Juan René Paredes Pedroza (74) pese a tener más de siete décadas de vida, se resiste a abandonar el trabajo y sale todos los días al centro de la ciudad para vender naranjas o halar bultos en los mercados municipales; es decir, El Dandi, El Rápido, Guamilito y Lempira.
Mientras el calor se hace sentir en las calles de San Pedro Sula, camina de 9:00 am a 4:00 pm con su máquina para pelar naranjas, las cuales vende a cinco lempiras cada una.
Diariamente gana alrededor de 150 lempiras, los cuales les sirven para comprar algunas cosas personales y para contribuir en el hogar. Mencionó que vive en el barrio Paz Barahona junto con una hermana y sobrinos. Viene de una familia emprendedora, herencia que parece ser aterna para ellos.
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Es un hombre de piel blanca, viste muy nítido y lo que más contagia es su sonrisa ligera, con esa que atrapa a sus clientes.
Don Juan comentó que pasa con constantes dolencias en sus piernas, pero ama trabajar y le es casi imposible dejar las calles mientras pueda. Lastimosamente hace poco perdió su ojo izquierdo. 'Me dio conjuntivitis y de tanto remedio que me hice lo terminé perdiendo', dijo muy inocentemente este luchador sampedrano.
Ha sido un hombre trabajador y no se detiene pese a su avanzada edad. Foto: Franklin Muñoz.
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'Nunca me casé ni tuve hijos porque no quise dejar a mi mamá. Durante mi juventud trabajé como zapatero y ahora me dedico a vender de naranjas, pues siempre he estado acostumbrado a trabajar y a no pedirle dinero a nadie', puntualizó este buen hombre.
Es admirado por sus conocidos debido a su buen ánimo y una sencillez excepcional que ha conseguido gracias al tiempo, a la experiencia de la vida y sin ningún estudio universitario.
En la pequeña carreta anda el cuchillo, las naranjas y sus complementos. Foto: Franklin Muñoz.
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Ahora este hondureño mira la vida desde otra perspectiva, ya no desde la comodidad de una zapatería como antes, sino desde las diferentes avenidas y calles de una ciudad donde predominan la fuerza y las reglas de la juventud dentro del comercio, pero gracias a su deseo de salir adelante, se hace de un espacio importante en este tipo de negocio, una forma honrada de ganarse la vida y un claro ejemplo de emprendimiento.
Casi ocho horas son las que recorre don Juan cuando vende naranjas en el centro de San Pedro Sula. Foto: Franklin Muñoz.
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El impecable anciano disfruta trabajar en la venta de naranjas cada semana. Foto: Franklin Muñoz.
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