Durante más de un siglo, los habitantes de Intibucá y La Esperanza permanecieron estancados económicamente y atrapados en un esquema mental que no les permitía detectar o crear una nueva fuente para captar más dinero.
Desde la fundación del departamento de Intibucá (1883), estos dos municipios hermanos dependieron de la agricultura de subsistencia, fundamentalmente del cultivo de papas, granos básicos y hortalizas, y del comercio en una escala bastante baja.
Sin embargo, hace unas dos décadas y media, los habitantes, liderados por sus empresarios y autoridades locales, se sacudieron el sopor y comenzaron a tejer ideas para atraer dinero y reorientar la economía.
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En Intibucá llegaron a la conclusión de que no solamente de cultivar y vender papas vivirían sus habitantes, sino de su promoción. Entonces, a principios de la década de 1990, instituyeron el Festival Nacional de la Papa.
Muchos años después, los habitantes de La Esperanza observaron a su alrededor y descubrieron que también ellos podían tener un festival anual dedicado a un producto no estrictamente agrícola, pero surgido de la tierra: los hongos silvestres de la especie Amanita caesarea que brotan entre los bosques con las primeras lluvias de mayo.
Desde 2005, La Esperanza celebra en junio el Festival del Choro y el Vino, un evento que atrae hasta expertos en arte culinario de varios continentes. |
“Los festivales que tenemos, las ferias y otras actividades que realizamos están ayudando a desarrollar el turismo y a darle más fuerza a la economía”, dice Melvin Méndez, director de la Cámara Nacional de Turismo (Canaturh) de La Esperanza.
Beneficio. Las redes sociales e internet han permitido que más personas conozcan los dos destinos, según los empresarios locales.
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En La Esperanza operan 19 hoteles y 17 en Intibucá. En ambos municipios han abierto las puertas 48 negocios de comida (entre restaurantes grandes, establecimientos de comida rápida y comedores ) y 25 cafés.
“Los cafés de La Esperanza son lugares para que las personas puedan conversar y disfrutar de su estadía. Nosotros les ofrecemos café de altura y vinos. En la noche hacemos presentaciones artísticas, como conciertos de jazz”, explica Dunia Nolasco, propietaria de Café MarDú.
Muy cerca de los cafés, los restaurantes, como Pollito Indio, atraen clientes con platos que, según sus cartillas, son únicos en Honduras porque los preparan con los exóticos choros que recogen en mayo.
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“Todos los fines de semana del año estamos recibiendo más visitas de todo el país”: Melvin Méndez, Director local de Canaturh.
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Ramos, quien ha sido testigo de la efervescencia en el turismo, a través de su restaurante detectó que con la llegada de más clientes la ciudad le estaba ofreciendo una nueva oportunidad para hacer otro negocio.
“Los clientes nos comenzaron a preguntar por hoteles porque aquí sólo había unos cinco. Vimos una necesidad y una oportunidad. En 2005 abrimos la primera etapa de un hotel y en 2009 la segunda etapa”, recuerda Ramos, propietaria del Hotel Ipsan-Nah.
A unos pocos kilómetros del casco urbano, en las aldeas, los agricultores han incrementado las áreas de cultivo de hortalizas, fresas y otras frutas porque ha aumentado la demanda requerida por sus clientes, los hoteles y restaurantes locales.
“Nosotros estamos cultivando más papas, brócoli, coliflor y otras verduras para los negocios de la ciudad”, dice Enemesia González, habitante de la aldea El Cacao.
3 claves del turismo: La Esperanza tiene una población de 14,341 habitantes e Intibucá 64,526; el 90% es de la etnia lenca.
intibucá pone los atractivos
edificios en la esperanza
promoción del gobierno
“Hacemos chales, bufandas, pañuelos y otras prendas. De eso vivimos, solo que ahorita no están bien las ventas, necesitamos clientes”, explica.
Al taller que coordina Gonzalez, abierto en 1982, llegan turistas a conocer el proceso de fabricación de estas piezas que se han convertido en un símbolo cultural de los lencas de Intibucá.
En esta aldea, más de 300 mujeres confeccionan las prendas en unos 20 talleres, algunos recientemente abiertos, como Tejidos Lencas Las Marías, dirigido por María Domínguez.
“Ya tenemos como un año de haber formado esta pequeña empresa familiar y estamos vendiendo”, dice Domínguez.
Así como los telares, los empresarios y autoridades creen que en los próximos años tendrán una nueva y única atracción turística de todo el país: marcarán la calle que divide a La Esperanza e Intibucá para que los turistas lleguen a tomarse fotos y las suban a las redes sociales.
Usted debe visitar la gruta de la Virgen de la Inmaculada Concepción que se encuentra al final de 30 gradas esculpidas a mano en pura piedra de origen volcánico.
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