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Cuero y Salado, un refugio que cautiva a turistas

  • 30 junio 2018 /

Conozcalo y tenga un encuentro con la naturaleza y el viejo ferrocarril.

Atlántida, Honduras.

Único y cautivador, así se ofrece el Refugio de Vida Silvestre Cuero y Salado, donde la vida sostenible y la historia del ferrocarril se conjugan con el escenario natural, convirtiéndolo en un destino referente en la conservación de la flora y fauna en el litoral atlántico.

A solo 27 kilómetros al oeste de La Ceiba, esta reserva natural compartida por los municipios de San Francisco, El Porvenir, Esparta y La Masica, en Atlántida, se extiende en un área de 13,027 hectáreas entre bosques de mangle, lagunas, ríos y mar.

Es el hábitat de unas 327 especies de aves, aquí se puede encontrar el 40% de las variedades que hay en Honduras, es un sitio ideal para el aviturismo. Ver el pájaro estaca, que permanece durante todo el día esperando la noche en un árbol seco, es una experiencia única para la cual hay que tener buen ojo debido a su camuflaje.

Aquí sin mucho esfuerzo es posible apreciar la cigüeña americana, la aguililla negra, el gavilán pescador, garzas espátula y rosada, garzón cenizo, patos negros y pijijes. Asimismo, tucanes y carpinteros habitan en esta reserva, que puede ser explorada entre extensos y estrechos senderos que se abren por el bosque de mangle. Entre los canales conocidos como Los Olingos, El Espejo y Boca Cerrada es posible encontrarse con tortugas, cocodrilos y caimanes. Mientras en el follaje manglar, los monos cara blanca y aulladores presumen sus acrobacias y envolventes rugidos.

Cuero y Salado es conocido por ser el hogar del manatí o vaca marina, mamífero en peligro de extinción que es posible avistar en las aguas saladas de este refugio.

Explorar y conocer esta reserva es posible a través del trencito, que se aborda en la comunidad de La Unión. En un viaje de media hora se recorren los más de nueve kilómetros hasta la aldea de Cuero y Salado, donde se encuentra la fundación que maneja este parque nacional marino. El viaje cuesta 60 lempiras ida y vuelta. En este lugar de pescadores, una cocina típica espera a los visitantes con platos que van desde los 80 lempiras.