado que productores agrícolas continúan destruyendo la flora y, en consecuencia la fauna, para cultivar extensas plantaciones de palma en la zona núcleo y zona de amortiguamiento de estos parques.

    Esperanzas.

    Pero el Gobierno, por medio de sus instituciones que velan por la protección del ambiente, y con el apoyo internacional, impulsa la forestación, aseguran autoridades.

    Existe preocupación por el nivel de deforestación en Honduras.

    Marlon Escoto, delegado presidencial de Cambio Climático, en una entrevista telefónica reconoció que “desgraciadamente la palma aceitera nos ha copado el corredor húmedo que va desde Omoa hasta Brus Laguna y esto es crítico”.

    Sin embargo, considera que llegó el momento “para repensar toda la industria de la palma porque hay restricciones para exportar a la Unión Europea”.

    Autoridades europeas han impuesto una restricción a las importaciones de aceite de palma procedente de países señalados de causar deforestación.

    Frente a esas decisiones, “desde nuestra oficina estamos acompañando a los productores de palma para construir una propuesta relacionada con el cambio climático, que contiene, entre otros elementos, la reversión de las plantaciones de palma que se encuentran en las laderas”, dijo.

    Para entrar a los grandes mercados, como el europeo, los productores de palma tendrán que certificar sus plantaciones con las normas establecidas por la Mesa Redonda sobre Aceite de Palma Sostenible (RSPO).

    “La presión que está haciendo el mercado va a impactar positivamente para hacer una reversión de algunas áreas de palma, desde 20 y 25 años, que estuvieron sin control”, explicó. Al mismo tiempo, según Escoto, las zonas forestales afectadas por el gorgojo descortezador se encuentran en proceso de recuperación.

    “Las estadísticas el ICF indican que la regeneración natural del pino se está dando con buen suceso”.